El color carmesí ataca

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Dejé caer ruidosamente la carpeta del instituto sobre la cama, resoplé y me tiré yo también. Tumbada, me llevé una mano a la frente, estaba caliente pero no tenía fiebre. El camino a casa con Miki había resultado ser verdaderamente incómodo. No entendía el por qué, pero cada vez que la miraba me sonrojaba tibiamente y no podía seguir mirándola al igual que escucharla.

Giré mi cabeza ligeramente para mirar el despertador de mi escritorio, pronto me tendría que cambiar para ir a casa de Miki, según había podido entender, me iba a quedar a dormir en su casa. Si me ocurría el caso anterior con sólo estar cerca de ella no creo que fuera capaz de estar en su casa, y más si era durante una noche entera.

Vagamente me reincorporé en mi cama y caminé hacia el armario. Me decanté por unos vaqueros y una camiseta azul eléctrica de volantes. Empecé a preparar una mochila con las cosas necesarias, después de eso, fui directa al baño a peinarme.

Me miré en el espejo, ¿estaría bien si esta vez me lo dejaba liso? Probaría a ver que tal me parece. Tras unos minutos de peinar y plancharmelo, observé el resultado. Definitivamente, me veía rarísima sin una coleta, o eso, o es que estoy demasiado acostumbrada a llevar una. Pero elegí no tocármelo.

Bajé las escaleras hasta llegar al cuarto de mi padre, donde mi padre se encontraba en su escritorio revisando cuentas.

-Papá, hemos acordado Miki y yo que me quedaría a dormir en su casa, ¿podría?.- pregunté, sabía ya de sobra que me dejaría ir, desde que murió mi madre, ha estado demásiado ocupado llevando nuestro negocio, una panadería de la que mi madre se enamoró de joven.

-Claro.- afirmó prestando más atención a la calculadora, de la que no paraba de teclear.

Salí de allí y regresé a mi cuarto para coger mi mochila y una chaqueta. Me acomodé las cosas al cuerpo y emprendí la marcha hacia la casa de Miki.

No tardé mucho en llegar, ya que la casa de Miki estaba relativamente cerca. Llamé al timbre, y Miki salió por la puerta con una sonrisa. La miré sorprendida, mis mejillas dejaban asomar un leve color carmesí. Me defendí de mis nervios y le devolví la sonrisa.

-Mis padres se han ido a ver a un familiar por algunos días, ¡así que la casa es nuestra hoy!.- exclamó alegremente.- Ahora ya podremos quedarnos hasta las tantas en el salón o cualquier sitio que no sea mi habitación sin que nos llamen la atención.- añadió.

-Q-que bien.- tartamudeé, la sensación molesta volvía a invadirme, ¡oh, no! todo menos eso, por favor, al menos quiero disfrutar sin tener un dolor en la tripa.

Noté la mano de Miki cogiendo la mía para llevarme al interior de la casa, ya lo había hecho más de una vez, pero en esta me sentí diferente, deseaba que me la sujetara todo el día, sin poder evitarlo, el carmesí de mis mejillas se volvió más notable.

''¡Vuelve en ti, Alice!''

Grité aquello desde todos los rincones de mi mente, pero mi cuerpo estaba totalmente parado, sólo seguía a Miki como una tonta. Pero, estaba confundida, porque todo aquello... realmente me agradaba. Sí, no lo sé ni yo, pero me gustaba.

Fuimos hasta la habitación de Miki. Analicé con atención su cama, estaba minada de esmaltes de diferentes colores. Me quedé asombrada.

-¡Wow! Me habías dicho que tenías nuevos esmaltes, ¡pero no que tenías mil!.- comenté perpleja.

Miki soltó una leve carcajada, me la quedé mirando, tenía ya puesto su pijama, camiseta de tirantes de color vainilla y unos pantalones abombados del mismo color, pienso que tiene más gusto que yo, pero ella dice que lo tenemos muy parecido.

-Muy bien, ve a cambiarte que yo te espero aquí, tengo que elegir color y hay muchos.- dijo riéndose mientras observaba todo su repertorio de esmaltes.

-Vale, ahora vuelvo.- salí de allí y me metí en el baño de la casa.

Cerré la puerta y comencé a ponerme mi pijama. La imagen de la mano de Miki cogiendo la mía pasó fugaz por mi mente, el carmesí volvió. Llevé mi mano a mi pecho, se escuchaba mi corazón latir con fuerza, rayos, ¿qué me pasa? Me puse nerviosa de sólo pensarlo por un momento.

- Acaso estoy... ¿enamorada de Miki?.- mis pensamientos salieron en voz alta.

-¿Qué... dijiste?

Me di la vuelta a toda velocidad, Miki se encontraba en la puerta y me miraba con detenimiento.

¿Amigas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora