Así en secreto dame tus besos. No lo pienses, bésame.
R.
Hace tiempo que no tenía unas vacaciones tan aburridas como las que tuve ese verano. La sensación constante de que algo me faltaba, no me dejaba sentirme bien completamente.
Mi única entretención de ese verano fue jugar a la botellita con unos “amigos” que teníamos ahí en el sur, en el pasaje de mi tía.
Ojalá me hubiesen pagado por cada vez que pensaba en la Maca, porque literalmente ya podría ser millonaria.
Ese día de febrero que apareció de nuevo, fue un día muy emocional. Era el cumpleaños de mi tía linda y todos los años esa fecha me ponía sensible.
Cuando ví a la Maca ahí en el mirador, sentí que se me iluminaba la vida nuevamente. Abrazarla y sentir su corazón palpitando a la par con el mío, era algo que me encantaba.
Y todo se volvió felicidad, hasta que la Esmeralda abrió la boca y le contó eso que había querido ocultarle. No sabía por qué, pero no me sentía cómoda contándole que me había dado miles de piquitos con unos niños en el sur. Su cara al enterarse me confirmó que lo mejor hubiese sido ocultárselo, aunque ella me insistió que no le pasaba nada con eso.
Después del último día que la ví, dejé de pensar en si ella me gustaba o no. Me autoconvencí a mí misma de que solo éramos mejores amigas y que yo era heterosexual, así que ella no podía gustarme de esa forma. También por eso acepté jugar ese juego, lo sentí como una forma de volver a mi normalidad.
Aunque por dentro moría de ganas por volver a encajar mis labios con los de la Maca, y se lo hice saber indirectamente en más de una oportunidad, arrepintiéndome de inmediato. No estaba bien jugar con ella de esa forma, yo nunca podría mirarla con otros ojos y me daba miedo que ella confundiera las cosas, aún cuando me dijo que no lo haría.
Esa noche que dormí en su casa le aclaré, que a pesar de besarme con muchos, nunca habría un beso como el que ella y yo nos habíamos dado, porque era especial.
- A ver, pero no entiendo. O sea, le dijiste eso, pero ¿no te gusta? - Me preguntó mi mamá al otro día cuando le conté.
- No po', mami. Si le dije eso para que supiera que para mí fue algo especial... Pero nada más, somos mejores amigas y a mí no me gustan las mujeres po'.
Mi mamá me miró con confusión, como si no entendiera del todo la situación.
- Ya... No sé po', a mí me parece extraño que anduvieras tan afligida por cómo te sentías con ella y ahora me digái esto.
- Sí, pero ayer la ví y... - Sonreí al recordarlo.
- ¿Y?
Me quedé pensando en eso. Estaba hermosa, con su peinado de Pucca, bronceadita y con un labial que llamó mi atención al verla de cerca... Pero no sentí nada extraño, nada confuso.
Quizás era porque ya estaba acostumbrada a todo eso que ella me hacía sentir.
- Y nada po'... No me sentí como me siento cuando estoy con algún niño que me gusta. - Me encogí de hombros.
- Pero siempre es diferente po', piedrita.
- Mami, es como si usted quisiera que la Maca me gustara. - Le dije molesta por su insistencia. - Debería alegrarse que ya no ando llorando porque no sé lo que me pasa.
- Oye, pero si me alegro po'. Pero aún no erís capaz de explicarme qué era lo que te pasaba que te tenía tan mal.
- Nada po'.
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Si tú supieras || Rubirena
FanfictionMaca y Rubí se conocieron cuando tenían diez años y se distanciaron cuando tenían dieciocho. Los invito a hacer un recorrido de sus momentos desde que se conocieron, al presente, visto desde los ojos de sus protagonistas. Para ellas, repasar su his...