Capítulo 6

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-Bien, es algo tarde y… No sé qué me sucede.- soltó absolutamente todo el aire que tenía acumulado en sus pulmones, y sujetó su vientre al sentirse mareada. Lym al verla en aquel estado, se preocupó demasiado, por lo que voló hacia ella y se posó sobre su hombro, acariciando su cabecita contra la mejilla de Témpano, la cual solo pudo sonreír ante tan tierno gesto. 

-Quizás debería descansar, majestad.- habló preocupado la joven ave. _____ negó al oírlo y suspiró al no reconocer lo que le estaba sucediendo. Su corazón latía a mil por hora, sus frías manos sudaban ante el nerviosismo que tenía y su respiración comenzaba a fallarle al pensar tan siquiera en unos microsegundos en la joven Primavera. 

-Estoy bien, Lym.- lo calmó. Estaba a pocos pasos de llegar al Campo Mariposa y no podía echarse para atrás, no cuando había hecho un gran esfuerzo al burlar toda la seguridad de su castillo.- Deberías regresar a casa, yo estaré bien.- pidió amable. Lym observó dubitativo a la Princesa, pero terminó asintiendo al saber que no podría interponerse en los planes que esta tenía. 

-Si me necesita, solo ha de silbar.- le recordó y enseguida _____ asintió. 

Tiempo atrás, ambas habían practicado un llamado por si alguno de los dos se encontraba en problemas, es así como una suave melodía, un silbido, era aquella señal para enseguida buscar del otro. Hasta el momento, no había sido necesario tener que usarla, y muy en el fondo, ambos esperaban que aquel llamado nunca se diera. Con una pequeña ovación, Lym se levantó de su hombro y sin más se retiró del lugar, no sin antes ver por última vez a la joven de cabellos rubios. ______ apretó sus manos tan fuerte como pudo, y suspiró, cerrando sus ojos en el trayecto para así poderse alentar a continuar su recorrido. 

-De acuerdo, debo mantenerme calmada. Es solo Roseanne.- susurró a la nada. Abrió sus ojos con lentitud y observó todo a su alrededor, notando que aún podía dar vuelta y regresar por el camino por el cual había llegado. Sacudió su cabeza con fuerza y se regañó mentalmente ante la loca idea que tenía.- No, no puedes irte, ya estás aquí y ya no hay marcha atrás. Además, no eres una cobarde, eres mujer valiente. Soy muy valiente, claro que sí, no tengo porque dudar de eso. No hay miedo, porque soy cobarde. Soy una Témpano y eso es bueno, aunque no tan bueno.- susurró.- Debería hacer un mejor esfuerzo al demostrar que no soy igual a mis padres.- limpió sus manos sudorosas en la tela gris de su vestido y tragó grueso al sentir cierta sensación extraña en su garganta. Acaso… ¿Acaso eso sería algo relacionado con el asco? Parecía que sí, ya que todavía podía recordar aquel día que enfermó por comer unas bayas rojas del bosque de los Faunos¹. Pero ¿Por qué habría que sentir asco? Iba a verse con Primavera, la criatura más bella ante la luz de sus ojos. Bufó al pensar que tal vez ese revoltijo en su estómago se debía a que la joven pelirroja era igual de pesada que esas bayas rojas.

Con los hombros erguidos avanzó por el camino que le habría paso al Campo Mariposa. Al llegar a tan ansioso lugar, no se sorprendió al ver el verde intenso de todo ese césped que había a su alrededor, si no que al contrario, ella sonrió emocionada, porque para aquella ocasión no se encontraba sola. El gran árbol estaba iluminado por cientos de pequeños destellos en color azul, blanco, rosa, amarillo y un sin fin de colores, los cuales alumbraban todo a su alrededor. Sonrió maravillada ante tan bella vista, y decidió esperar ahí mismo en donde se encontraba. Cientos de hadas volaban entre las ramas del árbol, iban y venían de un lugar a otro, felices de crear tan bello espectáculo. Los animales igual de encantados, apreciaban tal belleza desde el hierbajo verde. Algunos castores corrían alegres, mientras que algunos venados apreciaban en compañía de sus parejas, lo bonita que estaba siendo aquella noche. Algunos años atrás, cuando ella apenas había cumplido los dieciséis años, había oído a la servidumbre hablar de ello. No lo había creído, puesto a que aquello sonaba muy bello para ser cierto. Las Centaúrides² solían reunir toda información "importante" a la hora que preparaban la cena para sus padres, no había día en el cual ______ se perdiera de alguna charla, porque siempre las espiaba detrás de las grandes puertas de la cocina.

Gardenia (Rosé y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora