Capítulo 21 - El Castillo

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Aunque Nid se despertó con fuerzas renovadas al siguiente día no le sorprendió la prohibición de su hermano a encabezar la ocupación del castillo con el resto del ejército. Algo frustrada tuvo que resignarse a seguir al primer grupo, subir en su caballo y asumir que tendría que quedarse atrás.

Su herida estaba lo suficientemente bien como para montar por lo que no tendría problema ninguno para luchar. Aún así, Remsh no la había dejado protestar siquiera. La orden había sido directa y, tras su concentración en la organización de los Ulli y aquella expresión severa, la muchacha pudo ver que su hermano simplemente no necesitaba una preocupación extra aquel día.

Finalmente culminaría su venganza. Harían justicia a la muerte de Ragnar y todo el viaje, todo lo que había significado para ellos el anciano cascarrabias del bosque habría acabado. El hecho provocaba en ella un nuevo desasosiego y, por la falta de simpatía en el rostro de Remsh, dedujo que él tampoco era inmune.

Ambos hermanos habían acabado siguiendo al ejército, sin demasiado interés en participar en la parte violenta y frenética de la batalla. El resto de hombres y mujeres, sin embargo, sí estaban sedientos de acción. Muchos aún seguían bajo los efectos del alcohol y sus cuerpos funcionaban erráticos, faltos de sueño, inmunes al cansancio.

A aquellas alturas del viaje los vikingos ya habían recuperado las fuerzas perdidas en el mar pero sus pieles estaban completamente impregnadas de suciedad. Los ríos no eran tan fríos como en Escandinavia pero no se podían comparar con los baños preparados que tomaban en casa. Así que muchos los evitaban lo máximo posible. Nid tenía a sus escuderas como ayuda para asearse, pero extrañaba las comodidades del hogar en cierta parte. Sentía el cuerpo resentido de una forma completamente nueva y, normalmente, siempre tenía el pelo encrespado.

Era extraño, pues, aún así, algo dentro de ella respiraba más libre que nunca.

Cuando avistaron los portones del castillo de Wessex aún les rodeaba la niebla matutina. Era algo bueno no ser vistos llegar, pero tampoco había mucha sorpresa sobre su ataque a aquellas alturas.

-¿Has visto la forma en la que utilizan las murallas?- apuntó Remsh señalando con el dedo en la imagen pequeña en la distancia - Las cabinas y pasarelas en lo alto.

-La mayoría de las murallas las tienen, incluso las que Lagertha está construyendo en Kattegat- musitó ella con obviedad.

Remsh asintió consciente de ello, pero sus ojos seguían llenos de cálculos y divagaciones

-Lo se, es solo que no lo había pensado mucho hasta ahora- explicó- No habíamos salido antes de Üll realmente. No habíamos luchado. No nuestra generación al menos- aclaró torciendo la cabeza- Hasta que no hemos empezado a hacerlo no me había planteado siquiera lo raro que es que nuestras murallas no tengan bases de vigilancia.

Nid lo meditó y se sorprendió al darse cuenta de que jamás había echado en falta aquel detalle mientras crecía. Estaba segura de que a la vuelta no sería igual.

Las murallas de Üll eran tan altas y robustas que realmente aquello no parecía algo necesario. Les habían proporcionado una defensa inexpugnable desde que se habían levantado, pero era ingenuo pensar que sería para siempre. Los Ulli nunca habían llegado tan lejos aún en sus días de gloria. Nid quería creer que les aguardaban tiempos de cambios y aventuras.

-Si paramos por Kattegat podríamos encontrar constructores- sugirió ella entonces.

Remsh le dedicó una mirada fugaz, como si cuestionara que aquel era su único interés al proponer una parada por Kattegat. Aún así apretó los labios y asintió.

-Los ancianos no verán con buenos ojos que unos extraños pongan las manos sobre las murallas. Esos viejos a veces las tratan como a dioses- masculló en un resoplido molesto.

Níðhöggr  » Ubbe RagnarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora