Capítulo 17

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El día diecisiete fue de esos que empiezan increíblemente bien y terminan siendo los peores que se pueden imaginar.

Creo, sin duda alguna, que fue uno de los días más terribles que viví jamás.

No recuerdo cómo me levanté. No sé si Kara seguía a mi lado o si había ido a desayunar con las chicas.

En realidad, ese día ha sido nublado por una gran tormenta de dolor que no me permite ver claramente a través del cristal de los recuerdos.

Tampoco sé si las cuatro comimos juntas, o si una estaba ausente. Lo único que sé es que, al terminar, Sam se acercó a mi lado.

—¿Podemos hablar, Lena?

Se estaba mordiendo el labio nerviosamente y sus ojos estaban algo cristalizados. Movía sus manos con impaciencia, lo cual me alertó de que algo sucedía.

—¿Puedes esperar un poco? —No recuerdo exactamente por qué me negué. Tal vez Kara me había pedido algo o sentía que, simplemente, no quería hablar.

Es tan difícil contar algo que, en tu cabeza, no está para nada claro.

Ella asintió con dificultad y suspiró. Creo que entró a su habitación, pero también pudo haberse quedado en el salón.

Lo único que sé es que yo me fui y me metí bajo las sábanas.

No puedo decirles si Kara ya estaba allí o llegó un poco después. Lo único que sé es que sus brazos envolvieron mi cintura y sus labios se presionaron contra mi cuello.

—Te amo —murmuró con dulzura. No recuerdo muchas cosas de ese día, pero sí cada una de las palabras que dijo a continuación—. Si me dieran a elegir qué vida quiero vivir elegiría esta y no le modificaría absolutamente nada. Fue corta, imperfecta, dolorosa y complicada, pero tenerte ha hecho que todo eso valga la pena, Lee. Y si, sé que pronto vamos a dejarnos ir, pero no me siento triste por eso. Estoy feliz porque la vida me ha dado la oportunidad de tenerte tanto como me fue posible —Ella suspiró. No estaba llorando, sino sonriendo, lo cual amaba en ella—. Gracias por existir.

Me incliné de inmediato y la besé. No recuerdo exactamente donde, pero quiero creer que fue en los labios y que a ella le gustó.

—Creo que la que debe agradecer soy yo —Esta vez dije—. De pequeña me hablaban de príncipes y princesas, cuentos de hadas, chicos perfectos... No eres lo que esperaba, Kara. Eres mil veces mejor que eso —La abracé, pues me gustaba hacerlo. Ella me besó el cuello—. Gracias por amarme y ser capaz de darlo todo por mí. Gracias por convertirte en mis ojos, mi boca, mi cuerpo y mi corazón. Gracias por protegerme de esos peligros que ni yo sabía que existían, y gracias por ser tú. Gracias por ser la mujer que amo. Gracias por amarme. Gracias por permitirme vivir junto a ti tanto como la vida nos lo permitió.

Ambas sonreímos y nos abrazamos en aquella cama. Kara me cantó una canción, pero no recuerdo exactamente cuál. Luego yo le canté una mientras acariciaba su cabello, y me enternecí al notar que comenzaba a dormirse entre mis brazos.

—¿Puedes contarme una historia?

Asentí entre sus brazos y dejé que mi mente trabajara.

— Había una vez un hermoso unicornio y un hermoso dragón —comencé—. Ambos se amaban más de lo que te puedes imaginar, y solían creer que serían felices para siempre. El dragón volaba durante las noches en busca de estrellas para su unicornio, pues creía que éste se merecía el cielo entero. El unicornio, mientras tanto, buscaba flores para regalárselas a su amado, pues creía que se merecía las cosas más hermosas de este mundo. Como dije, llegaron a creer que tendrían un "para siempre" —suspiré al sentirla relajarse entre mis brazos. Supe que se había dormido, pero aun así continúe. Tal vez yo también necesitaba escuchar una historia—. Los otros dragones y unicornios estaban celosos de su amor, así que decidieron acabar con ellos. Fue así como un día, justo cuando ambos dormían, ambas razas se juntaron para incendiar la entrada de su cueva. Cuando ambos despertaron supieron que ya no había escapatoria, así que solo se abrazaron y esperaron a que el humo los ahogara y el fuego los quemara —¿Por qué lloraba? ¿Por qué mi corazón dolía? —. Aun así, como su amor era tan grande, los dioses decidieron que ellos debían seguir juntos. Es por eso que durante las noches el dragón busca estrellas en el cielo y baja en forma de estrella fugaz para entregárselas a su amado, quien lo espera con todas las flores que ha recolectado en el prado. Y siempre, cada vez que se ven, su amor aumenta un poco más... —me limpié una lágrima— Supongo que es el fin.

Virus Letal | [Supercorp Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora