III:

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- Muchos años atrás existió una especie llamada "humanos" habitaron la tierra durante muchos años, sin embargo fueron groseros con ella, mientras la tierra les proveía de todo lo que necesitaban y más, ellos abusaron de sus recursos, la lastimaron mucho hasta que la madre tierra se hartó, al igual que los eternos.

Hubo desastres naturales que debilitaron poco a poco a la raza humana, hasta que finalmente se creían extintos.
Sin embargo había unos cuantos aún escondidos, en los mismos lugares que se escondían los ancestros de cada uno de los sellos que existen, inevitablemente el mundo se repobló de ahora criaturas híbridas, una especie mezclada de humanos y seres mágicos, aún así al pasar los siglos la parte humana de las criaturas fue absorbida por la parte más fuerte, la mágica.

Pero no todo fue así de sencillo, hubo grupos humanos e incluso grupos mágicos que estaban en constante lucha por el nuevo territorio, fue ahí donde comenzó la guerra mágica, pero eso muchachos, lo veremos otro día.- el profesor se levantó de su silla y se recargó en el escritorio.

- Lo hemos visto antes profesor.- alguna voz en el fondo dijo con algo de molestia.
- Pero no conmigo.- les guiñó el ojo.

El profesor Chadburn era el director de Éclat y además de eso era un apasionado historiador, el sello de Chadburn era el Daimon o comúnmente llamados demonios, en otras clases habían aprendido que los humanos solían creer que eran malvados y los poseían pero la verdad era que son sabios espíritus, din embargo hubo algunas organizaciones humanas que tergiversaron la información. Adhara se preguntaba qué habrían pensado de los dragones...

- Edevane.
- Profesor.
- El bosque se ve muy bien, gracias.- le sonrió.

Las alumnas más pequeñas o más grandes hablaban mucho de la belleza de Chadburn pero ni ella ni Rae podían verla, es decir; creían que era bello, era un demonio después de todo pero no fantaseaban con la idea.

Chadburn y Adhara hablaban seguido, durante su primer año en la escuela ella había arreglado y salvado cada planta en las instalaciones de Éclat. Antes de las vacaciones de navidad Adhara acomodaba una última maceta cuando escucho pasos detrás suyo.

- Así que eres tú.- dijo una voz profunda y ella sintió un escalofrío.- Tú eres quien puso decente este lugar, llevo semanas persiguiéndote para agradecértelo.
- Yo...
- Gracias, señorita acepte esto.- le entregó un collar dorado con un dragón en el centro, lo cual nunca le hizo mucho sentido.

El maestro asintió y se fue, desde entonces dejaba "decente" la escuela y aveces el la acompañaba mientras le contaba algún evento histórico así que le alegraba tomar formalmente clases con el.

- Edevane.- era una voz distinta a la otra, era la voz de una chica.
- ¿Si?.- dijo mientras se giraba.
- ¿Irás de nuevo a buscar tus plantas?
- Si, iré antes de cenar.
- Bien.- dijo antes de irse.
Pero otra chica seguía ahí.
- Hola.
- Hola.
- Me llamo Chiara, soy una sirena y estoy en tu dormitorio.
- Si, te he visto antes, soy Adhara.- dijo tratando de ocultar que ya sabía eso.
- Lo sé, solo quiero decirte que si necesitas algo, puedes contar con mi ayuda.- le guiñó un ojo.
- Gracias, tengo que irme.

Caminó apresuradamente a encontrarse con Rae, quien después de interrogarla sólo le dijo que había sido un raro encuentro.

Pasadas las horas, Adhara estaba caminando hacia el bosque, pronto comenzaría el invierno así que las plantas faltantes eran urgentes, afortunadamente solo necesitaba dos más.

- Hoy traes pantalón.
- Así es, se me hizo tarde.
- ¿Te arreglaste para venir?.- la pelinegra alzó una ceja.
No por ti pensó.
- Es más cómodo así.- le sonrió.- Bien, estas dos y terminamos.
Asintió y se alejó, Adhara encontró rápido su planta así que se sentó a esperarla. Veinticinco minutos más tarde por fin regresó.
-¿Y qué tan venenoso es tu veneno?.- interrogó la pelinegra mientras le entregaba la planta faltante.
-Venenoso, pero no mataría a nadie, si todo sale bien.
-¿Y si no?
-Bueno, no creerás que haría un veneno sin antídoto ¿o si?.- alzó una ceja.
-Supongo... que no.- titubeó.
-A propósito.
-Mhm.
-¿Cómo sabes mi nombre?
-No lo sé.- dijo con desdén.
-¿Qué?
-Que no se tú nombre.
-Pero tú...
- Se tu apellido, Edevane.
-¿Y cuál es tu nombre?.- cuestionó.
-¿Eh? ¿Nunca nos presentamos? Creí que solo había olvidado tu nombre de pila, gracias eternos, no soy tan horrible.
Adhara rió.
-Lúa, De'Ath.- le extendió la mano.
-Adhara Edevane.- ella la tomó.
- ¿porque me acompañas en esto? Es obvio que eres de un sello diferente.
-Drakhe.
-Fae.
-Te acompaño porque me agradas y porque -creo que sabes algo de mi hermano.
A Adhara se le erizó la piel.

Noah De'Ath.

No había pensado en ese nombre en años, salvo por unas horas antes que se enteró de que se había perdido.

Noah era dos cursos mayor que ella y se llevaba bien con Chadburn por eso habían intercambiado palabra dos o tres veces y se sonreían cada vez que cruzaban la mirada en los pasillos.

- Se que no me vas a mentir diciendo que no has escuchado los rumores, tu amiga Aery es casi tan entrometida como Chiara.
- No iba a decir que no sabía, solo no puedo ayudarte, no tengo información relevante.
- Edevane, cualquier información es relevante.
- Quería aprender herbología, me pidió un par de libros prestados y me hacía algunas preguntas pero nada más.
- ¿Qué tipo de herbología?
- Exóticas, el tipo de plantas que te hacen flotar por una hora, que te vuelven invisible pero no le di mucha importancia, lo siento.
- Es útil, gracias.
- Chadburn.
- ¿Chadburn?
- Si, el pasaba mucho tiempo con Chadburn, toda la información es útil ¿no?
- Lo es, muchas gracias.
- Lúa...
- ¿Si?
- ¿Te acercaste a mi solo para sacarme información acerca de tu hermano?
- No... no del todo.- suspiró.- Escucha, Noah dejó algo.

Se quedaron en silencio mirándose mientras
Lúa sonreía y Adhara perdía el color de la piel.

- Me dejó lo que creo que es una serie de cartas y he encontrado la primera.- sacó un sobre con manchas de café y dentro había otro papel parecido que contenía una serie de frases sin sentido pero si se apreciaba bien, la tinta era morada en algunas letras que finalmente formaban dos palabras.

De todos los lugares verás algo mágico, ven y míralos de cerca, fuera hallarás la verdad.
Edevane, fae.

Había dejado un nombre y un sello.
<< Mierda, mierda, mierda. >>

- Esto no tiene sentido.- dijo bruscamente.
- Claro que no, es por eso que me tienes que ayudar.
- No.
- Lo siento mucho Edevane, pero no fue una pregunta.

Oh Lúa, si supieras el terrible secreto que guardo tal vez ni siquiera te habrías acercado a mí.

Pero ambas querían encontrarlo... ¿querían?
Algo en el fondo del corazón de la pelirroja prefería dejarlo así, perdido, en silencio.

M'ai Aidez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora