Deva
No sé muy bien por qué lo llamé en un principio. Supongo que tener su numero en la mano y a mi madre gritándome que me fuera era motivación suficiente para haberlo hecho.
Ya sentados en unos asientos de la fila del fondo, estaba explicándole a Nil de qué iban las otras películas rápidamente.
—¿Matar también?
—Sí, todo.
—Joder —musitó y me fijé en que llevaba un rato jugando con una pulsera de cuero que tenía en su muñeca. Yo miré la mía y me fijé en si estaba bien tapada—, y ¿estas cosas te gustan?
Me encogí de hombros y me apoye en el respaldo intentando relajarme.
—¿Por qué? Ver a gente matarse entre ellos... ¡es ridículo! —unas chicas de los asientos de delante se giraron a mirarnos cuando escucharon su grito. Les miré con una ceja enarcada y apartaron la mirada, no tenían más de dieciséis años.
—A ver... ¿qué te gusta a ti? —apoyé el codo en el posa brazos y lo miré esperando su respuesta.
—Pues... no veo mucho cine, pero estoy seguro de que esto no.
—Ni si quiera lo has intentado.
—No creo que vaya a gustarme.
—¿Y si sí?
—¿C-como? —tartamudeó.
—¿Y si sí te gusta?
—¿Que pasa con eso?
—Apostemos. Si no te gusta, te debo algo, lo que quieras, y si te gusta... cenamos juntos.
No aparté la vista de él en ningún momento y una pequeña sonrisa se extendió en mi cara cuando vi como se le enrojecían las mejillas.
—¿Trato?
Asintió antes de que apagaran las luces y los anuncios previos empezaran.
No comentamos nada y la cuarta película de La Purga dio comienzo. Pasaron los minutos y, sinceramente, no me parecía nada del otro mundo, así que después de cuarenta minutos, me giré hacía Nil para decirle que nos fuéramos. Pero cuando vi lo centrado que estaba en ella, me lo pensé dos veces.
Me apetecía esa cena.
Seguimos, bueno, siguió atento a lo que sucedía y yo de vez en cuando me giraba para detallarlo. Bajo esa poca luz no se apreciaba bien, pero a mí ya se me había clavado en el alma el color verde de su mirada. No tenía unos rasgos muy distintivos a pesar de eso, su mandíbula nunca ha sido muy marcada y su nariz estaba torcida, supuse que se la habría roto hace mucho tiempo.
Siempre llevaba ropa que no dejaba detallar lo que había debajo. Justo en ese momento tenía unos pantalones color crema y una sudadera azul con algo escrito en el centro.
Físicamente tampoco tenía nada que me hiciera preferirlo a él ante el resto, y aún así me atraía más de lo que lo habían hecho otros de idiotas en todas las fiestas a las que asistía. Quizá fue su forma de tratarme desde un principio, sin pedir nada a cambio, como si le importara yo y no lo que había bajo la ropa. O ese aura de misterio que lo rodeaba.
O era yo que estaba ciega y no veía lo transparente que era en realidad conmigo la mayoría del tiempo.
Me di cuenta de que la película había terminado cuando Nil me sacudió del hombro ya de pie. Me levanté y ande hacía la salida con él a mi derecha.
—Bueno... ¿te ha gustado? —ya sabía la respuesta, pero quería escucharlo.
Un rubor se extendió por sus mejillas otra vez, a lo que yo me reí. No hizo falta que respondiera.
ESTÁS LEYENDO
Dos Almas (en pausa)
RomanceElla ama el ruido porque acalla sus gritos. Él ama el silencio porque así no escucha los del resto. Ella odia leer historias de amor porque le recuerdan a lo que aspira pero no alcanza. Él ama todo tipo de libros porque "si no lo vivo en esta vida l...