Sorpresa

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Llegamos a la casa de Ceci, todavía sin poder creer lo que habíamos presenciado.
Ingresé y corrí directamente al baño, necesitaba estar un segundo sola, para poder pensar. Me detuve frente al lavamanos y humedezco mi cara. Baje la tapa del inodoro y me senté en ella, colocando mi cara entre las palmas de mis manos. Inhale y exhale.
La casa de Ceci me  transmitía paz, era como ella. Olía a sahumerio. Pude ver una estatua de Buda que me observaba desde la repisa. Había varios distribuidos por toda la casa, de distintos tamaños y colores.
Respire profundo nuevamente y con mis pensamientos más en calma, salí del baño. Ceci había preparado una enorme taza de té. Sabía como hacerme sentir mejor.

-¿Queres hablar?

- Sí y no. No sé, tengo una sensación rara al respecto.

-Es lógico

-¿Te parece?

-¡Si! Sofi, si bien lo que pasó con Salvi fue hace mucho, hay sentimientos que simplemente no se dejan de lado. Tampoco se puede manejar, es algo que se siente y ya.

-Puede ser, pero juro que es alguien a quien ya superé

-Tengo mis dudas ¿Eso me lo decís a mí o a vos misma?

-No las tengas, y es algo que te digo a vos. Lo nuestro pasó hace mucho, y ahí se va a quedar nuestra historia

-¿Si? A ver, ¿Por qué no me contaste que te habías cruzado con Salvi el día que te desmayaste?

-¿Cómo sabes eso? – preguntè sorprendida.

-Yo me entero de todo – me respondió con aire de superioridad.

-Te contó él ¿No?

-Me mando un mensaje preocupado, quería saber si te habías recuperado.

- No lo puedo creer – dije indignada

-Créelo, ¿Qué pensas hacer?

-Nada, no somos nada, y no me corresponde accionar

-¿Vas a seguir alejada de él?

-Por supuesto, esto que pasó no tiene nada que ver con nosotros, además, si no te diste cuenta, está bien atendido.

-Me di cuenta – contestó, y comenzó a reírse a carcajadas.

Había sido una larga noche. Llamé a un Uber y volví a casa. Necesitaba descansar y estar sola.
Muy en el fondo, sabía que los acontecimientos del día me habían molestado, no sé si eran celos exactamente, pero me angustiaba. Salvi siempre había sido compañero, el que se quedaba hasta entrada la madrugada estudiando conmigo, el que me hacía reír,  y me daba su apoyo sin importar las consecuencias. Era de esas personas, que te hacen vibrar alto, diría Ceci, si pudiera colocar mis sentimientos hacia él, en una sola frase.

Una vuelta de tuercaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora