Capítulo 3: "Casi que un buen día."

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-Tu hermana piensa que es mi novia y para "probarlo" tuvo que "besarme".-Explicó.

-¿En serio? Kim, ¿jugamos a ser novios? -preguntó Jas y sonrió con su sonrisa matadora.

-No. -le sonreí igual.

-Hey, Jas, después de todo no me contaste qué sucedió con Hillary el día de la cita.. -comenzó Dyl, mirándome directamente, dándome a entender que querían hablar a solas sobre cosas de machos pechos peludos. Revoleé los ojos y me levanté del suelo, en el cual me había sentado hace apenas unos segundos. Dyl me tiró un beso en agradecimiento y entré por la puerta corrediza, de vuelta a la cocina.

-Y, Kim.. Entre mujer a mujer, ¿aún ninguno de esos chicos te gusta? –y ya empieza.

-No tía, no. –reí mientras mojaba una galleta salada en la salsa de queso.

-¿Cómo es que no? Yo a tu edad era muy enamoradiza. -comentó riendo a lo que se sentaba frente a mí, limpiándose las manos en su delantal. Meredith entró a la cocina, en busca de algo de comer. Siempre escuchaba nuestras conversaciones, y a veces hasta participaba en ellas.

-De eso no hay duda, eres y eras muy hermosa. Pero, no lo sé, ni ellos, ni nadie me parece lo suficientemente lindo para decir que me gusta. -me encogí de hombros.

-¿No será que eres lesb..

-Estoy segura de que no, quédate tranquila.

-De todas formas, son muy buenos amigos y tienen una relación hermosa contigo. No deberían perderlo jamás. –y en eso sí que estaba de acuerdo. Mer se sentó junto a su madre.

-No tienes idea de cuánto me gustaría ser tú, Kim. Esos chicos tan lindos, excepto mi hermano, están a tus pies.-Mer suspiró.

-¿Te gustan esas cosas que están ahí afuera? -reí al preguntárselo, no imagino a Mer besando a Dylan.

-Pues sí, es que son hermosos. ¿Viste el lunar de Jack? ¡Por dios!

-Wow Mer, bájale a tus hormonas, es mío.

-No te preocupes, sé que no son nada. Idiota. –me retó en broma. De vez en cuando ella me entiende. Sólo cuando no es una estúpida rubia hueca.

-Muchas cosas de chicas por hoy, voy a ver si los chicos no murieron. -abrí la puerta trasera y no estaban.

Caminé un poco más y estaban sentados en el césped, riéndose.

-No saben qué deliciosa estaba la salsa. -hice una mueca y ellos me miraron mal.

-Si no estuviera tan cómodo, te golpearía. –dijo Dyl, mientras me sentaba a su lado, a próposito.

-Hace un poco de frío aquí, ¿no creen?

-Cállate o te golpeo en serio. -asentí sumisa, intentando ocultar mi sonrisa.

-Bien, me callo. ¿De qué hablaban?

-Jugamos verdad o consecuencia. -contestaron Dyl y Jack.

-Eso suena interesante. –elevé una ceja.

-Ahora que lo pienso, ha pasado un largo tiempo desde que tú no juegas con nosotros. –dijo Jas.

-Sí, porque cuando lo hago sólo me hacen sufrir. –los tres rieron. –Sólo los veré jugar a ustedes, eso es más divertido.

-No lo es, tonta. Pero está bien. Dyl, tu turno, ¿verdad o consecuencia?

Y así estuvimos hasta la medianoche, entre verdades y retos. Fue la primera de muchas con el niño nuevo, fue una pena que Chris no estuviera.

-Ya es muy tarde, chicos. Creo que es hora de irme. –anunció Jack, bostezando. Y nos contagió el bostezo a todos.

-Opino lo mismo. –dijo Dyl.- Kim, ¿vamos? –me ofreció su mano para ayudarme a levantarme.

-Vamos. –la tomé y me impulsé hacia arriba.

Siempre que tomamos caminos a nuestras casas, Dyl y yo vamos juntos, ya que vivimos casi que pegados, en la misma zona del barrio.

Subimos a buscar nuestros skates, y nos despedimos de la madre de Jas para así salir directo a nuestros hogares.

Dyl me besó en la mejilla cuando me dejó en la mía y entré. Me arrepentí al instante.

Papá y mamá estaban casi que devorándose en el sofá. Siempre lo hacían, pero eso no quitaba el hecho de que me asqueara, no era nada lindo para nadie.

Y apenas cerré la puerta, fuertemente, se separaron. Fingiendo ser inocentes de cualquier acto mal visto para su hija de catorce años.

-Oh, cariño, ¿cómo te ha ido? –me saludó mi madre.- ¿Ya cenaste?

-Sí, en donde Jas con los chicos. –contesté mientras subía la escalera a mi cuarto.

Dejé el skate en algún lado de mi habitación y me tiré en la cama, fue casi que un buen día.


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