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Narrador omnisciente
Faltaba un día para que llegarán a Sumeru, Hannah ya sabía cómo actuar, era fácil simplemente tenía que actuar como lo hacía frente a las personas de Mondstadt.
Las horas pasaron lentas, hoy nuevamente estaba lloviendo. La chica estaba en la cubierta siendo empapada por la lluvia, no le molestaba, estaba ahí por que quería relajarse y por que le gustaba la lluvia.
Mientras observaba como las olas eran más grandes que normalmente sintió como la lluvia dejaba de mojarla.
- Ayer te dije que si no te ponías suéter te enfermarias y hoy te digo que si te quedas aquí afuera te enfermaras -escucho decir a Albedo-
- No te tienes que preocupar por mi -Hannah volteó a verlo, sus ojos y punta de la nariz estaban rojizos-
- Ven, te daré algo para que se quité el resfriado
- No te preocupes, lo tengo controlado -ella sonrió- ¿Cómo estás? No te había visto desde el desayuno
- Estoy tranquilo
- ¡Chicos! -Harry llamo a ambos llendo hacía ellos con una paraguas-
- ¿Qué sucede padre? -pregunto Hannah-
- Cambiense, llegaremos a una posada antes de llegar a Sumeru
- Perfecto -La chica sonrió-
- Está bien señor
- Bueno, llegaremos en medio hora -Harry se fue de la cubierta-
- Al fin pisaremos tierra antes de llegar a Sumeru -dijo Hannah-
- Será más tranquilo dormir en la posada
- Así es señor Albedo -Hannah sonrió de lado-
- Bueno señorita Hannah le dejo mi paraguas -Albedo tomó la mano de Hannah que estaba temblando por el frío,colocó la paraguas en su mano, se quitó su saco y se lo puso a ella- Hasta más tarde -el chico se fue a su habitación-
Ella sonrió sosteniendo la paraguas, ¿Por qué era así de amable después de ese odio?
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Habían llegado a la posada, la isla estaba a unas horas de Sumeru y la lluvia se había calmado.
Hannah y Albedo bajaron primero, ambos platicaban tranquilamente por lo que a la vista se notaban serios.
