Kassaia.
No les grite, no los empuje, tampoco hice un escandalo para que todos se enteraran lo que estaba pasando. Aun cuando esa gran desilusión me provocaba un dolor mortal. No podía creerlo, fueron solo 3 días, 3 malditos días, y Asher estaba besándose apasionadamente, con esa malnacida. Que según las palabras de Asher, siempre fue una joven pura y virtuosa, tan amable, tan correcta, incapaz de cometer un error. A mis ojos, esa mujer, Johanna, o como se llamara, no era mas que una falsa serpiente. ¿Ella no sabia que el se habia casado conmigo? ¿Él le habia dicho? ¿Lo sabia y aun así accedió a besarse con el? ¿Por qué me pasaba eso? ¿Por qué me lastimaba de esa manera? Cuando el era el único hombre para mi, el centro de mi existencia, aun mas, ahora que habia perdido a nuestro hijo.
Si mi corazón hubiera sido capaz de dejarse ver, las lagrimas de sangre que bombeaba, hubieran caído por mis mejillas, hasta inundar el palacio entero. Lo peor de todo, era que estaba entre la espada y la pared. Una parte de mi quería destrozarlos totalmente por esa asquerosa traición. Pero por otro lado, mi corazón no dejaba de amar con locura a Asher. Me sentía incapaz de herirlos físicamente, aunque ella mucho no me importaba. Pero también sabia que si no me cobraba esa traición, de alguna manera, nunca podría estar a mano con mi esposo, mucho menos perdonar, olvidar, o calmar ese deseo de matarlo con mis propias manos. Algo tendría que hacer, primero contra él, luego contra esa mosca muerta, su sola imagen me revolvía el estomago. No pude evitar tocar mi vientre, antes abultado, por la maravillosa vida, del hijo que tanto quería. Como me sentía vacía sin él, sola, desamparada, y sumamente triste, ahora con lo que habia visto. Una tempestad me estaba retorciendo por dentro, pero ni una palabra salía de mi boca.
No pude continuar observando el escenario de la traición, porque en mi oído esa voz tan conocida y odiosa resonó. Girando tape su boca con mi mano, y empuje su cuerpo contra una pared, para no ser vista ni escuchada por esos imbéciles. Nebuzaradan me observaba algo sorprendido, por mis movimientos agiles, y básicamente por estar acorralado por mi. Le hice una seña para que guardara silencio. Entonces quite mi mano de su boca.
- ¿Ahora que quiere? - pregunte molesta.
- ¿Dónde estabas? Te estuve buscando por todos lados, no sabes como estuve estos días sin saber tu ubicación- dijo con un tono de reproche, este rey se estaba ganando uno de los lugares mas altos, entre la gente que odiaba. ¿Quién se creía que era para controlarme?
- ¿Y eso por qué seria un problema suyo? Usted no es nada mío, no necesito que me cuide, o vigile. Así que baje su tono de voz, porque le juro que en este momento estoy a punto de explotar contra todos. Ya me vio, sabe que estoy aquí, y bien, aun cuando eso no le incumbe. Así que déjeme sola y váyase- pedí.
- No, nada de eso. Tú eres quien debe escucharme. No puedes por ningún motivo volver a salir del palacio sin avisarme...A no ser que quieras que me vuelva loco- dijo para luego suspirar.
- No me de ordenes rey de Babilonia, yo no pertenezco a su reino, no soy su súbdita, ni nada suyo. Así que déjeme en paz - pedí de nuevo.
- Nunca. ¿Oíste bien? Nunca, jamás me volveré a separar de ti, sin importar que, no volveremos a separarnos en esta vida - ¿Por qué tenia que ser así? ¿Por qué tenia que aferrarse con tantas fuerzas, a la imagen de una muerta? ¿Era tanto su peso de conciencia? La verdad era, que a veces hasta sentía pena por la idiotez de ese hombre.
Aunque siendo sincera, todos eramos idiotas a nuestra manera, el por mi, yo por Asher, el por Johanna. No eramos muy diferentes, y eso me molestaba y hería, porque yo antes, nunca jamás hubiera pensando ni por un segundo, una manera de cobrar una traición a mi esposo, solo para luego poder olvidar y perdonar. Era tan patética, tan idiota, yo lo sabia, sabia lo bajo que habia caído, y aun así, no podía dejar de amarlo. Y eso me dolía tanto. Recordar la escena una vez mas, termino desestabilizándome, provocando que llorara frente a un perfecto extraño, como el rey sin corazón de Babilonia. Era tanto el dolor que en solo segundos Asher fue capaz de provocarme, apenas conseguía respirar sin morir, frente al rey. Quien preocupado, no paraba de preguntar la razón de mi llanto, ni de amenazar con dar muerte a cualquiera que se hubiera atrevido a hacerme llorar, la expresión de sus ojos, era como si realmente pudiera comprender mi dolor, era como si verme llorar, lo estuviera matando. Se acerco aun mas, tomando mi rostro entre sus grandes manos, y comenzó con sus pulgares a secar mis lagrimas. Probablemente no debí hacerlo, pero en ese momento me sentía tan frágil, tan arruinada, tan triste y vacía. No habia nadie a mi lado, que me ayudara a soportar todo lo que habia pasado en 3 días, desde la perdida de mi bebé, hasta la traición de mi esposo. El único, que para bien o para mal, al menos estaba ahí, asegurando que mi sufrimiento era un tema importante, era el rey. Así que deje que mi alma herida, siguiera sus instintos, y lentamente envolví, mis brazos en el torso del rey. Mientras acurrucaba mi cabeza sobre su pecho, buscando calor que me sacara del invierno que comenzaba en mi, mientras buscaba algo a que aferrarme. El rey me sostuvo del mismo modo en sus brazos, colocando su cabeza sobre la mía. Asegurando que nunca mas, quería verme tan triste.
