El eco de sus sollozos resonaba en esa fría habitación de hospital. Hace un par de horas que esos bellos ojos azules se habían vuelto a abrir. La muerte no la aceptó en su casa, seguía respirando. A los pies de esa cama de barrotes, una chica de cabellera castaña lloraba con la cabeza gacha, mostrando arrepentimiento, todo su dolor. Trató de tomar la mano de Lisa pero esta la rechazó, parando de llorar repentinamente, mirando a Somi.
- Está muerto? -. La pregunta obviamente se refería a Taeyang, el hombre que había invadido su cuerpo contra toda voluntad esa terrible noche de sábado. En silencio y ahora observando atentamente a su amiga, Somi asintió. Un nudo en el estómago le provocó arcadas a Manoban.
- Quieres agua? Estas muy sensible, te hicieron un lavado de estómago para eliminar las pastillas…
- No fueron suficientes.- Contestó con frialdad Lisa mirando el suero conectado a su brazo izquierdo. Las lagrimas volvieron a Somi.
- Lo que ella hizo no es tu culpa. Jennie mato a Nayeon y Taeyang, no te culpes!-. Desesperada la castaña se posicionó frente a Lisa tomándola con firmeza por los hombros. La expresión fría de volvió furiosa.
- Me violaron. Si ella no los hubiera matado yo lo habría echo-. La sencillez con la que dijo tal cosa estremeció el pecho de Somi. No solo cuando hablo de matar, sino de violación. Soltando a su compañera, Somi se llevo las manos horrorizada a la boca, negando repetidas veces. Respirando entrecortado Lisa reprimió volver a llorar. Lo único que deseaba era ver a Jennie, abrazarla… Decirle que la amaba, al diablo todo…
Era Lisa quien deseaba un mundo desolado, solo ellas dos.
Eternamente.
Se preguntaba si estaría en algún centro de reclusión juvenil, en un hospital psiquiátrico… o muerta. La familia del fallecido peli morado tenia el poder para matar a su pequeña. Un apretón de manos hizo mirar a Somi en un mar de lagrimas.
- Ese no era el plan… Llegaron demasiado lejos…Ha sido mi culpa, Perdóname Lisa! Perdóname!-. – A..a que te refieres?-. Lisa parpadeo con nerviosismo.
- Yo… les pedí que te alejaran de Kim, p..pero no así! No sabia que iban a vio…-. El fuerte sonido de una bofetada retumbo el la mejilla de Somi, seguido de un grito desesperado.
- Maldita! Ha sido tu culpa! Por no aceptar que amo a Jennie mas allá de todo!-. Lisa gritaba tratando de golpear débilmente a la castaña.
- Perdóname te lo ruego! Perdóname! Es que te quiero Lisa, te quiero.-
- Cállate! Fuera de aquí! No quiero verte nunca mas! Te odio, te odio, te odio! .- Entre gritos y llanto la Lisa se movía en la cama de hospital frenéticamente. Ante el alboroto dos enfermeras entraron corriendo, una tomando a Somi de la mano y llevársela de la sala, mientras la otra,con jeringa en mano, tranquilizaba a la joven, inyectándola.
- Te odio Somi! Jennie… vuelve conmigo-. Lo ultimo dicho antes de que sus ojos se cerraran en los brazos de la enfermera.
La oscuridad en la sala se hizo presente y Lisa supo que era de noche. Respiraba tranquila, aunque con cierto dolor generalizado. No estaba angustiada, toda la medicación psiquiátrica se encargaba de eso. Su mente estaba nublada, solo miraba el techo.
Un leve sonido la hizo mirar al costado. Alguien estaba sentado en la silla junto a la cama, no distinguía quien era pero veía la silueta oscura ponerse en pie. Permanecía allí, sin hablar. Lisa estiró el brazo tratando de tocar a la persona, pero no alcanzaba.
- Papá?-. Preguntó con una debilidad en su tono de voz. No obtuvo respuesta auditiva, pero una cálida mano acaricio su brazo.Lisa trago saliva forzando mas la vista en la oscuridad.
- Mama eres tu?-. Las caricias continuaron unos instantes hasta que pudo distinguir la silueta moverse hasta la mesilla de noche.
Encendió la luz y pudo ver. Una chica de cabello negro con dos mechones rubios al frente, con una vestido rojo y gris , que cargaba una mochila en su espalda sonreía con tanta ternura. La ternura que solo Jennie poseía. Lisa comenzó a sollozar sonriendo, alzando los brazos, en donde Jennie se dejo caer suavemente.
- Aquí estoy mi amor, nos vamos lejos de aquí.
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Mi Propiedad
Short StoryTenía que demostrarle que le pertenecia. Era suya y siempre lo seria. ADVERTENCIA: muerte de personajes