Capítulo 8 - En el Gran Salón

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-Nos tenían acorralados, eran quizás veinte asesinos y nosotros apenas tres, sin armas en aquel lugar en mitad de la nada- relataba Bjorn, con los hombros inclinados sobre la mesa- Y entonces llegó la tormenta. Era como las ventiscas invernales pero de tierra. La arena te abrazaba cualquier resquicio de piel descubierta, apenas podíamos abrir los ojos o mantenernos en pie, pero conseguimos huir.

Nid escuchaba junto a su hermano aquella historia. Remsh estaba sentado a su lado, igual de absorto en aquel relato, aunque más concentrado en analizar a Bjorn. Sin duda alguna su hermano aún tenía la guardia alta. Pero la pelirroja estaba tan obnubilada con aquello que Bjorn contaba; el gran mar de arena se dibujaba en su mente, de una forma no muy clara, pero ciertamente prometedora.

Sintió envidia del vikingo y todos los viajes que había hecho. Aquello era a lo que ella aspiraba y cada vez lo tenía más claro.

A su alrededor la celebración continuaba, algo más animada que cuando llegaron. La gente iba de un lugar a otro, algunos bailaban, otros se daban fuertes pero amistosos golpes y las voces se superponían unas sobre otras cada vez más altas.

Bjorn se habían sentado en una de las mesas a hablar puesto que Nid no hacía más que preguntar y preguntar sobre sus incursiones, especialmente aquellas que habían sido lideradas por Ragnar. El vikingo parecía más que encantado de compartir aquellas experiencias con ella ya que había ignorado en varias ocasiones a otros hombres que, a voces, le llamaban desde diferentes puntos de la sala.

Remsh se había unido a ellos, fingiendo interés por aquellas historias, pero Nid había visto cierta preocupación en sus ojos al mirarla. Como si no le terminara de agradar que pasase tanto tiempo con el vikingo.

-Entonces llegó lo peor: caminamos y caminamos durante lo que parecieron semanas, pero la realidad era que perdimos completamente la noción del tiempo. Llegué a creer que moriríamos en aquel desierto. No había nada a nuestro alrededor: nada que beber, nada que comer, nada que nos indicara que nos acercábamos al fin a la costa.

-Pero volvisteis a casa- afirmó Remsh entonces.

Nid miró a su hermano algo decepcionada porque hubiera cortado de aquella manera el relato mientras que Bjorn asentía hacia él.

-No podía morir sin vengar a mi padre- proclamó Bjorn reclinándose en su silla con gesto perezoso y la mirada atenta sobre el conde.

Remsh y él compartieron una conversación en silencio que Nid no supo descifrar del todo. Su hermano le miraba con desconfianza y Bjorn le retaba.

La joven suspiró resignada. Nunca le había gustado aquella predisposición de los hombres por crear tensión donde no era necesaria. Sin duda debía hablar con su hermano, aquella era una alianza muy prometedora como para ponerla en riesgo.

Nid dejó su jarra con fuerza sobre la mesa, sobresaltando a los dos hombres.

-Estoy deseando partir hacia Wessex y ver sus caras cuando se den cuenta de lo jodidos que están- proclamó con una sonrisa ansiosa en el rostro.

Bjorn se rio despreocupadamente ante el entusiasmo de la muchacha sin quitarle la mirada de encima. Ella era muy consciente de que la fijación del hombre hacia ella no había desaparecido pero, parecía más calmado tras su breve conversación al respecto. Ya no parecía determinado por llamar su atención y dar a conocer sus intenciones y Nid lo agradecía puesto que Bjorn podía llegar a ser ciertamente intenso.

-¿Qué hay de vosotros?¿Ninguna historia sobre los famosos Ulli en su última incursión?- preguntó, dirigiéndose esta vez a Remsh.

El conde le lanzó una rápida mirada a su hermana y trato de disimular la incomodidad que se había asentado en su estómago dándole un sorbo a su vaso.

Níðhöggr  » Ubbe RagnarssonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora