El ocaso lucía en la pista de atletismo. Corría, solamente corría para deshacerme de todo lo que últimamente me atormentaba. Desde que habían empezado las actividades extraescolares no había parado de correr, si unas cuantas veces para beber agua y sentarme, pero aun así seguía sin permitirme parar, sabía que en cualquier momento mi cuerpo no aguantaría más, ¿qué más daba? ya pararía al terminar la última vuelta.
No he vuelto a ver a Adam desde lo de la llamada telefónica, y de eso ya hace tres días, ni siquiera me había vuelto a llamar, tampoco sé de qué me preocupo, seguramente estará enfadado enormemente conmigo y no querrá verme más, y no me extrañaría, todavía me siento mal por lo que le hice. Con Miki en cambio era distinto, si la veía, pero estaba distante con ella, sé que terminará por preguntarme qué me pasa, bueno, ya lo ha intentado innumerables veces estos tres días, mas yo siempre me iba en el momento preciso, realmente, ¿estaba siendo cobarde? tenía que enfrentarme a esto, pero no lo estaba haciendo, toda mi confusión era como una daga para mí, aunque ya no me quedaban dudas de que estaba enamorada de Miki... aun así... la evadía.
No me dí cuenta de que aceleré la velocidad. Mi superior, la capitana del club se había ido hace rato, me recomendó que no me quedara mucho más, pero creo que no le había hecho mucho caso. Tampoco me enteré de que en las gradas reposaba alguien sentado, o más bien sentada, mi escuela era solo para chicas, por este motivo siempre e estado pensando cambiarme a la escuela mixta de Adam, para estar con él, pero sabía que mi padre no me lo permitiría, ya que en esta misma escuela cursó mi madre, además, estaba Miki y no quería dejarla sola.
En ese momento alguien me llamó.
- Alice.
La voz era dulce y tímida, pronto supe que procedía de la persona de las gradas. Ese tono de voz era inconfundible, no lo había oído nunca pero concordaba con su aspecto, se trataba de Conny, según muchos la extraña belleza de la escuela, y no era para menos, ella realmente era extraña y misteriosa, siempre andaba en su mundo y juraría que jamás la he visto andando con compañía, dicen que tiene una hermana menor en la escuela primaria, pero tampoco la he visto con ella por la calle. ¿Llevaba todo el rato allí sentada?
Empecé a ralentizar la marcha hasta pararme, cogí una toalla para el sudor y después de beber un trago de agua caminé hasta donde se situaba sentada Conny, en la primera fila de las gradas.
- ¿Qué quieres, Conny?
Era raro que me hubiera llamado, aunque fuéramos compañeras de clase nunca había entablado conversación alguna con ella. Al estar tan cerca de la chica pude comprobar que los rumores eran ciertos, era realmente guapa, su pálida piel y sus pequeños labios rosados le daban aspecto de muñeca de porcelana, el pelo de color azabache daba la sensación de que lanzaba pequeños destellos morados y sus ojos, acompañados de una largas pestañas eran favorecidas por el color acaramelado del iris.
Una sonrisa torcida apareció en sus labios.
- Veo que tienes muchas dudas al respecto.
Dicho esto se levantó y se fue tal como había venido. Durante todo el rato yo había sido incapaz de reaccionar, ¿qué demonios acababa de pasar? Con ese comentario Conny me había demostrado que no era como yo creía, nada de tímida o dulce, ahora sí que me había confirmado que era realmente misteriosa y distante. ¿Qué tramaba aquella chica? ¿Cómo sabía que tenía dudas?
Salí corriendo de allí, pero Conny ya había desaparecido.
Mientras tanto, lejos de donde me encontraba, Chase y Miki discutían por algo.