𝑬𝒍 𝒑𝒆𝒄𝒂𝒅𝒐 𝒅𝒆 𝑻𝒊𝒛𝒊𝒂𝒏𝒐 [Completa]✔️

Prólogo

Estambul, Turquía.

Adkin Tiziano.

Se levanta del sofá desnuda mientras camina en busca de la capa roja que la caracteriza aquí en el RED «Reino del placer»

La melena negra que le cae hasta mitad de espalda en combinación con el antifaz en su rostro que le da ese toque de misterio que me vuelve un completo imbécil admirándola. A pesar de que se mantuvo tranquila mientras me la follaba, no deja de ser la experiencia más deliciosa que he tenido.

Pieno mi cabello castaño hacia atrás mientras mantengo la espalda contra el cuero negro del sillón. Tomo mi copa de tequila y le doy un gran sorbo calentando mi garganta mientras la observo vestirse.

—¿Cómo te llamas? —suelto en un tono sensual.

No recibo respuesta de mi chica misteriosa. Se pone la lencería y la capa, cubriéndose por completo girando a verme.

—Un placer. —habla en tono bajo y sutil.

—¿Cómo te llamas? —insisto.

Niega y sus labios rojos se adornan con la sonrisa que me regala. El verde esmeralda en su mirada es la cosa más fascinante que alguna vez he contemplado resaltando más gracias al antifaz que no se ha quitado ni un solo momento desde que llegó.

—¿Follas con extraños y luego no dices tu nombre?

Vuelve a sonreír y asiente con la cabeza lentamente.

Solo con verle, logró dominarme, como un talismán hipnótico de lo erótico. Su baile y la manera en que dejó que la montara, fuerte, salvaje y sin limitaciones me descontroló. Su piel brillante bajo la luz de la luna. Sus piernas abiertas sólo para mí, y los jadeos desgarradores de su garganta

¡Joder!

—Ya veo. Te gusta jugar. —afirmo.

Dejó la copa sobre la mesilla y me levanto. Tomo mi pantalón y me visto. Me acerco a ella quien se mantiene de pie junto a mi escritorio. La tomó de los glúteos y la siento sobre la madera fría del escritorio tras nosotros. Intento besarla pero aleja el rostro

No me queda de otra que engancharme en su cuello, el sabor de su piel y el olor a flores entran por mi nariz, haciendo que vuelva a prenderme por ella.

Me aleja de golpe y camina al sillón donde hace solo un par de minutos la sentí, tan estrecha y jadeante. Toma la tela que reposa ahí y la envuelve en sus manos, en un mal intento busca huir pero no se lo permito.

—¿No te gustó la oficina? Podemos usar uno de los cuartos con diferente escenario sexual.

Niega.

—Adiós.

Tomó su mano y la acercó a mí pecho. Quiero quitarle el antifaz pero no me lo permite, quiero ver quien está bajo esa máscara, necesito saber quien es.

—Déjame verte. Sin antifaz y yo también me lo quitaré.

Vuelve a negar haciendo que mi desespero crezca. ¡A la mala! La tomó con firmeza de la cintura e intentó nuevamente. Me golpea el pecho arrojando la sábana en sus manos, antes de irse casi corriendo.