- ¡Hola! – le dije, mientras abría los ojos de par en par.
- ¿Cómo estas? – pregunto.
- Me desmaye, creo – le mencioné confusa.
- Sí, te vi – me contesto sonriendo.Me sentía una tonta.
- ¿Te recibiste hace mucho? – pregunto sorprendido.
- Sí, no. Hace dos años aproximadamente -contesté, seguía confundida.
- ¡Ah! En la misma época que yo.
- ¡Sí! – afirme mientras intentaba incorporarme, estaba mareada.
- ¿Estas bien? -se notaba preocupado.
- Creo que sigo con la presión un poco baja.
- Te acompaño hasta la parada y espero a que llegue el colectivo.
- ¡No! Estoy bien, en serio. – conteste, intentando sonreír.
- ¿Segura?
- Sí, muy segura.
- Igual voy a comprarte algo en el kiosco.
- ¡No! No te preocupes.
- No te estoy preguntando – me grito mientras sonreía y se alejaba hacia el kiosco cercano.Regreso rápidamente con un paquete de snacks y una gaseosa fría.
- ¡Gracias! – le dije, mientras mi cara se tornaba colorada.
- No hay por qué. Ahora te acompaño a tomar el colectivo.
- ¡No! – reitere.
- Sí, son dos cuadras. Es bastante cerca.Entendí que esta negociación, no iba a llegar a buen puerto. Asentí con la cabeza y acepte que me acompañara.
Arriba del colectivo, me ubiqué en el fondo junto a la ventana, estaba abierta y sentí como la brisa refrescaba mi rostro. La mente comenzó a viajar, se fue muy lejos, unos cuantos años atrás, en un primer día facultativo."Ingrese a la facultad corriendo. El colectivo había tardado mas de lo que esperaba y se hizo tarde. En cuanto cruce el umbral de la puerta, divise la cantidad de alumnos. Corrían de un lado hacia el otro, desorientados. Hacían justicia a un primer día en la facultad.
Extraje el papelito con el listado de materias. Cómo iba a cursar todos los días, incluso en doble turno, tenia la necesidad de llevar todo anotado. Además, cuando te inscribías, te lo daban junto al comprobante de pago.
Busqué el día y leí "lunes- finanzas". El único problema, es que no te indicaba que aula te tocaba.
Estiré el cuello para ubicar la pizarra, hasta que la vi. Me abrí paso entre el gentío, que se acumulaba frente a la misma, y pude visualizar "Materia: finanzas – aula 202". "Por fin" pensé aliviada.
Era mi segundo cuatrimestre en la facultad, y ya había aprendido que el primer día, era un caos.
Me encamine hacia el aula indicada. Mi prioridad, era siempre llegar primero, para así poder escoger el mejor lugar. En este caso, el objetivo era ocupar el único pupitre para zurdos. La suerte estaba de mi lado y todavía nadie había ingresado. Tome asiento en el lugar indicado, el cual se encontraba en el lado derecho del salón.
Extraje mis útiles, preparé el celular para grabar la clase y por último, mi libro. Faltaban quince minutos, aproveche ese rato para avanzar con mi lectura.
Me sumergí por completo en la historia, perdiendo toda noción del tiempo.
Las personas comenzaron a ingresar al aula y empujaban los pupitres para acomodarse. Un sinfín de ruidos molestos y arrastrar de muebles.
Retome mi lectura, estaba leyendo a Florencia Bonelli y su " Caballo de fuego". Me tenia completamente ensimismada. Los ruidos de fondo seguían, pero se encontraban cada vez mas cerca.
Un aroma inundo el lugar, incluso ingreso de forma clara por mis fosas nasales. Le reste importancia, pero duro poco. Era un perfume fresco, el cual hizo que mi mente viajara a una tardecita de enero, junto al rio. Si tuviese que ser exagerada, diría que olía cual brisa de verano, es decir, a esa sensación que solo se siente, en determinada época del año, donde todo es viento caluroso.
Levante la cabeza, sacando la vista rápidamente del libro. Frente a mí me encontré una camisa blanca, y por encima de ella, una maraña de pelo rubio ceniza.
Lo mire detenidamente. Jeans oscuros y zapatillas Converse blancas. Un maletín se encontraba cerca de él.
Tuve el impulso de tocarle la espalda, pero ingreso el profesor y descarte esa idea. Además, no era de esas personas que circulaban por el mundo, presentándose a desconocidos.
El profesor no perdió el tiempo, y desde el primero momento, nos dio las fechas de los dos parciales y presentación del trabajo practico. Todos protestamos, pero la realidad, era mejor saberlas con anticipación.
Finalmente llego el momento del break. A diario, a las diez de la mañana, sonaba el timbre indicando la hora del recreo, cual secundario. Al principio me pareció tonto, pero reconozco que era algo divertido.
Generalmente, no iba a ningún lado, me quedaba en el aula, porque siempre estaba todo atestado de gente. Me acomode en la silla, estire un poco la espalda desperezándome y me dispuse a retomar mi lectura.
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Una vuelta de tuerca
RomanceSofia empezó el día creyendo que iba a ser igual de aburrido que el resto, pero un cruce inesperado y una vuelta de tuerca, cambiaron su vida para siempre.