Capitulo 1: Algo se acerca.

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Dulces recuerdos con aroma a tulipanes. Dulces recuerdos con esos ojos llenos de paz y ternura. Recuerdos de calidez, y aquella profunda devoción. Kassaia, Kassaia, Kassaia. La dulce y bella Kassaia, de sus brazos fue arrancada, algo que nunca podría perdonar a los dioses. Todo sería tan diferente si ella nunca se hubiera marchado. No importaba lo tan molesta que estuviera con el en ese momento, el sabía que pasado el tiempo, Kassaia perdonaría. Porque su corazón era tan puro, que en el, no había lugar para el odio. Si ella no le hubiera Sido arrebata, estaría compartiendo Babilonia con ella, reinando con ella, siendo feliz con ella. No importaba si no tenía un hijo. Aún cuando eso era lo que más quería, si supiera que los dioses podían devolverle a Kassaia, sería capaz de renunciar a su hijo.

Esos pensamientos llenos de Kassaia, era algo que Nebuzaradan mantenía demasiado oculto, nadie sospechaba, nadie creía que el siguiera recordando a Kassaia, mucho menos extrañandola. Y aún peor, nadie creía que el alguna vez la había amado. Y era difícil creerlo, las acciones de Nebuzaradan no hablaban muy bien de sus sentimientos por Kassaia, sin embargo solo el sabía la verdad de sus sentimientos. Y la verdad era que aquello que sentía por ella, nunca nadie lo podía igualar. Podía tener a miles de mujeres de Babilonia y otros reinos, incluso a la bella ex sacerdotisa Samu Ramat, pero la paz y el amor que Kassaia le transmitio en vida, era algo que nunca otra mujer podría darle. La perdida de su esposa era un dolor letal y silencioso que no se permitía demostrar ante nadie. Era un dolor únicamente conocido y sentido por su portador. Que cada vez que se permitía estar en completo silencio, era azotado violentamente por la absorvente soledad de su corazón y aquel vacío que lo hacía sangrar en secreto.

Aquella mañana Nebuzaradan se levantó en el momento exacto para contemplar el amanecer, observo a Samu Ramat tendida en la cama durmiendo plácidamente, envolviendo en sus brazos a su hijo de tres años Alecsazar, camino hasta el balcón de la habitación, desde ese lugar tan alto se podía contemplar a la gran Babilonia en su máximo esplendor. Observo y observo ese gran imperio que ahora le pertenecía, y pensó que en realidad no existía ni una sola cosa o persona en ese basto lugar, que logrará hacerlo sentir de aquella forma tan especial. Pero no dijo nada, mantuvo aquel típico silencio y regreso a la cama junto a su nueva familia, añorando la perdida de su gran amor.

Llegado el medio día el sacerdote Elines, le comunicó que en tres días para su cumpleaños comenzarían a llegar las delegaciones de los imperios vecinos, para enviar muestras de respeto y felicitación, además de presentes. Menciono que ese año participaría también un pequeño reino, que hasta ese momento se había mostrado reacio a relacionarse o adular a Babilonia. Pero luego de la reciente muerte de la reina Hafsa, la única monarca que había sido capaz de hacerle frente al gran Nabucodonosor, el reino entendió que no estaban en posición de ser orgullosos, mucho menos groseros, no si querían mantener su independencia y seguridad. Esto no llamo para nada la atención de Nebuzaradan, quién estaba más interesado en que hicieran pasar a los acusados de crímenes para poder acabar con sus miserables vidas, con su espada. Su espíritu violento y sediento de sangre continuaba intacto. Así que, su tarde se baso en asesinar disfrutando. No sabía que le esperaba por delante, ni lo cruel que sería su destino.





Camino de piedra. Reino de Khaitan.

La pequeña delegación de Khaitan estaba conformado por sirvientes, algunos guardias. Pero dirigido principalmente por el nuevo gobernador del reino, quién representaría a la familia real. El antes conocido, Lobo de Juda. Asher, el eterno enemigo de Nebuzaradan. Quien luego de ser liberado por el príncipe de Rein, de su esclavitud a manos de los babilonios, había conseguido libertad y fortuna. Además de estatus, gracias al destino que lo había guiado a Khaitan, donde ganó la confianza absoluta del nuevo rey, cuando aún era principe. En esa tierra extranjera encontró lo que pensó, nunca más haría, el amor de una bella, fuerte y devota mujer, Kassandra.

No tenía intención de regresar a Babilonia nunca más, pero luego de enterarse que Nebuzaradan era el nuevo rey, conociendo su naturaleza sádica, cruel y asesina, temía por la vida del nuevo rey y por todo Khaitan. Creía ser el único capaz de proteger a esa gente inocente. Por eso, arriesgándose a encontrarse con aquel que fue su mejor amigo, Zack y quién ahora probablemente era su esposa, su antigüo gran amor, Johanna. Había decidido regresar a esa tierra que tanto dolor le había causado. Los guardias de la delegación informaron que alguien se acercaba a toda velocidad, Asher ordeno que tomarán una posición de ataque, y lo hicieron. Finalmente el jinete que venía desde dentro del reino hacia ellos, termino deteniendose, distanciado a un metro, al ver cómo las armas lo apuntaban. Asher tomo la delantera de la delegación y con espada en mano le gritó que dijera su nombre y a que venía, o que se preparara para morir. El jinete con el rostro cubierto por trapos, guardo silencio. Elevó el brazo y se descubrió, dejando a la vista su rostro.

