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-Tardó más tiempo de lo que se esperaba, sr. Herrera- me contestó la maestra Susanna.
-Perdone maestra- le contestaba mientras le entregaba a la maestra el justificante del médico.-No se repetirá. El médico dice que es por estres-
-Bueno, eso espero. Necesito que copie los temas que son muy importantes para su examen. Ahora vallas a su lugar.-

Cuando me di la vuelta para ir directo a mi celular, Nathan me estaba viendo. No. Me estaba mirando. Esos ojos color azul denotaban cierta duda. Se preocupaba por mi. Pero yo no le hacía caso.
Seguí con paso apresurado hasta mi lugar y no mire hacia su banca porque sabría que estaría ahí. Mirándome.
Y lo mire de reojo, y vi que sostenía una libreta roja en la mano. Era mi libreta.
Seguramente se me había caído al pasar.
Y cuando revise mi mochila estaba mal cerrada. Se me había caído.
-Maestra, me puedo parar a darle este cuaderno que se le callo a Adam?- dijo Nathan
-Ah... Si. Adelante.- Le contestó la maestra.
Y se paró de su banca y lo vi venir con el cuaderno rojo en la mano derecha. Su cuerpo se movía de una manera tan elegante y tan sencilla que hacía parecer que caminar era algo sencillo cuando alguien estaba nervioso. Claro, él denotaba su nerviosismo, porque se secaba la mano izquierda constantemente. Significaba que estaba sudando. Y sus ojos buscaban desesperadamente mis ojos para sentirse cómodo.
-Toma, se te cayó esto- me dejo la libreta en mi pupitre.
-Gracias- le conteste

-Bien, anoten en su libreta.-decía la maestra. Cuando la abrí tenía un papel arrugado con un mensaje adentro.

Hola. Yo si quieres te paso los apuntes luego. Si no quieres no hay problema.
-Nate

Tenía una bonita letra y una caligrafía tan elegante como su paso al caminar.
Pero mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando la maestra dijo:
-Formen parejas para su trabajo que tendrá el 70% de su evaluación. -
Y en un intento de desesperación mire por todo el salón en busca de una pareja con quien juntarme para el trabajo. Pero ninguna mirada se cruzó con la mía. Repase todos los lugares excepto el de él. Cuando mire a su banca, él me estaba mirando con cierta tristeza; ya que nunca pase por su banca para ver si quería juntarme con él. Y cuando el vio que lo estaba mirando sus pupilas se dilataron. Podría jugar que se puso feliz al ver quebró buscaba.
Todo el salón estaba parado con su pareja reunidos para platicar sobre su trabajo. Y él se paró y se dirigió hacia mi. Ahora venía más nervioso que la otra vez.

-¿Quieres... Eh... Juntarte... Conmigo?-me pregunto tartamudeando. Tenía una voz grave que me dejó mudo por un momento y el silencio creció entre nosotros aunque a nuestro alrededor había mucho ruido.

-Estem... Ah...- tartamudeaba. No podría articular palabra alguna.

-Si no quieres no hay problema, puedo buscar a otro...- me contestó con cierto tono de decepción.

-No, si. Digo no. Digo si. Quiero estar contigo- conteste con una leve sonrisa en mi rostro

-Perfecto- me contestó con una sonrisa que irradiaba felicidad. Y me volvió a mirar a los ojos.
Era como un ángel irradiando perfección cada vez que sus ojos se encontraban con los míos.

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