Asher fue embestido por el fuerte y desesperado abrazo de Kassandra. Cuando la vio frente a él, no pudo sentirse más feliz, dichoso y aliviado. Tomo su pequeño y bello rostro entre sus manos, con ganas de llorar le susurro.
— ¿Que haces aquí?— la estrecho entre sus brazos, y ella lo rodeo con los suyas, con toda la fuerza que podía. Mientras finalmente luego de tanto dolor, decidió quebrarse en sus brazos. Mientras lloraba por todo lo que había pasado, Asher la contenia— No sabes cuánto te extrañe...Por un momento temi, nunca más verte — admitio— Perdón, perdóname por no haberte encontrado yo mismo— rogó.
— Tranquilo mi amor, estoy bien. No olvides que soy una guerrera, me se cuidar, y claro que cuide a nuestro hijo también. Y estamos bien, eso es lo que importa — susurro. Luego de una conversación que solo ellos conocían, Asher y Kassandra culminaron su reencuentro con un largo e intenso beso. A la vista de todos, eso que estaba ocurriendo era demasiado confuso. ¿Qué hacía una bailarina besando a un gobernador? ¿Por qué el rey parecía estar hirviendo en rabia? ¿Por qué la reina parecía estar a punto de desmayarse? ¿Por qué los esclavos y servidores del palacio, parecían tan sorprendidos observando a la joven bailarina? Aquel reencuentro tan bello y emotivo fue roto por el grito de un furioso Nebuzaradan. Herido como un león, se giró en dirección de esos traidores.
— ¿QUE SIGNIFICA ESTO?— grito. Todo el salón se aterró de los pies a la cabeza, a excepción de la gente de Khaitan. Zack no comprendía porque el rey estaba tan enfadado. Está bien que tuviera algo de interés en la bailarina, pero no era para ponerse así. Sin embargo temía que decidiera matarlos si continuaban juntos de esa manera tan comprometedora.
— Eshe, ven aqui— le ordenó Zack, cuánto antes estuvieran separados, sería mejor. Sin embargo Kassandra se aferró más a Asher, para nada dispuesta a soltarlo. Y Asher del mimo modo, colocó a su esposa tras el.
— Obedece— dijo Nebuzaradan enojado— Kassaia, ven aqui— ordenó. No importaba que la llamarán Eshe, ella debía ser Kassaia, quién finalmente había vuelto a su lado.
— Ella no es la princesa— le aclaro Asher, ya sabiendo de antemano los pensamientos de ese tirano— Y ni usted, ni nadie podrá apartarla de mi lado... Porque es mi mujer—
Mi mujer, mi mujer, mi mujer, esas dos palabras resonaban una y otra vez en su cabeza. Una oscuridad sádica por la tortura, tan potente como esa, solo se expandia por su cuerpo...Cuando no podía soportar ni un segundo más que la persona frente a él continuará respirando. ¿Cómo se atrevía a decir que su Kassaia, era su mujer? El único esposo, el único hombre en la vida de Kassaia siempre fue el. Kassandra observaba algo aterrada a ese rey, ese desconocido que deseaba apartarla de su esposo. Lo observo detenidamente y no pudo evitar sentir desagrado por el. Ella no era una pertenencia, ni una esclava. El rey tomo su espada, uno de los subordinados de Asher le entrego una, para que pudiera defenderse. El ambiente se volvió tenso, a un extremo en que Kassandra sentía estar por desmayarse. La mirada penetrante del rey, la mirada de odio de la reina, sobre ella. Era demasiado, sin embargo lucho por no caerse, y lo logro.
Nebuzaradan avanzo hacia Asher, bajo la mirada de todos los presentes, con su espada en alto, estuvo a punto de atacarlo. Pero no lo hiso, porque una casi delirante Kassandra se puso delante de su esposo, intentando cubrirlo a pesar de su pequeño y delgado cuerpo. No le importaba morir bajo el filo de ese hombre horrible. Nebuzaradan se detuvo, antes de cortarla, no quería por nada herirla. Pero la mirada que encontró en sus ojos, le hiso pensar si lo mejor hubiera Sido realmente matarla. Lo miraba con fiereza, enojo, fuerza...Y hasta odio. Solo una vez vio esos sentimientos en los ojos de su Kassaia, en la pelea que tuvieron antes de que muriera. Antes de eso, en esos hermosos ojos, había dulzura, ternura, suavidad y calidez. Era obvio que Kassaia había vuelto a su vida, tan enojada, como la última vez que la vio. Pero esa vez no permitira que nadie se la arrebatará de nuevo, ni siquiera los dioses. Kassandra se sorprendió al ver que detuvo su espada.
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El regreso de la princesa Kassaia
Исторические романыKassaia murió en una terrible agonía luego de descubrir que su esposo Nebuzaradan, la había engañado durante años con la sacerdotisa Samu Ramat. Juro ante su vida cortar todos sus lazos con ese par de infieles, pero antes de poder contar lo descubie...