22. A veces debes caer para renacer.

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Francesca.

—¿Es la primera vez que matarás a alguien?

—Si, mi padre desea que lo haga hoy mismo como prueba final.

—¿Podrás hacerlo?

—Lo haré, si no soy capaz de dar este paso, no podré dar ninguno.

—¿Necesitas que este allí? —Zadic luce preocupado, siempre lo hace. Actúa como un hermano mayor que intenta protegerme aún cuando sabe que soy igual de peligrosa que él.

—No quiero que estés allí, necesito hacer esto sola. Pero puedes esperar afuera, tal vez alguien con quien ocupar mi tiempo después no me caería mal. —Le digo aligerando el ambiente, está tenso porque por primera vez asesinaré a una persona.

—Ten. —Su mano alcanza la mía para dejar un rollo de hilo plateado en mi mano, es fuerte y parece ser de acero. En las esquinas tiene unas pequeñas puntas afiladas.

—¿Para qué me das esto?

—Es tu seguro, con esto tendrás el tiempo suficiente para decidir si eliges no matar a esa persona o si aceptas que lo harás, aun sabiendo en lo que eso te convertirá.

Me permito ser débil un instante, solo con Zadic puedo bajar la guardia de esta manera. Es mi hermano, es alguien en quien puedo confiar a ciegas.

—Si lo haré, sé de lo que soy capaz. Tú sabes que mi ambición es mayor a esto, yo lo quiero todo. Que la mafia entera se arrodilla ante mí, ante una mujer como ninguna otra. —Cierro los ojos un segundo antes de mirarlo de nuevo— Pero también sé que no será fácil y probablemente esto me persiga hasta que deje de sentir.

—Lo hará, te perseguirá un tiempo, pero estaré aquí para ti.

Asiento aceptando el hilo que usaré como arma, terminamos de subir al ascensor y mientras vamos pasando los pisos me siento más ansiosa y algo asustada.

Cuando llegamos a la habitación del sujeto, Zadic se queda afuera en el pasillo mientras yo entro con sigilo. Me coloco los guantes de cuero y sujeto el hilo de un extremo al otro entre mis manos, dejando solo un poco en el medio.

Avanzo en la habitación oscura y encuentro al sujeto en su cama acostado, esperaba tener una breve pelea para no sentir ninguna especie de culpa por la desventaja, pero el sonido del suelo crujiente cuando me acerco lo despierta. No puedo ver quién es el hombre, sin embargo no tardo demasiado en subir a la cama sobre él y rodear su cuello con el hilo. Sus manos intentan tocar mi rostro pero lo alejo, luego sus uñas raspando el material de cuero de mi chaqueta y mueve sus piernas intentando quitarme de encima de él.

Mantengo mi posición firme y sigo apretando y apretando el hilo hasta que sus manos se vuelven más lentas y torpes. Su respiración disminuye y escucho claramente su último respiro. Aparto el hilo de su cuerpo y me levanto para alejarme.

Las manos me tiemblan y siento que actúo en un modo automático, algo me empuja a encender la luz. Tal vez el deseo de conservar el rostro sin vida de mi primera víctima, o quizás una manera de recordar en lo que ahora me he convertido.

Una asesina.

La luz de la lámpara da contra su rostro una vez prendo el aparato y me quedo petrificada.

Mi padre nos envió a este lugar a encontrar a un supuesto traidor de los Greco, un enemigo lejano que había intentado asesinar a los pocos miembros de mi familia que aun quedamos vivos. Todo fríamente calculado para llevar a cabo mi primera tarea en la organización, mi primer paso como el arma humana y asesina letal de los Greco.

Frenesí [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora