Capítulo 2 - Venganza y Gloria

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El honorable y querido Remsh. Joven líder de los Ulli que tan orgulloso había hecho sentir a su padre, que daba siempre lo mejor de sí y velaba por la seguridad de los demás con la determinación y el coraje de un auténtico vikingo. Ahora, además, había demostrado ser un gran líder en el campo de batalla.

Muchos no hubieran reconocido al muchacho que se postraba entonces en mitad de aquel salón. Había llegado el momento de al fin sacarse el peso que tanto tiempo había cargado y en un momento tan importante para él no iba a ser capaz de salir victorioso contra sus mas oscuros impulsos. Remsh no mostraba el rostro afable de siempre, en su lugar, había aparecido un hombre mucho más oscuro y martirizado.

Postrado ante aquel trono ajeno sintió que algo se calmaba en su interior. Recordó todas aquellas noches: el llanto de su padre escondido en la oscuridad, todas aquellas miradas perdidas, todos aquellos demonios. Su padre no había sido un mal hombre y desde que había sido consciente de la condena que llevaba a sus espaldas Remsh había querido hacerle justicia. De su hermano mayor y su madre tenía un leve recuerdo, sin embargo, de los estragos que sus muertes causaron en su progenitor si era completamente conocedor.

A sus espaldas Nid limpiaba una de sus espadas, apoyada contra uno de los pilares del Gran Salón. Ella no parecía tan concentrada en la imagen frente a ambos, ajena a todo lo que aquello significaba y a la importancia que aquel día tenía para su hermano.

A diferencia de ella él no era capaz de apartar la mirada del hombre arrodillado frente a él. El vikingo le observaba con determinación y orgullo, reacio a mostrar algún signo de debilidad ante los dioses que observaban. Remsh era consciente de que aquello era un signo de valía propio de un líder respetable y, aun así, sintió un oscuro deseo de verlo suplicar.

-Mátame chico- dijo el hombre frente a él con calma- A eso has venido, ¿verdad?- inquirió sin inmutarse.

Él no dijo nada. Por una parte quería recordar para siempre el momento en el que vengaba todo el sufrimiento de su padre y por otro no tenía muy claro qué era lo que quería o debía decir. Los pensamientos se entrecruzaban en su cabeza y no lo dejaban decidir con claridad. Todo aquello era nuevo para él y la presión por no cometer ningún fallo le había bloqueado.

-Es lo justo- volvió a pronunciarse ante el silencio- Yo maté a tu madre y a tu hermano- hizo una breve pausa para analizar la reacción del joven conde pero no recibió respuesta- Ahora tú debes vengarles.

Remsh decidió no desvelar la verdadera razón de su presencia allí. Prefería dejarle creer aquello que hacerle saber todo el daño que había causado en su padre. Prefería que se le recordara como un hombre valiente y no como el pobre condenado que había sido.

-Sí- murmuró al fin.

Dió un paso adelante y se arrodilló frente a su prisionero. A sus espaldas yacían ya completamente inertes los miembros de su familia entre los que se podían encontrar un elevado número de concubinas. Remsh los observó empapados en su propia sangre durante unos segundos antes de clavar sus ojos en el conde Zhorah. Le agradó que, por primera vez, estos mostraban signo de sufrimiento. Después de todo acababan de masacrar a su pueblo y a su familia, nadie aguantaba sin inmutarse ante eso.

Remsh desenvainó su espada y colocó la punta con delicadeza sobre el peto de cuero que cubría el torso del hombre. Este sonrió ante el cuidado con el que se movía el joven, tomándolo como un signo de indecisión y cobardía.

-Tan solo eres un niño- se jactó con sorna.

Remsh sonrió de vuelta.

-Si- volvió a asentir y con un brusco y determinado movimiento de brazo atravesó su cuerpo por completo con la espada, dejando el mango por el que la sostenía a apenas centímetros de la fuente de sangre que, a borbotones, pronto empapó su mano.

Níðhöggr  » Ubbe RagnarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora