Nil
—¿Nil? Como... del rio Nilo ¿o algo así?
Me reí ligeramente.
—De hecho... sí, viene de ahí —vi como asentía ligeramente y luego, me tendió la mano.
—Encantada, Nil. Yo soy Deva.
Su apretón de manos era firme, no dejaba lugar a dudas de que era ella la que mandaba. Esta chica realmente imponía, supongo que aún lo hace. Pero alguien muy importante me enseñó que no debía acobardarme.
Me fijé por el rabillo del ojo que la gente empezaba a acercarse para dirigirse cada uno a su clase. Deva se aclaró la garganta y dijo algo que, para ser sinceros, en ese momento no me esperaba:
—¿Puedo pedirte un favor? No le digas nada a nadie.
—Sobre...
—Lo que viste ayer y lo que hemos hablado hoy, que quede entre nosotros, ¿sí?
Ya se estaba yendo cuando yo empecé a asentir con la cabeza. Me sentí escupido, así que agache la cabeza, y me dirigí a mi próxima clase, en dirección contraria.
Esa chica... Deva, tenia algo. Había algo en ella que desde el primer momento que nuestras miradas se cruzaron, me hizo acercarme a hablarle. Algo sorprendente. Después de todo, yo nunca he sido ese tipo de chicos, de los que se acercan a hablar a ese tipo de chicas. Pero no pude evitarlo, y menos mal que no lo hice.
Supongo que me habría ahorrado muchos problemas, pero no la habría podido conocer a fondo, y eso era lo que más me intrigaba en aquel momento.
Deva era la clara personificación de "las apariencias engañan". Sus gestos, su forma de levantarse, de hablar, de caminar, te mostraba a una persona dura de roer. Su sonrisa hacia todo el mundo, su negativa a decir que no y su comodidad al rededor de tanta gente, mostraba ser alguien feliz y fácil. Parecía que si la tratabas como a una reina, ella te complacería y no tendrías que ahondar más en cómo era en realidad.
Porque si te fijabas un poco más, verías a una chica inquieta, indiferente a lo que los de su alrededor le decía, cargada de sonrisas falsas y risas que parecían tapar algún tipo de llanto interior. Y de la mayoría de esas cosas, me di cuenta en un solo día, una sola mañana. Ella también era y siempre ha sido una persona muy inteligente, alguien que a pesar de toda la mierda, las fiestas, los problemas y su vida social, siempre sacaba tiempo para llegar al diez. A veces igual se exigía demasiado.
Yo era lo contrario, odiaba estudiar, y realmente lo hacia solo para complacer a mi hermano. Él nos podía mantener bien, pero no quería tenerme siempre en casa, y lo habría hecho si no me hubiese presionado a ir a la universidad. Así que me apunté a un curso de escritura y literatura que duró tres años.
Volví a encontrarme a Deva varias veces a lo largo del día, pero solo nos mantuvimos la mirada, ninguno de los dos se acerco para hablar con el otro. Yo ya entiendo que para ella las apariencias lo eran todo, que se le desmoronaría todo si alguien veía a través de ella, si alguien conseguía descifrarla. Ese alguien fui yo.
Yo en cambio me encerraba en mi propio mundo, mas que mantener un espejismo de lo que era mi vida, que es lo que hacia ella, simplemente la ocultaba bajo una barrera. No me malinterpretes, yo siempre fui reservado, tímido y raro para algunos, me llevé varias palizas por ello.
"Hay gente que nunca entenderá que lo raro no es sinónimo de malo, y a los fuertes nos tocara soportar sus críticas, pero nunca debemos dejar que estas nos sobre pasen. Somos mejor que eso." me decía siempre mi abuela.
Ella tenia razón, siempre la tuvo. Pero durante un tiempo yo sí deje que me sobrepasaran. Deje que se metieran con el blandengue incapaz de defenderse. Me forcé a mi mismo a cambiar, y lo hice por un tiempo.
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Dos Almas (en pausa)
RomanceElla ama el ruido porque acalla sus gritos. Él ama el silencio porque así no escucha los del resto. Ella odia leer historias de amor porque le recuerdan a lo que aspira pero no alcanza. Él ama todo tipo de libros porque "si no lo vivo en esta vida l...