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Nil

—No hace falta que te lo leas, enserio.

—Te prometo que sí me apetece, por probar no pasa nada.

—Bien, pasaremos por mi casa y así te lo dejo —dije.

Estábamos terminando de cenar mientras hablamos sobre géneros literarios, cuando se me ocurrió la increíble idea de ofrecerle uno. Cuando lo dije no tuve en cuenta que tendríamos que pasar por mi casa para poder dárselo.

Volvimos en mi furgoneta a el centro de la ciudad escuchando una de los discos de Dean. La noche fue bastante buena, Deva era más interesante de lo que podía llegar a aparentar en un principio. Hablamos de música, deportes, autores de libros, la carrera... Ella estaba estudiando licenciatura en historia.

Eso me pilló por sorpresa, pero al menos ya sabía por qué compartíamos la clase de literatura.

Llegamos a mi edificio y al fijarme en los alrededores, el bar de enfrente, el coche de policía sin policía que siempre aparcaba en el mismo sitio y el portero esperando en la puerta del edificio, vi el coche de mi hermano aparcado donde siempre.

No supe cómo iba a reaccionar a ver a una chica en casa conmigo. No es que fuéramos a hacer nada, pero... no era muy usual por mi parte, dejémoslo así.

Esto iba a ser muy raro.

Deva

Seguí el camino de su mano hacia la tecla numero 10 del ascensor y sentí cuando empezó a moverse.

Ninguno de los dos decía nada. Eso era muy extraño, no era la primera vez que iba a la casa de un chico pero se sentía distinto. Había algo que me impulsaba a ponerme cada vez más nerviosa.

Era una sensación horrible.

Nil me lanzó una sonrisa en cuanto llegamos a el décimo piso antes de salir por las puertas automáticas del elevador, haciendo que lo siguiera.

Cuando entramos a su piso no sé muy bien qué es lo que me esperaba. Ya me había dicho que vivía solo con su hermano, aunque no me había explicado el por qué.

Me preparé para ver un piso de estudiantes desastroso en vano, porque el piso estaba impecable. Suelos de madera y decoración rústica que hacia la casa sumamente acogedora. Me guío hacia la sala de estar que estaba conectada con la cocina y me pidió que lo esperara mientras buscaba el libro.

Lo vi subir unas escaleras de caracol que estaban en el fondo de la habitación hasta que desapareció de mi vista.

Soy cotilla por naturaleza, eso no me lo quita nadie.

Empecé a caminar por la sala, al principio tímidamente, como con miedo a hacer algo que molestara, algo muy impropio de mí, que además también era bastante impulsiva. Pero me sentía rara en aquella casa, tenía olor a hogar, si es que eso tenía algún tipo de sentido.

Me fijé en fotos que había de la graduación de un chico, su hermano supongo, estaban él y Nil sonriendo a la cámara. Fotos individuales, del hermano de Nil de viaje, y de él con un diploma de escritura en la mano. No tendría más de dieciséis años en aquella foto, pero tenía una mueca muy distinta a la que tenía cuando lo conocí. Más triste, apagado.

Pero estaba guapísimo de todas formas.

Cogí un marco en el que estaban ellos dos juntos en una bañera con apenas cuatro años, deduje. Lo reconocí por sus ojos. Ese color era notable en cualquier sitio.

Al menos para mí.

Casi se me cayó el marco a el suelo cuando escuché a alguien aclarándose la garganta a mis espaldas.

Dos Almas (en pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora