Esto es para aquellas almas perdidas
que se encierran en las páginas de un
libro para olvidar por un momento
el caos que se les avecina en la vida real.Esto es para nosotros; los lectores.
Ella sujetaba otra copa más en su mano izquierda, cuyo antebrazo aún se mantenía escondido tras la tela negra, al mismo tiempo que bailaba de la misma manera que todas las semanas, en el mismo lugar, con un chico que no conocía agarrándole de la cintura.
Él mantenía un libro nuevo en su regazo junto a la ventana de su habitación, desde donde aún se puede ver pasar a la misma gente de siempre por la acera, pero él ni siquiera se molestaba en fijarse en quien lo hacía.
Ella se dio la vuelta para mirar a el desconocido que no la soltaba, y siguió bailando a el ritmo de la música. Ya no sabía lo que hacía, intentó seguir bebiendo de su copa como si de aire se tratara pero el desconocido tenia otros planes. Atrapó sus labios en los suyos y la llevó a una esquina de la barra para poder continuar con lo que empezó en la pista de baile.
Él se levantó de su cama y se acercó a la estantería donde todavía aguardan todos sus libros sobre leyendas, ficción, amor, historia y todo lo inimaginable. Guardó el libro que estaba leyendo hace dos minutos, recogió su mochila del suelo, las zapatillas, y después de despedirse de su hermano mayor, salió de su casa para unirse a el resto de caminantes.
Un chico se acercó a ella y la agarró da la muñeca, apartándola del desconocido:
—¡¿Pero que haces puta loca?! ¡¿Otro más?! ¿Enserio? Dijiste que hoy no salías para esto —su mejor amigo le gritó a través de la música al mismo tiempo que hacia lo posible para sacarla de la discoteca en la que se encontraban ambos con su grupo de amigos.
—Veeenga Jordan, te dije que no iba a hacer nada más, ¿no? No que pensaba quedarme como un muermo toda la noche —arrastraba las palabras—. A ti no te vendría nada mal tampoco.
—Joder —Jordan se pasó una mano por la cara al mismo tiempo que soltó un suspiro—, te llevo a casa, ¿vale? ¿Esta tu madre?
—Esa cabrona no esta nunca... —la chica bajó la mirada a sus tacones manchados de vete tu a saber qué.
Su amigo ahora le miraba con compasión. Él sabía de lo que ella escapaba.
—Ven aquí —. La atrajo hacia su cuerpo para aportarle calor ya que ella debió perder su abrigo dentro, la rodeó con un brazo para que no se cayera al suelo y empezaron a caminar en dirección a la casa de la chica.
Él siguió su camino entre los transeúntes de su ciudad en dirección a el pequeño gimnasio en el que se entrenaba casi todos los días de madrugada. Cruzó la carretera y caminó por una calle recta más vacía que la anterior. A lo lejos vio a un chico, debía de ser de su edad, ya que le sonaba de haberlo visto en la universidad, sujetando a una chica pálida que parecía que se fuera a caer a cada paso que avanzaba.
Su perfecto flequillo le dificultaba ver su cara, pero sí se fijó en el trozo de tela que cubría su antebrazo izquierdo. Cuando pasaron por su lado, le preguntó al chico:
—¿Esta bien la chica? ¿Te ayudo con ella?
Al oír su voz la chica levantó la mirada y esos ojos tan negros como lo noche se conectaron con los verdes de uno de nuestros protagonistas. Esa mirada que lo cambiaría todo, porque hay cosas que no se olvidan, y ese momento, ese instante, fue uno de esos.
—Mejor que no, chaval —le contestó el otro chico, y siguieron hacía adelante, perdiendo de vista a la persona que formaría no solo parte de la vida de la chica, si no también de esta historia.
Su historia.
La historia de dos almas que se fundieron en una.
fecha de publicación: 14/11/2021
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Dos Almas (en pausa)
RomanceElla ama el ruido porque acalla sus gritos. Él ama el silencio porque así no escucha los del resto. Ella odia leer historias de amor porque le recuerdan a lo que aspira pero no alcanza. Él ama todo tipo de libros porque "si no lo vivo en esta vida l...