Un día en la oficina del salón, Mikey y Frank se encontraban platicando, la principal razón por la cual se tomaron un tiempo para hablar, fue lo que sucedió con Gee aquella noche.
Le contó que fue una experiencia impactante, no tenía ni la menor idea de cómo actuar ante ella, se había asustado lo suficiente como para llevar al minino al doctor.
La doctora le comentó que su preocupación era demasiado, lo que sucedió fue solo el resultados del cambio de hormonas Gee, representación de su adúltes.
Pero eso a Frank no le respondía nada, por eso acudió a Mikey.
— ¿Y yo que voy a saber?– Puso en duda Mikey.
— La verdad no espero que sepas mucho, pero si te recibo algún consejo— dijo preocupado.
— Bueno, los niños a esta edad son hormonales ya te lo dijo la Doc, y de mi parte solo te puedo decir que... dejes que Gee explore su sexualidad...
— ¿Con mi torso?— pregunto irónico.
— O tu pierna— Mikey contesta en broma.
Frank le da una mirada de asco.
— Ahg, nada te gusta, estoy dándote un consejo.
— Quiero uno bueno— exigió.
Mikey rodó los ojos, se calló unos segundos para pensar bien lo que estaba por decir, en verdad no sabía cómo ayudar, o más bien prefería no meterse tanto.
— Creo, que su satisfacción sexual importa— dijo lentamente
— ajá...
— Y... tal vez, un juguete lo calme.
— ¡Mierda Mikey¡ ¡¿Me estás aconsejando que le de un dildo a mi Gee?!
— ¡Te digo que nada te gusta¡— Mikey se queja alzando los brazos — Mira Frank, ¿Que te puedo decir? Yo no he tenido un híbrido jamás en mi vida, pero se que es mitad humano mitad felino, los dos seres con más urgencia sexual, se que decirte que reprimir o no aceptar su deseo sexual es mala idea.
— Pero ¿Cómo hago... eso?
— Pues dile que se masturbe en el baño o algo.
— ¡¿Que?!— Frank se exaltó.
— Ahi vas, no te gustan mis ideas.
— ¡No!, bueno, tal vez si sea una idea.
— Ahí está— Dijo Mikey con orgullo
— No es una buena pero es una idea.
— Con eso me basta.
— En el manual no decía que tendría que hablar sobre sexo con el— Dice exhausto frotándose la frente.
— Muchos no se preocupan de hablar sobre sexo con sus híbridos.
— Suertudos.
— Es que se los cogen.
— ¡¿Que?!— abrió los ojos en grande.
— Si, la mayoría de las personas que se consiguen un híbrido es para que sean sus compañeros sexuales.
— ¡¿Como?!— casi se pone la mano en el pecho.
— Si, pero solo los que buscan en el mercado negro van con esas intenciones, a lo que se.
— Dios, eso es, es enfermo.
— ¿Que es enfermo?
— Pues ir a por un ser vivo solo para tener sexo con el.