Izuku estaba acostumbrado a la vida en Yuuei, un pueblo cuya tierra desbordaba magia en el viento de su "eterno otoño".
Y estaba bien.
Él era parte del secreto más grande que la magia de su eterno otoño podría esconder, él era parte de la manada T...
I'll be the blood if you'll be the bonesI'm giving you all I'm giving you all So lift up my body and lose all control I'm giving you all I'm giving you all
Yo seré la sangre, si tú eres los huesos. Te daré todo, te daré todo. Así que, levanto mi cuerpo y pierdo todo control, te daré todo, te daré todo.
— Of Monsters And Men (Wolves Without Teeth)
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La sonrisa de Inko Midoriya, su madre, era definitivamente de las cosas más hermosas que Izuku jamás tuvo la dicha de ver. Ese gesto amable que lo recibía después de un largo día de trabajo, porque sus ojos apacibles y mofletes redondos siempre transmitían paz.
Pero esta vez, era la primera que Izuku sentía que esa sonrisa apacible le era incómoda. Y no había que malentender, Inko genuinamente estaba radiante, con su gesto de tranquilidad habitual a pesar de estar en la mesa de la cocina sentada frente al Alfa de la manada mientras que Izuku estaba a su derecha, justo en el medio de ambos.
No era un contacto hostil, su madre entendía todo lo que tenía que ver con los lobos y eso incluía a los compañeros. La posibilidad de que Izuku fuese el compañero de algún lobo estaba siempre presente, pero definitivamente nadie espero que fuese a ser el compañero de un Alfa.
— Me gustaría pedirle permiso para cortejar a Izuku. — Le dijo Katsuki, mirándola directo a los ojos, sin una pizca de titubeo.
El atrevimiento del Alfa hizo sonrojar a Izuku, no podía creer que, siendo un adulto hecho y derecho, tuviera que estar sentado viendo como Katsuki le pedía permiso a su madre para cortejarlo, como si fuese una especie de novela medieval.
Inko Midorita dejó escapar una risita traviesa, por su puesto que ella estaría de acuerdo, no había mejor hombre para su hijo que el Alfa de la manada. Izuku sentía que la cara le ardía de la vergüenza, podía escuchar la risa profunda de Enji Todoroki que se burlaba de la situación, quizá incluso sintió su mano pesada dándole palmaditas en el hombro.
— ¿Ya le preguntaste a él? — Inquirió Inko.
Katsuki abrió la boca, pero no dijo nada, solamente se sonrojó hasta las orejas como un tonto cachorro. La mujer rio bajito, Izuku quería fundirse con la silla porque su compañero (y el maldito Alfa) parecía haberse derretido bajo los ojos apacibles de su madre.
— ¡Di algo, Blasty! — Se escuchó desde la sala de estar.
Malditos hombres lobo.
Izuku suspiró sintiendo que quería vomitar.
Por un momento, el brujo olvidó que no existía la privacidad en una casa llena de licántropos con olfatos y oídos mágicos con una capacidad auditiva estúpidamente buena.
