Eran las seis de la tarde. El día había sido agotador y me dolía mucho la cabeza. Menos mal que estaba Ceci, con su energía positiva y buena onda, hacia que todo sea mas ameno.
Cerramos el estudio pasado las seis y media. Camino al subte, con el olor primaveral invadiendo mi nariz, le dije a Ceci de ir a tomar algo.-¿Queres ir a un after? – le dije dubitativa.
-¡Sí! ¿Por qué no? – me miro sorprendida. Ni yo, podía creer la idea que se había cruzado por mi mente.
-¡Bueno!, aunque no estamos muy bien vestidas, pero pasamos desapercibidas – dijo, mientras observaba su atuendo y el mío.No estábamos desarregladas. Personalmente, llevaba un pantalón de vestir negro, ajustado, con una camisa blanca y zapatos acordonados haciendo juego. Ella tenia un vestido beige acampanado, el cual hacia resaltar sus ojos castaños.
-Estamos bien – le dije señalándonos – además es un after office, justamente de eso se trata. La mayoría son personas que salen de la oficina.
-Tenes razón. Me agrada esta Sofía, segura de sí misma – menciono, haciéndome un cumplido, mientras continuábamos caminando.Llegamos al lugar seleccionado, veinte minutos después. En la recepción, una chica pregunto cuántos íbamos a hacer, le contestamos e inmediatamente, no llevo a una mesa cercana a la ventana.
Era un lugar muy bonito, paredes amplias y techos altos. Tenia la sensación de que antiguamente, podría hacer sido una casona. Las lámparas de aspecto vintage adornaban el lugar, dándole un aspecto lúgubre, pero tranquilo, con luz tenue.-Me gusta el lugar – le dije a Ceci.
- A mí también, es algo distinto- me contesto, mientras alargaba la mano para llamar al mozo.
-¡Buenas noches señoritas! Soy Juan. Les dejo la carta para que vayan eligiendo que tomar.
-¡Gracias! – contestamos al unísono, regalándole nuestra mejor sonrisa.
-Buenos, vos vas a tomar algo dulce, pero que te reviva – me dijo Ceci, una vez que Juan se retiro.
-¿Cómo? – pregunte, aparentando indignación.
-¡ Lo que escuchaste!, hoy no vas a pedir licuado y mucho menos café.
-Pero tengo sed – contesté, mientras llevaba mis manos hacia mi garganta.
-Te sacas la sed con otra cosa. Es mas, yo misma te voy a seleccionar el trago – dijo Ceci.
-No quiero otra cosa – le respondí cortante, estaba empezando a ponerme de mal humor.
-Silencio, confía en mi – dijo, mientras se señalaba con ambos dedos.
- Bueno – contesté resignada.Llamo nuevamente al mozo. Juan se acerco con celeridad.
-Ella va a tomar un Daikiry de frutilla, y para mí un Campari.
-Perfecto, ya les traigo – dijo y se retiro.
-¿Un Daikiry?
-¡Sí! Te va a gustar, confía en mi.
-Me gusto mi idea – comenté, sintiéndome orgullosa por la decisión.
- A mí también. Creo que después corren las mesas, y organizan todo para bailar.
-¿Estas segura? – le pregunté.
-¡No! – me respondió, emitiendo una carcajada, la cual le seguí.Los vasos empezaron a circular. Primer un Daikiry de frutilla, luego de maracuyá y frutilla nuevamente. Siempre bebía lo mismo. Ceci, en cambio, fue variando.
Varios tragos y muchas carcajadas después, empezamos a observar nuestro alrededor. Había demasiada gente, y el aire empezaba a tornarse sofocante.
Miré por la ventana, para evitar sentir un poco de claustrofobia. Del otro lado del vidrio, había algunas mesas y un parque, bastante amplio.-Ceci, ¿ Te molesta si vamos afuera? – pregunté, mientras frotaba mis manos sudadas, en el pantalón de vestir.
-¿Te sentís mal?
- No, solo algo sofocada – la tranquilice.
-Sí, vamos – dijo entusiasta – Podemos conversar con esos chicos de allá – mencionó, mientras señalaba una mesa del otro lado de la ventana.
- Acepto – le dije. Con tal de salir, aceptaba lo que sea.Agarramos nuestras cosas y salimos. El aire fresco me acaricio el rostro, haciendo que mi mente se despejara. Era un alivio.
Nos apoyamos en la barra, que se encontraba unos metros de donde estábamos.
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Una vuelta de tuerca
RomanceSofia empezó el día creyendo que iba a ser igual de aburrido que el resto, pero un cruce inesperado y una vuelta de tuerca, cambiaron su vida para siempre.