Una cosa llevo a la otra, y terminamos caminando, entre los oscuros pasillos del palacio. En silencio, no uno incomodo, sino uno de paz, relajación, no me sentía forzada a hablar con él, simplemente caminaba a su lado, y ya. Sin embargo su curiosidad e instinto asesino sobre quien me hiso llorar, no pudo resistir mas tiempo.
- ¿Ya me dirás quien fue?- ¿Decirle al rey que Asher, un enemigo de toda la vida, me habia hecho llorar por serme infiel, cuando supuestamente yo era tan importante para él? No, estaba enojada a muerte con mi marido, pero no me creía capaz de provocar su muerte, la personita que mas amaba en el mundo, me habia dejado, antes de poder verla. No quería ver muerta a la segunda.
- Ni siquiera yo lo se...Probablemente no sepa esto, su majestad, porque era un secreto. Pero yo estaba embarazada, en mi vientre llevaba al hijo de Asher, de mi esposo, aquel en quien tanto confiaba. Pero perdí a mi hijo, hace 3 días, cuando desaparecí-
- ¿Lo perdiste? ¿Como? ¿Qué paso?-
- Bueno, la persona que me salvo, de antemano le digo, no pienso revelar su nombre. Me informo que la sustancia con la que fui envenenada en mi comida del medio día, acabo con la vida de mi hijo, antes de matarme a mi. Esos días que estuve desaparecida, esa persona me saco del palacio, para protegerme de quien me quería muerta-
- Aunque no lo creas...Lo siento mucho, daría lo que fuera, porque tu hijo siguiera con nosotros-
- ¿Habla en serio?- pregunte. No me lo creía, desde que lo conocí no paraba de amenazar la vida de Asher, de reclamarme como su mujer. Y parecía que cada vez que defendía a mi esposo, con mi vida de su espada...El moría de dolor. Entonces me sorprendía un poco, que dijera que deseaba que mi hijo nunca hubiera muerto.
- Se lo que debes estar pensando. Una cosa no tiene que ver con la otra, si hubiera sabido que estabas embarazada, hubiera dejado miles de sirvientes a tu disposición, para que te cuidaran día y noche. Imaginarte embarazada, aun cuando no fuera de mi... Me hubiera causado cierta felicidad, verte siendo madre - susurro en un tono amargo.
- Ella...La mujer por la que me confunde ¿No podía tener hijos? - me atreví finalmente a preguntar. Aun cuando continuara empecinado en que yo era la princesa, muy en el fondo, parecía saber poco a poco, que por mas parecidas que fuéramos, no eramos la misma persona. ¿Entonces por que continuaba insistiendo conmigo? ¿Por qué me decía esas cosas?
- No hablemos de eso - termino por decir - Lo ultimo que quiero decirte, es que nunca hubiera deseado que perdieras a tu hijo, porque la sola idea de verte sufrir...También me hace sufrir a mi. Y respecto al veneno en tu comida, de ahora en mas, designare sirvientes, no quiero que tu vida vuelva a estar en peligro. Juro que no descansare hasta encontrar a quien te provoco triste y dolor- susurro. Se estaba tomando mis problemas demasiado personales, prefería que no fuera así. Porque mis deseos de volver a casa, no habían cambiado, nunca lo harían, así como mi maldito amor por Asher, aun con lo que me habia hecho. Nos detuvimos frente a una gran ventana del pasillo, donde perfectamente podían verse las estrellas. Era la primera vez en tanto tiempo, desde que estábamos en Babilonia, que podía disfrutar el cielo nocturno.
- ¿Te gusta mucho mirar estrellas?-
- Las estrellas son las pocas cosas que puedo considerar hermosas, en el mundo- admiti.
- ¿Qué otras cosas crees que son hermosas?-
- La libertad...Los prados verdes, repletos de naturaleza, el olor a flores silvestres, el silencio de la noche, la amistad...Y bueno, antes creía que el amor. Pero ahora ya no estoy tan segura-
- Solo hay dos cosas que considero verdaderamente preciosas en este mundo, y por siempre lo serán para mi-
-¿Qué son esas cosas?- realmente tenia curiosidad, aun cuando lo mas seguro, es que diría, el poder, el oro, matar, mandar sobre la vida de otros. La crueldad de su reinado hablaba mucho de él.
- Tú, tú que eres la mujer mas hermosa del mundo. Y el amor que siento por ti. Esas son las dos cosas mas hermosas que encuentro en el mundo, las únicas para mi...
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El regreso de la princesa Kassaia
Historical FictionKassaia murió en una terrible agonía luego de descubrir que su esposo Nebuzaradan, la había engañado durante años con la sacerdotisa Samu Ramat. Juro ante su vida cortar todos sus lazos con ese par de infieles, pero antes de poder contar lo descubie...