Gee, muchachito de orejas y cola, lo siento, no se puede describir mejor al pequeño Gee... Lo siento, no se puede describir al gran Gee.
Frank, Mikey, Evan, Rosie y el resto del salón de tatuajes, no podían creer lo rápido que crecía Gee, la primera vez que entró al local, vieron entrar a un Niño flacucho con orejitas y cola, ahora veían entrar a un muchacho.
No podías llamarle gatito o minino, eso le enojaba, pues ya era un "niño grande" claro que si, aunque para Frank, Gee aún era ese gatito que cabía en una caja.
Mikey varias veces anunciaba que necesitaba terapia, de lo que le afectaba lo enorme que estaba su gatito consentido, tomaba a Gee y lo abrazaba mientras soltaba un falso llanto, diciendo que no soportaba el dolor de verlo crecer.
Frank siempre los miraba con gracia, nunca demostraba cómo le
afectaba el crecimiento de Gee, no al frente de nadie.Gee, podríamos decir que mirabas a un joven de 18 años al ver a Gee, un joven que siempre movía su colita suavemente cuando lo acariciabas con ternura atrás de sus orejas.
Gee ya había cumplido el año de edad híbrido, por lo cual ya era un adulto en aspecto humano.
El salón de tatuajes le organizó una fiesta, cerraron las puertas en la tarde para festejar hasta la noche, le prepararon un pastel decorado con muchas velas, decidieron que era mejor poner velas clásicas que velas enumeradas, pues entraron en el dilema de si poner el número uno o el dieciocho.
La fiesta fue fantástica para Gee, la amó, jamás creyó que recibiera algo así para el, no estaba seguro si los híbridos como el celebraran su primer año de edad como el lo estaba haciendo, presentía que no, muchos no llegaban al primer año de edad.
Frank tocó la guitarra para el a la hora de cantar "Feliz cumpleaños" en ese momento, Gee solo tenía ojos para Frank, quien sólo era iluminado por la luz de la velas, se veía tan genial tocando la guitarra. Los ojos de Gee brillaron tanto ese momento, no por las velas, por Frank.
Frank y Mikey estaban en la oficina del salón, miraban por la ventana hacia la área de tatuajes, tenían a la vista a Gee hablando con unos clientes. Parecía cualquier adulto normal y corriente, excepto por las orejitas que se movían cada que prestaba atención a alguien, ja ese truco de las orejas siempre le ayudó a Frank saber cuándo le estaba poniendo atención o no en sus clases en casa.
— Es un hombre ahora– dice Mikey sin apartar la vista de Gee.
— No del todo, aún se comporta como un niño.
— Bueno en teoría es un niño de un año, pero también un joven adulto de dieciocho– suspira al decir eso.
— Mikey, ¿Que voy a hacer? ¿Que haré cuando tenga mi edad? Nuestra edad– Frank miró desesperado a Mikey.
Por primera vez, Mikey veía preocupado a Frank sobre el tema, en este caso, alterado.
Se quedó callado, no tenía ninguna respuesta.
— Para cuando tenga nuestra edad ¿Seguiré cuidando de él? O ¿Que será de nosotros? Ni siquiera soy un padre para el.
Mikey prestó mucha atención a eso, Gee no veía a Frank como un padre.
Dio un vistazo al minino y luego a Frank, internamente gritó al darse cuenta de algo muy obvio, algo que muy probablemente pase, iba abrir la boca para decírselo a Frank, pero al verlo, al ver esa mirada en su rostro mientras observaba a su gatito, no pudo hacerlo, prefirió callarse.
Mikey ayudaba mucho si se quedaba callado.
Aún así en el salón, Mikey y Gee se encontraban hablando sobre la idea que tenía el mayor para un tatuaje. Mikey no era mucho de tatuajes, solo tenía un par, pero desde que se enteró que Gee tiene un lugar como diseñador en el salón, quizo inmediatamente tener un tatuaje hecho por el.