C23: Mi cura

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Las estrellas brillan cuando me sonríes. Aún te amo a ti, siempre será así.

M.

Mi propósito de juntarme con la Rubí siempre fue para explicarle lo que realmente había pasado, no sabía si ella querría que yo formara parte de su vida de nuevo y tampoco sabía si yo estaba dispuesta a exponerla al riesgo de que la podría terminar lastimandola más. Pero ese día, que la tuve ahí tan cerca, con esa sonrisa y esos ojitos claros que me hacían revolotear el corazón, no tuve nada que pensar. Quería que se quedara conmigo, siempre y cuando ella lo aceptara bajo las condiciones en que ahora me encontraba, y así fue.

Volver a tenerla en mi vida fue como un empujoncito, un impulso que en verdad era gigante. Me felicitaba por cada cosa que avanzaba, por más pequeña que fuera, siempre me recalcaba lo orgullosa que estaba de mí y no permitía que olvidara nunca, lo mucho que me amaba.

Aún no éramos nada más que amigas, ella se comportaba como mi mejor amiga y en esos momentos en que me quedaba viéndola cuando alguna linda palabra dirigida hacia mi, salía de su boca, deseaba internamente que ojalá todos tuvieran la oportunidad de tener una persona como ella al lado, una compañera así, una amiga así, una pareja así.

Ella era todo lo que cualquier persona podría desear e imaginar como ideal. Era eso y mucho más y ella me amaba a mí.

No había algo más impresionante de pensar que eso. Ella, ahí toda linda y preocupada, me amaba a mí. Entre todas las personas que habían a su alrededor siempre, me había elegido a mí.

No había forma de no sentirme afortunada.

Sin embargo, a medida que iban pasando las semanas, me empecé a frustrar, porque parecía no avanzar. La U me seguía consumiendo a tiempo completo, seguía sin saber cómo sentirme bien con eso, seguía sin saber cómo manejarlo bien. Y tenía miedo, porque las semanas pasaban y aunque la Rubí seguía ahí, me daba miedo pensar que en cualquier momento se podía ir. Estaba en todo su derecho de hacerlo.

- Te estás presionando mucho. - Me dijo la Meli.

- Llevo muchas semanas en esto, se supone que ya debería avanzar en algo chiquitito aunque sea. - Respondí.

- Maca, si has avanzado, en cosas muy grandes. Date tu tiempo para entenderte, para encontrar la solución.

- Quiero estar bien para estar con ella, no quiero perderla.

- Ella entenderá que todo tiene su tiempo y si no lo entiende, entonces lo mejor para ti es que se vaya. No podemos retener a las almas que nacieron para ser libres.

Me quedé pensando en esa última frase que dijo. Tuve un flashback de todos esos momentos en que la Rubí me hablaba de lo importante que era para ella su libertad, de las tontas discusiones que habíamos tenido algún día por eso, de sus miedos a perder eso tan propio de ella por otra persona.

Fue como un balde de agua fría a decir verdad. Me sentí mal. Sentía que prácticamente le estaba cortando las alas. Me imaginé la situación de ella como un pajarito que yo mantengo en su jaula porque me hace bien tenerlo ahí. Era egoísta.

- Rubí. - Hablé apenas contestó mi llamada.

- Hola, hermosa, ¿cómo estái? - Respondió ella con su tan alegre voz.

- No muy bien, ¿podemos juntarnos a conversar un rato? Necesito decirte algo.

- Sí, obvio. ¿Estái en tu casa?

- ¿Te tinca en la plaza cerca de tu casa? - Le pregunté ignorando su pregunta.

- ¿Estái ahí?

Suspiré. Seguía siendo incapaz de ocultarle algo, aunque lo intentara, esa indescriptible conexión que teníamos siempre hacía que ella terminara sabiendo todo sin yo decírselo.

Si tú supieras || RubirenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora