Capítulo 20

79 14 0
                                    

El día veinte fue mucho peor que el día anterior.

Por segundo día desperté completamente sola, y el corazón me dolía. Entendía que Kara quisiera ayudar a Sam, yo también lo habría hecho si mi mejor amiga no hubiera estado completamente enfadada conmigo, pero yo también estaba allí. Yo no había muerto aún. Yo necesitaba compañía, abrazos, consuelo...

Kara parecía haberse olvidado de eso.

Kara parecía haberse olvidado de mí.

Entré al baño para luego vestirme y salir a comer. Puedo jurar que me sentí aún peor.

Mi piel se sentía sola y fría. Yo estaba sola y fría.

Cuando salí de la habitación supe que ese día solo iba a ponerse peor.

Kara estaba comiendo junto a Sam sobre el suelo mientras reían y se lanzaban el desayuno al rostro sin preocuparse por nada. Mi plato estaba a un lado, enfriándose, y mi esposa no había sido capaz de llamarme o tocar mi puerta.

—Lee —dijo al verme. No recuerdo si me mantuvo la mirada más de dos segundos, pero probablemente la respuesta sea no—. Buenos días.

No le respondí. Aquel no era un buen día.

Comenzaba a enojarme. Quería ser notada por mi esposa y, tal vez, por quien alguna vez fue mi mejor amiga.

Me senté lejos de ella esperando que me llamaran para unirme a su grupo o, al menos, que Kara se atreviera a dirigirme la mirada.

Eso no sucedió.

—¿Qué haremos hoy? —preguntó Sam a mi esposa. Por supuesto, ella ignoraba mi existencia.

—No lo sé. Tal vez podemos...

Pero yo necesitaba tiempo con ella, así que la interrumpí antes de que culminara la oración.

—¿Puedes venir conmigo hoy? Solo serán unos minutos —supliqué como un niño al cual su madre ha dejado por su hermano menor recién nacido—. Por favor, Kara.

No mencioné a Sam porque sabía que lo único que recibiría seria otro escupitajo, o insultos, o golpes.

No sabía que esperar. Ya no la conocía.

Kara volteó a mirarme en ese momento. Es sus ojos vi que se había olvidado de mi presencia en la habitación, lo cual realmente me hirió.

—Lee, yo... —comenzó, y supe que de sus labios solo escaparía una disculpa.

—¿Qué te parece si pateamos las paredes, Kara? —la interrumpió con malicia. Mi esposa volvió a fijarse en ella, y yo quedé olvidada.

—Suena genial —Aceptó antes de juntar su puño con el de mi vieja mejor amiga.

Luego de eso ellas siguieron haciendo bromas y mi corazón se rompía cada vez que escuchaba a Kara reír, pues no era yo la causa de ese hermoso sonido.

Estaba tan enojada y herida que dejé de comer y esperé a que ellas terminaran. Pensé que se irían de allí, pero se quedaron mientras contaban chistes estúpidos.

Fue durante el quinto chiste que no pude soportarlo más y me levanté aún con el plato de comida completamente lleno entre manos.

—¡Kara, cui...! —intentó advertir Sam.

Pero ya era demasiado tarde, pues yo ya había dejado caer todo mi desayuno sobre mi esposa, quien dejó escapar un ruido de sorpresa por sus labios.

No recuerdo de qué estaba hecho mi desayuno, pero sé que era algo pastoso y de mal olor.

Se sintió tan bien hacer eso.

Virus Letal | [Supercorp Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora