Gee se encontraba dormido en el asiento trasero de la camioneta de Frank, había aceptado ir con el, lo cual es raro, pues después de Bert sería difícil confiar en otro adulto, pero era esto o morir en el bosque junto a la carretera.
Frank había estacionado su auto en un autoservicio, junto a una gasolinera, Gee estaba cubierto de edredones y cobijas que Frank cargaba en su cajuela, fue fácil quedarse dormido, no había estado así de calientito desde el refugio.
Despertó cuando escuchó la puerta del auto abrirse, se recargó para ver a Frank, traía consigo vasos de papel con tapadera de plástico, se veían calientes.
— Ok, traje chocolate caliente, como sabrás, esta caliente, así que te puedes quemar si lo tomas sin cuidado.
Frank le entregó delicadamente el recipiente al minino, quien lo tomó con mucho cuidado.
— Ok, antes que des un sorbo, necesito que soples en el orificio de la tapadera, también con cuidado.
Gee asintió, sopló delicadamente un par de veces, le dio una mirada a Frank esperando a que le diera permiso para beber, vio el mayor asentir así que dio un sorbo.
¡El chocolate caliente era lo más delicioso del mundo! Gerard amó cada segundo de ese sorbo.
— Wow– dice el minino para tomar más.
— Si lo se, es fantástico, lo mejor es que es agua caliente con chocolate en polvo, nada de lácteos, es bueno para ti y para mi.
Frank empezó a beber de su chocolate, admiraba como Gerard disfrutaba su bebida, al mismo tiempo que miraba esas orejitas y esa colita, simplemente fascinante.
A llegar al pueblo, antes de llegar a la ciudad, Frank llegó a una veterinaria, no era apropiado para el gatito híbrido, pero era lo que había. El único establecimiento adecuado estaba en el otro pueblo que era más citadino, pero quedaba a una hora de camino y el ya quería llevar a dormir al gatito.
La doctora en turno le dijo que Gee estaba desnutrido y deshidratado, tenía un leve resfriado, no parecía haber sido abandonado por varios días, si no más bien, fue su antiguo dueño quien lo tenía en este estado. La doctora mandó a una enfermera a bañar al gatito, aprovechando el momento para enseñarle a Frank como hacerlo, el tomó nota mental de todo, de la temperatura del agua, hasta como tapar las orejitas del minino.
— Una cosa más Doc.– pregunta Frank
— ¿Si Frank?
— Sabe que soy animalista, pero no estoy muy informado sobre los híbridos, así que tengo la duda, de cómo aprenden a hablar.
— A esta edad, son tal como los infantes Homo sapiens, aprenden de lo que escuchan, son muy rápidos para hablar, solo si tienes conversación largas con ellos, muchos no llegan a hablar nada de español pues nunca tuvieron un dueño con quien convivir.
—Supongo que su antiguo dueño no le hablaba mucho– dice haciendo una mueca.
— Sospecho que usaba un lenguaje agresivo al frente de el, explicaría su baja estatura y temblores nerviosos, las expresiones fuertes los afectan demasiado, los hacen sentir en peligro y eso causa estrés nervioso permanente, aún está en edad de recuperarse.
— Increíble, lo peor es que el se atrevió a abandonarlo– dice enojado
— Casos como este han existido siempre y siempre existirán, Frank.
Para nada eso lo dejó tranquilo.
La doctora quería darle una paleta a Gee, pero era un veterinario, no un consultorio pediátrico, así que no tenían de esas, pero le felicito por buen muchacho.