ADVERTENCIA ⚠️: El siguiente capítulo contiene un tipo de tortura que no debe ser imitada o puesta en práctica.
Francesca.
—¿Zadic?—llamo en medio de la oscuridad—¿Zadic?—
Solo puedo oír el silencio y a pesar de las indicaciones, de las lecciones o entrenamientos, no he logrado controlar está histeria que me embarga cuando no controlo la situación, cuando las cosas se escapan de mis manos.
—¿Zadic? —llamo una vez más, pero el primer golpe en mi brazo me tambalea, luego le sigue otro en mi mandíbula y un chasquido acompañado del intenso dolor en mi oído casi hacen que caiga, sin embargo logro sostenerme.
Recibo otro en el abdomen que me saca el aire, llevo mis manos a este doblándome hacia el frente para tratar de protegerme de otro, pero entonces un cuarto golpe en mi rostro termina por mandarme al suelo, intento cubrir mi cuerpo con mis brazos.
Contengo las ganas de llorar, si lloro me golpeará más fuerte, más brutal, porque así es él, así saca sus frustraciones por ser lo que es.
—Señor Fazio—la voz de Zadic se oye temerosa cuando entra al hueco y enciende su lámpara—¿Por qué no quiso que entrenará con Francesca, hoy?—
—Lárgate, mañana entrenarás con ella—Zadic intenta replicar pero lo calla inmediatamente—Si no te vas ahora, la seguiré golpeando hasta que lo hagas—
—Fran…—
—FUERA—Grito.
Zadic da un asentimiento que apenas distingo por la luz y se marcha, sumiéndonos de nuevo a la oscuridad.
—Tu madre dice que eres más fuerte que yo, que debo enseñarte todo, pero allí estás en el suelo— comienza.
Alejo el dolor o eso intento mientras me levanto, muerdo mis labios sintiendo el sabor metálico de la sangre ante la fuerza que empleo para no lanzar un alarido cuando siento una punzada en el hombro. El hueso se ha movido de su lugar, pero justo ahora no puedo regresarlo, no con mi padre aquí.
—Mi padre decía que nuestro animal interior solo sale cuando estamos acorralados, y ahora lo estás Francesca. No puedes ver, solo puedes oír e intentar esquivar mis golpes, ¿Qué harás? ¿Cómo te defenderán?— lo siento moverse, da vueltas a mi alrededor y cada vez que golpea el palo contra el piso mi cuerpo se sobresalta.
Mal, muy mal. Debo controlar mis instintos, debo controlar mis reacciones, solo yo decido que demostrar.
—Zadic no está para ayudarte, ni tu madre, estás sola a merced de alguien con más fuerza que tu, con más poder. No tienes nada con lo cual pelear más que tu mente—
Doy un respiro, inhalo y exhalo. Aún en la oscuridad cierro los ojos y me concentro en sus movimientos, en el susurro de sus pies sobre la arena, en el patrón de los golpes contra el suelo y me calmo, me controlo y pienso.
Cada cinco segundos avanza, cada diez golpea, su voz es coordinada como si en verdad quisiera enseñarme, pero tras sus palabras siempre hay reproche u odio, me culpa por su relación con mi madre, me envidia por mi fuerza e inteligencia, me odia por ser mejor de lo que esperó y por superar siempre sus pruebas. Y aun así valoro su entrenamiento, es una mierda, un parásito de la sociedad que fue inculcado como solo los Greco pueden hacerlo.
Sus enseñanzas no son para que aprenda, son para desquitar su rabia y frustración conmigo. Sin embargo, son lo que necesito.
Me río, comienzo a reírme sin parar y lo escucho detenerse.
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Frenesí [+21]
AléatoireNací en la mafia, me crie en la mafia y me casé en la mafia. Mi marido y yo no solo somos letales, también mortales, nuestro clan es conocido como La Parca. Somos los reyes de todo Chicago. Todo estaba saliendo a la perfección, o eso creíamos; al me...