Con una sonrisa se bajó del caballo y acerco dando saltitos a Asher, quién contemplaba con una total seriedad a quien se acercaba. El jinete envolvió sus brazos en su cuello y comenzó a besar repetidamente todo su rostro, intentando ablandar aquella seriedad. Asher se mantuvo firme los primeros segundos, pero luego fue imposible, no tenía como resistir a los encantos de Kassandra. Aún así estaba molesto.

— ¿Qué haces aquí? Sabes que no puedes venir a este viaje, es muy peligroso y ya te informe porque. Tu sabes quiénes se encuentran en Babilonia—

— Exactamente Asher, yo sé quiénes se encuentran allí. Y por esa razón debo permanecer a tu lado para protegerte. Es mi derecho y mi deber. ¿Cómo puedes pretender que me quedé tranquila en Khaitan imaginándote en peligro cada día?—

— No Kassandra, no vendrás. No debiste hacer este arriesgado viaje hasta la frontera de Khaitan tu sola. Pudiste correr peligro. Debes regresar, te lo ordeno— dijo.

— Por favor Asher— estampó sus labios contra los del lobo de Juda— No digas tonterías. A mí nadie me da órdenes_ Si hubiera sido cualquier otro hombre, quien se atreviera a ordenarle, incluso el actual rey de su tierra, habría enfurecido peor que una fiera herida. Sin embargo no enfurecía ante las palabras de Asher, porque sabia muy bien cual era su temperamento, y que a diferencia de la mayoría de los hombres del mundo, no se creía superior a ella, solo por ser hombre, a diferencia de otros, el no la veía como una propiedad, una esclava que cumpliría hasta el ultimo de sus caprichos, como obligación. Kassandra sabia muy bien, que aquella postura seria, firme, y aquel tono, era por la profunda preocupación que Asher sentía.

—Kassandra por favor —tomo el rostro de la hermosa joven entre sus grandes manos— Lo último que quiero en mi vida, es perderte. Y eso es lo que puede pasar, si te llevo a Babilonia, en ese lugar tengo mucha gente que me odia, que quiere mi muerte, y la de todos los que amo —

—Por eso, con mas razón, necesita estar segura de que volveremos a casa juntos. Yo soy tu mujer Asher, a donde vayas yo iré, sea al otro lado del mundo...O incluso hacia la muerte, además...Yo quiero que los tres estemos juntos en todo momento—susurro contra los labios del hebreo.

—¿Tres?—pregunto.

—Claro, que tonto eres, ¿Era necesario que te lo dijera tan claramente para que lo notaras? Siente, aquí esta tu hijo— coloco la mano del hebreo sobre su vientre aun plano. Asher no pudo contener su gran sonrisa, ni toda la dicha y felicidad que inundaba su cuerpo. Envolvió el cuerpo de su amada, y comenzó a girar con euforia, mientras ambos reían con alegría. Y Kassandra a los cuatro vientos gritaba, que ella seria la madre de los hijos, del lobo de Juda. 

—MIRENME AHORA IDIOTAS, YO SOY LA MUJER DE ASHER, YO SERE QUIEN LE DE HIJOS. RENUNCIEN DE UNA VEZ POBRES INGENUAS. PORQUE ESTE ES MI HOMBRE, Y NADIE PUEDE QUITARMELO— ciertamente sus gritos fueron escuchados hasta la capital de Khaitan, donde las miles de doncellas, que estaban encantadas y enamoradas de Asher, desde su llegada, hervían en furia y celos. Asher bajo a su amada al suelo, y se fundió en un abrazo fuerte con ella, mientras besaba su cabeza. Sin embargo Kassandra estaba deseosa de los besos de su lobo,  a quien habia extrañado en sus tres días de viaje, hasta la frontera, del camino de piedra. Fue así como sin poder contenerse dio el mas largo, intenso y salvaje de los besos vistos en público alguna vez. Tanto que los guardias comenzaron a decirle a Kassandra, que dejara de lado su pasión por un momento, o que no terminaría de dar a luz, antes de embarazarse nuevamente del lobo de Juda. Algo totalmente imposible. Fue así como Asher, se dio cuenta que estaban frente a muchas personas, y debía por respeto reprimir su deseo. Finalmente Kassandra gano, y así fue como emprendieron nuevamente el viaje a Babilonia. Donde se encontraba el antiguó amor de Asher, y un rey tirano que se perdía en los recuerdos de su amada arrebata. Amada que era la viva imagen de Kassandra. 

El regreso de la princesa KassaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora