El golpe

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El día que decidí estudiar abogacía, amaba la idea de trabajar en traje, con unos hermosos zapatos de taco alto haciendo juego ¡Qué ilusa! Nada mas alejado de la realidad.
Sonó mi despertador a las seis de la mañana. No me costo mucho despertarme. Salte de la cama, agarre mi bata y fui directo a la cocina. Coloque la leche en la lecherita, mezcle el café instantáneo, y en menos de diez minutos, tenia mi desayuno listo.
Lave todo rápidamente,colgué la ropa y me cambie. Como era de esperar, me vestí bien. Camisa blanca, pantalón beige, saco marrón haciendo juego y zapatillas. Lejos quedaba la ilusión de unos hermosos tacos, pero por suerte, estábamos en el 2019 y la moda había cambiado. Las zapatillas se usaban a todas horas, y en todo momento, podías comprar clásicas, de colores, con plataforma, hasta deportivas y siempre quedaban bien, diría que había para todos los gustos.

Hoy tocaba llevar varios escritos, y eso implicaba correr de un tribunal a otro.
Les cuento un poco mi vida laboral, trabajó en un estudio jurídico haciendo procuración, si no estas familiarizando con el léxico, significa que llevo papeles y escritos de un tribunal a otro, incluso a veces controlo expedientes. No es un trabajo que me encante y la paga es intermedia, pero no puedo negar que se aprende y mucho. Ademas de conocer colegas y hacer contactos.
En fin, cuarenta minutos después, estaba en la estación esperando el tren, que me iba a llevar hasta Carranza y de ahí,el subte D. El viajar tanto tiempo, me generaba un amor odio. Por un lado, me encantaba el tiempo en el tren, porque era el único momento que podía leer algo que me gustara, pero cuando el transporte público venía lleno de gente, no lo toleraba. Odiaba el encierro y mi estatura petit no me ayuda. Pero intentaba disfrutarlo.
Por suerte, esta vez no venia cargado y me pude sentar. Saqué mi libro, estoy releyendo Harry Potter, y me relajé. Tenia un tramo casi de treinta minutos.
Baje en la estación Tribunales, y corrí hasta el Palacio de justicia, uno de mis edificios favoritos, con una arquitectura hermosa.
Según averigüé una vez, hacia empezado a construirse en 1889, finalizando en 1942. Como muchos edificios, paso por varias crisis económicas del país, pausando varias veces la construcción del mismo. No puedo negar que valió la pena, sinceramente es un edificio impresionante. Creo que en mi lista, esta en el top 10 junto con el Palacio Barolo.
Pero no había tiempo de admirar, tenía que presentar un escrito en dos primeras y ya estaba sobre la hora.
Pase el detector de metales cual cohete y llegue al ascensor. Había fila para entrar. La mayoría de los abogados, tenemos la mala costumbre de correr en dos primeras, siempre al límite .
Sin pensarlo un segundo, busqué las escaleras y empecé a subir a toda velocidad. Si me preguntan, creo que no pisaba ni los escalones o al menos no los miraba, estaba preocupada porque no sabía a qué juzgado iba primero, todos eran importantes.
Llegué al sexto piso, doble a la derecha y sentí como algo fuerte me golpeaba. Mi carpeta con todos los escritos voló por el aire, mi cartera se rompió, y me caí al piso. Todo eso, en una milésima de segundos. Me sentí atontada y confundida, el golpe no me había dolido pero si sacudido lo suficiente.

- ¿ Estas bien? - escuche que me preguntaban.

- Si - le conteste, mientras me agachaba a agarrar mis cosas.

- ¿ Segura? - pregunto de vuelta, mientras me ayudaba a juntar los papeles.

-¡ Sí! - le respondi malhumorada. Levante la vista con la intención de mirar mal, es decir, con cara de enojada, que tan bien me salía en algunos casos. Dicen que los ojos son la ventana del alma, y en ese momento, la mía estaba hecha una furia.

Termine de incorporar la cabeza y acomodar la mirada, cuando me cruce con su cara. No me pregunten porque, contuve la respiración. Fue un segundo en donde deje prácticamente de respirar. Nos quedamos congelados, él me extendía un papel y yo lo agarraba, sin sacarle la vista de encima.
Finalmente exhale, volviendo a tener conciencia donde me encontraba.

- Respira - me dijo, mientras me mostraba una sonrisa picarona.

- ¡ Si! perdón, iba apurada.

-¿ Por qué tanto apuro?

- Se me vence un escrito en dos primeras - dije mientras me tocaba la frente, me dolía un poco. Tras decir esas palabras, me di cuenta que ya estaba sobre la hora.

Mire el reloj, me quedaban exactamente 3 minutos.

-¡Gracias! - le dije demasiado efusiva, mientras agarraba las ultimas hojas y salía corriendo.

Llegue al juzgado agitada, sacudiendo el escrito sobre mi cabeza, mientras gritaba " dos primeras".

Una vuelta de tuercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora