Sálvame. [DeanXBenny✓] [Denniestiel✓]

No me iré.

Los leviatanes rodearon al vampiro en cuestión de segundos, mostrando sus enormes dientes que ocupaban prácticamente todo su rostro junto a una lengua espantosamente larga y puntiaguda.

Ben tomó su arma con fuerza y se preparó para morir. Después de todo, la razón por la que se aferraba a la vida y por la que soportaba las constantes amenazas dentro del purgatorio, se había alejado junto a un ángel.

Los seres demoníacos se lanzaron contra él, pero aceleró su paso para capturar a algunos que deseaban ir tras Dean y Castiel, haciéndolos caer en el suelo y cortándole la cabeza de un solo y contundente golpe.

Su corazón estaba lleno de ira y con cada uno de los monstruos se desahogó, viendo en el rostro de cada uno, su propia historia, remembrando pena tras pena, traición tras traición y le sorprendió darse cuenta que, el recuerdo que más le dolió no fue el que revivió cada día por más de 50 años desde que lo asesinara un miembro de su propio nido de vampiros, si no el beso que Dean recibiera de Castiel con tanta desesperación sin importarle la relación que tenían.

Todo lo que había logrado admitir para sí, lo que creyó importante, al final, no lo fue.

Cuando el furioso, sudado y fornido vampiro terminaba con otro leviatán partiéndolo en 5 partes, otro logró escabullirse sin que pudiera detectarlo, preparando un cuchillo de obsidiana para clavárselo en la espalda. Ben giró y se encontró con el leviatán cara a cara, pero Dean logró cortarle la cabeza a la altura de las mejillas, cayendo de lleno contra Ben quien no pudo sostenerse y se vino abajo. Giró a la bestia, alejándola y limpió su rostro que se había ensuciado con la sangre del leviatán.

Dean tendió la mano hacia Ben, pero éste decidió pararse por su propio medio, retirando la mirada del sonriente cazador, que retiró su gesto de felicidad, por uno de preocupación. A la distancia, Castiel aguardaba, cabizbajo.

— Creí que les había dado la suficiente ventaja para que corrieran hasta el portal.

Dean lo observó un momento y lamió sus labios, buscando las palabras correctas.

— Yo prometí algo, Benny, no iba a dejarte.