Capitulo 5

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–¡Ah, sí!– gimió fuertemente el rubio, mordiendo su labio inferior –¡No pares, por favor!

El de ojos morados pasaba su lengua por todo su cuello, repartiendo besos y mordidas de vez en cuando, volviendo a Rubén totalmente loco. El pelinegro tomó las dos manos de Rubén entre las suyas, poniéndolas sobre su cabeza, inmovilizándolo.

En un rápido movimiento, el oji-morado continuó su camino de besos y lamidas hacia abajo, detallando cada parte del cuello de Rubén, delineando sus clavículas, pasando tortuosamente por sus pezones y pecho, llegando hasta su ombligo. Rubius arqueó la espalda, lleno de placer, y levantó las caderas, rogando por más.

–Por f-favor– habló con dificultad el rubio, mientras su compañero le veía fijamente.

–¿Qué es lo que quieres?– preguntó el pelinegro, con una voz más ronca de lo que Rubén la recordaba.

Rubén miró esos ojos morados que tanto le gustaban, que ahora eran casi negros, llenos de lujuria. La mano del chico sobre él lo sacó de sus pensamientos, mientras masajeaba levemente la parte de Rubén que tanto pedía atención.

–Pídelo– volvió a hablar el de ojos morados, haciendo que Rubén gimiera aún más fuerte, retorciéndose bajo él –¿Qué quieres, Rubén?

–F-fóllame– pidió el rubio, sin pensarlo más. Sentía que explotaría de tanto placer en cualquier momento –Fóllame, por favor.

El pelinegro sonrió victorioso, mientras bajaba los pantalones y el bóxer del chico frente a él. Rubius miró atentamente cada uno de sus movimientos, seguros y perfectos. La boca del oji-morado siguió bajando, acercándose peligrosamente, y Rubén sentía que no podía más, lo quería tanto.

–¡Rubius! ¡Despierta, joder! ¡Ahora!– Rubén se levantó de golpe, con el corazón latiendo a más no poder.

Miró a su alrededor, estaba sentado en una cama, con Mangel, Alexby y Fargan parados al lado de la misma, mirándole fijamente. Los últimos dos comenzaron a reír ruidosamente, Rubén abrió los ojos como platos al darse cuenta de que todo fue un sueño.

–Joder macho, llevamos aquí media hora intentando despertarte– bufó Mangel, nervioso, intentando ignorar los gemidos que había escuchado salir de la boca de su compañero hace unos minutos.

–Por pura curiosidad, ¿qué estabas soñando, Rubius?– preguntó Alex, con una sonrisa pícara en la boca. Las mejillas de Rubén automáticamente cobraron un color rojo muy intenso, y tanto Alex como Fargan se echaron a reír nuevamente. 

–¿Ves cómo yo tenía razón con lo de los sueños húmedos? ¡Tenía que haber apostado!– dijo Fargan, a lo que Alexby asintió, dándole la razón a su amigo. Las risas de sus compañeros no paraban, y Rubius no podía sentirse más avergonzado.

–P-por...¿por qué me han despertado?– soltó Rubén una vez las risas cesaron, intentando distraer a sus amigos de la incómoda situación.

–Ah, sí. Merlon quiere que exploremos la zona, iremos todos juntos– respondió Alexby.

–Saldremos en 15 minutos, así que vístete rápido– agregó Fargan, mientras los tres salían del cuarto, dejando a Rubén ruborizado y totalmente avergonzado –Y Rubius, arregla el problema que tienes ahí abajo.

Rubén instintivamente se llevó las manos a la entrepierna, intentando ocultar lo que sea que sus compañeros hayan visto. Fargan rió una última vez, dejándolo completamente solo en el cuarto.

–Cabrones...– susurró para él mismo, mientras se levantaba de la cama, dispuesto a ponerse su armadura y salir a explorar el área.







En mis sueños (Rubegetta) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora