-¿Está segura que desea ir sola?- la pequeña avecilla sonaba preocupada, y lo estaba, pero no podía hacer nada si así lo había deseado su Princesa.Con prisa, ______ abotonó las mangas de su vestido gris y una vez que todo estuvo listo, observó su reflejó en el gran cristal que tenía cerca al balcón de su alcoba. Su cabello estaba sujeto en dos gruesas trenzas, las cuales había sujetado, con ayuda de Lym, detrás de su cabeza. Era un peinado que su madre solía hacerle de pequeña, uno que a ella no le gustaba mucho, pero que con el pasar del tiempo terminó encantándole. La piel de sus hombros relucía debido a su brillo natural, sus pálidas mejillas estaban pintadas de un suave color rosa, y sus labios lucían más rojos que de costumbre. Se veía hermosa, muy hermosa. El vestido que había elegido, era uno en color gris, el cual se arrastraba en el suelo por lo grande que era este. Las capas de su falda eran sutiles, y su vuelo era de ensueño. Cada pequeña línea y cada fino y delicado detalle en este, lo hacían lucir más que perfecto. El vestido era perfecto, no era pesado, era muy liviano y muy cómodo para ella.
-No voy a tardar, Lym. Estaré aquí antes de lo que tú pienses.- habló con una gran sonrisa dibujada en su bello rostro.
Sin poder creer lo siguiente que haría, irguió su espalda y sin darle tantas vueltas al tonto asunto que tenía muy dentro de su cabeza, decidió que esta vez no elegiría alguna diadema. Si su madre la viera sin ella, se enfadaría muchísimo, pero como no pensaba ver a su creadora, sino más bien a una joven criatura, pasó por alto aquel regaño que nunca llegaría. Sin poder esperar más, se dirigió a la puerta de su alcoba y sin ser vista por nadie, corrió por los largos pasillos del castillo, hasta que finalmente dió con las grandes escaleras en forma de caracol. Pensó que bajar por cada peldaño con suma paciencia y delicadeza, le llevaría todo lo que restaba de la noche, por lo que sin importarle aquello que fueran a presenciar cualquiera de los empleados de sus padres, tomó las telas de su vestido y con mucha prisa bajó por estas.
Su sonrisa creció en su rostro al notar que su niña interior disfrutaba de tan pequeño recorrido. Al llegar al último peldaño de la escalera, observó en ambas direcciones, buscando no encontrarse con nadie en su camino. Para su buena suerte, pudo lograr escapar una vez más, por lo que nunca dejó de correr. Corrió y corrió, divirtiéndose en el trayecto al saber que estaba quebrantando los pactos de las cuatro estaciones. Sabía que era una tontería lo que estaba haciendo, pero de cierta manera se sentía intrigada al querer saber por qué la había citado Primavera en el Campo Mariposa. Bien podría ganarse un severo castigo por hacer todo aquello, pero muy en el fondo había algo que la incitaba a continuar, algo que le susurraba que muy a pesar de todo, no diera marcha atrás.
Con la vista hacia el frente y con el rostro completamente serio, caminó por entre toda la fría nieve. Sabía que pronto llegaría, es por eso que sin pensarlo, acarició el dorso de sus manos y respiró lo más profundo que pudo. Primavera le resultaba ser un ser muy intrigante. Aquella joven de cabellos rojos, sacaba de sus casillas a la joven Témpano y no solo por su gran altanería a la hora de hablarle, sino que también lo hacía a la hora de mirarse. El verde en su mirada dejaba completamente congelada a la dueña de las tierras del Invierno. Pero ¿Acaso eso era posible? Lo era, era posible que su tierna mirada congelara por completo el pálido de cuerpo de Invierno. De alguna manera u otra, _____ sentía cierto imán que parecía atraerlas la una a la otra, después de todo, no era coincidencia encontrarla en todos los lugares a los que ella visitaba.
-Es la Princesa.- los susurros de las criaturas del bosque, llamaron por completo su atención. _____ buscó entre los árboles, por si veía a alguna de estas, pero no encontró a ninguna.
-Primavera.- llamó sin más, pero no obtuvo alguna respuesta al llamarla.
-¿Qué estará haciendo aquí? Es muy peligroso.- Témpano rodó sus ojos y rió al recordar que a su madre no le gustaba esa pequeña acción, que por mala costumbre había adoptado desde muy pequeña.
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Gardenia (Rosé y tú)
FanfictionLa realidad no es muy distinta a la que solemos contar. Un mítico cuento de hadas siempre deja mucho más que una hermosa moraleja, hace que la mente de todo aquel que lo lea viaje de inmediato y recree grandes y hermosos escenarios. Antes de decir q...