Chocolate caliente y una amiga

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Me aparté bruscamente de Conny y salí del aula corriendo. Ya no sabía ni lo que pensaba, solo quería huir de ahí. Tenía la sensación de que mis piernas reaccionaban por mí, llevándome directa a casa, sin importar con quien me encontrara por el camino, sin parar.

Abrí la puerta de mi casa y caminé directamente hacia mi habitación, lo único que fue capaz de pararme fue el saludo de mi padre, cosa que correspondí para no preocuparle.

Me senté en mi cama, exhausta, no me había dado cuenta de que afuera ya hacía rato que había comenzado a llover, por lo que estaba completamente empapada y tiritando. Comencé a desnudarme para meterme en la ducha. Lo único que me mantenía aislada de todo, relajándome.

Mientras el agua caía por mi cabeza yo no paraba de resoplar.

- Maldita Conny...

A este paso iba a explotar, y aquella chica sería la llama que prendiera la mecha. Golpeé ligeramente mi cabeza con mi mano. ¡Arg! ¿Por qué no soy capaz de hacer nada más que salir corriendo? Siempre acabo matandome la cabeza y dando vueltas a las cosas sin encontrar solución, solo estoy huyendo de lo que me pasa. Estoy arta de eso.

Salí del baño con aún más mal humor con el que había entrado, encendí mi portátil y revisé el Facebook. Como siempre fue una reacción en cadena y acabé terminando en el perfil de Chase. Mis ojos se pararon en seco ante una foto que no había visto nunca antes, en ella aparecía Chase lo suficientemente cerca de una joven como para rozar sus labios, sin rastro de Miki cerca.

- ¿Pero, qué...?- no tenía pruebas para comenzar a sospechar nada extraño, pero aquello me olía a gato encerrado.

Di un pequeño bote sobre la silla de mi escritorio cuando sonó el timbre, una visita. Llevaba el pijama puesto, como muchas veces suelo ducharme a la noche supongo que habría cogido la costumbre de traerme el pijama al baño y ponérmelo después. Fui al armario y me cambié. Mi padre se había ido mientras me duchaba por lo tanto el timbre seguía sonando.

Bajé las escaleras y abrí la puerta. No sabía qué decir, ante mí se mostraba una Conny completamente mojada a causa de la lluvia, momentáneamente después alzó una mano en la que llevaba mi mochila y me la tendió para cogerla.

- Toma, te la dejaste en clase.

Pronunció aquello con su habitual tono y dio la vuelta para irse. La cogí del brazo.

- Entra, no me sentiría bien que hubieras venido hasta aquí mojada y yo no te diera las gracias de alguna manera.

La llevé hasta el baño de mi habitación y le di ropa limpia de repuesto.

- Aquí tienes, será mejor que no pesques un resfriado.

La expresión de Conny había cambiado a una dulce, me recordó a un gatito bajo la lluvia, todo fue por un diminuto instante, pero fui capaz de ver por primera vez aquella expresión. Sonreí sin darme cuenta. Cuando cerré la puerta oí un pequeño susurro.

-Gracias...

Me encaminé hasta la cocina para hacer un poco de chocolate caliente, era verdad que quedaba menos de una semana para que llegara el invierno, ya hacía bastante frío. Pero aun así, ¿por qué estaba así de feliz con Conny después de lo de antes? Porque no es normal estar cabreada y al segundo feliz.

-Alice.

Volteé al segundo, encontrándome con los ojos de Conny.

- Alice, despierta, si sigues calentando más el chocolate al beberlo nos quedaremos sin lengua.

Abrí los ojos como platos y terminé corriendo de hacer el chocolate, no me había percatado durante un rato de él. A mi espalda sentí una pequeña risa, ignoré aquello y empecé a servir el chocolate en dos tazas. Anduve hasta el salón y me senté en el sofá, seguida de Conny. Apoyé mi taza en la mesa.

-Habrá que esperar a que se enfríe...

Encendí la televisión para romper el incómodo silencio que había entre las dos. Tras unos largos minutos que me parecieron milenios, habló.

-Mira, yo no quiero entrometerme entre tú y Miki.

Mi boca reaccionó sin que yo pudiera hacer nada, formulando la pregunta que durante todo el rato me había estado acosando.

- Entonces, ¿por qué lo hiciste?

- Tuve curiosidad por saber qué pasaría si hiciera algo.

Contestó aquello como si fuera lo más natural del mundo, yo no sabía si enfadarme o echarme a reír. Opté por quedarme callada, al parecer Conny no había terminado de hablar.

- Pero, como he visto que tú no sabes qué hacer, quiero proponerte ser tu... ¿consejera?

Terminó diciendo aquello con una expresión de como si lo que hubiera dicho fuera una total idiotez, que no pude reprimirme reír.

- Así que así es tu manera de proponerme que sea tu amiga, ¿eh?- dije entre pequeñas risas.

Conny me lanzó una mirada asesina y volteó la cabeza hacia otro lado.

- Si no quieres que sea tu amiga está bien, tienes motivos para guardarme rencor.

Cuando murmuró aquello paré de reírme.

- Me encantaría ser tu amiga.- sonreí.

Luego de aquella extraña conversación no paramos de hablar, al parecer tenía bastantes cosas en común con Conny. Cogí mi móvil al oír que me había llegado un mensaje.

''Necesito hablar contigo, ha pasado una cosa que me ha dejado destrozada''

Entonces, la sonrisa que había mantenido en mis labios durante todo el tiempo, se disipó.

¿Amigas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora