IV:

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Darien estaba molesto. Y Rae lo notó.
- ¿Qué le pasa a tu cara?.- dijo la chica.
- No le pasa nada.
- Ajá.
- Es que no lo entiendo.- dijo finalmente.
- ¿Que Addie esté cenando con De'Ath?.- dijo llevando la taza de jugo a su boca.
- ¿Desde cuándo son amigas?
- ¿A ti desde cuando te importa quienes son sus amigos? Vamos Darien, tú eres el único que no tiene más amigos.
- ¡Oye!.- gimió.
- Es verdad, no hablas con nadie más que ella, solo porque van a las mismas clases, tienes que comenzar a hablar con alguien más.- el la miró.- Que no sea yo.

Sin embargo Darien no podía quitarle los ojos de encima a la mesa de al lado, ver a Adhara pálida y seria lo ponía nervioso, incluso consideró levantarse, tomar su brazo e irse.
No lo hizo.

- ¿Llegaré a ver el día en el que se lo digas?
- ¿Decirle que?
- Debe ser broma.

Claro que él sabía a lo que se refería pero constantemente tomaba la decisión de negarlo lo más que pudiera.

Siguió cenando sin quitarse la preocupación del rostro hasta que finalmente vio a Adhara sonreír aunque no supo que era exactamente lo que esa expresión le causaba.

Él y Rae terminaron de cenar y se disponían a irse cuando Adhara también se levantó y se acercó a ellos.

En realidad, a Rae, le susurró algo al oído e ignorando a Darien, se fue.

Siempre había estado tranquilo con la idea de no decirle a nadie sobre sus sentimientos por Adhara, realmente esperaba que todo cayera por su propio peso, que terminaría Éclat y se quedarían juntos, para él, mantener la pureza del sello era muy importante y en realidad nunca había considerado que para Adhara no lo fuera.

Se sentía iluso, torpe e ignorante. Claro que habría más chicos interesados en ella, y claro que habría uno más valiente, sin embargo aún conociendo el riesgo, no era capaz de confesarse.

Creía ser valiente pero no lo era, nunca había podido destacar entre su familia, sus primos eran buenos magos y brujas, hacían deportes, trabajaban en cosas importantes mientras el pequeño Darien solo sabía curar heridas, era indeciso e inseguro.

Tal vez si debía hacer más amigos, pero ¿cómo? Le estresaba la sola idea de hablar con alguien de un sello diferente aunque sabía que era lo más normal.

- El proyecto está listo.- Adhara estaba parado en frente suyo.
- Yo...
Ella se dio la vuelta.
- ¡Addie! Porfavor, perdóname. No pretendía ofenderte, solo quería protegerte.- suspiró.- Sé que eres perfectamente capaz de cuidarte sola, es solo que me asusté, eres mi mejor amiga.

Había dejado ir la oportunidad; de nuevo.
"Ya vendrá otra" pensó.

No recibió una respuesta verbal al instante, en cambio sintió como unos pequeños brazos rodeaban sus brazos y una cabecita pegada a su pecho.

- Nunca me llames débil.
- Nunca más.- le devolvió el abrazo y la levantó un poco del suelo para bajarla de nuevo unos segundos más tarde.
- Hiciste todo el proyecto tú sola, me siento horrible.- dijo Darien preocupado.
- No importa, fue divertido y no lo hice sola, tuve algo de ayuda.- Adhara puso la vista en el suelo.- En fin, está listo pero harás la mitad de la presentación, toma.- le entregó unas notas.- ahora vete a leerlas.

Darien obedeció, tal vez su plan daría resultado aunque faltaban años para eso.

Mientras Adhara caminaba sola por el gran pasillo de Éclat, se asomó por uno de los arcos del segundo piso, y observó la luna, las estrellas y se imaginó lo increíble que sería poder volar por el cielo.

- ¿Ese era tu novio?.- dijo una voz que ya reconocía.
- ¿Por qué te importa?.- le respondió.
- No me importa, solo que bueno el chico es lindo.
- Puedes tomarlo, es mi mejor amigo y nada más, por cierto ¿qué haces aquí?.- la miró y en la luz de la luna la piel de Lúa se veía tan blanca que casi parecía un diamante.
- Voy a mi dormitorio, Edevane.
- ¿Cual es tu dormitorio?
- El gárgola, muy apropiado para un sello oscuro como el mío.- hizo ruidos de fantasmas y movimientos de las manos.
- El mío es el banshee, y Rae esta conmigo y se podría decir que su sello es oscuro.
- Me pasa con Chiara, supongo que no tiene mucho que ver.
- Lúa.
- Mhm.
- ¿Por que solo hablas con Chiara?

Lúa lo pensó, ¿qué tanto podía confiar en Adhara? La había conocido hace poco y solo porque sabía algo de su hermano.

Sin embargo había algo en aquellas esmeraldas que tenía por ojos que le inspiraron seguridad. 

- Nadie quiere que lance un dragón escupe-fuego sobre ellos si me hacen enojar.
- ¿Qué?
- Mi sello; es poderoso es verdad, es prestigioso, inspira respeto y miedo pero a veces es demasiado.- suspiró.- no se acercan porque le temen a mi magia, a mis dragones. Nadie se me acerca por miedo, no por respeto, solo asumen que debo ser maligna y jamás se toman el tiempo de conocerme. Escucho lo que dicen de mí, de mi apellido "Los De'Ath son extraños" "Los De'Ath son peligrosos, no los mires" y nada mejoró desde la desaparición de Noah, se que creen que le hicimos algo, pero estamos muy preocupados. No somos malignos, en realidad me sorprende que una fae se haya atrevido a mantenerse el tiempo suficiente hablando conmigo.- la miró.
- No tuve opción, si te soy honesta, no me das miedo, me encantan los dragones. Tampoco ellos me dan miedo, me parecen criaturas hermosas y fuertes, más que cualquier otra, a veces no se si encajo en mi propio sello, quieren que sea delicada y tierna.
- Lo eres.- la interrumpió. Adhara sonrió.
- Pero me gustaría hacer cosas riesgosas, atreverme, hacer algo importante, marcar una diferencia.- resopló.

Lúa le tomó la mano, la miró y los ojos de ambas se encontraron y luego encontraron sus manos, una encima de la otra, pequeñas, delicadas pero con historia.

- Ya estás haciendo una diferencia, para mí. Me estás ayudando. Eso es importante. Lo demás, tenemos tiempo.
- Te repito que no tuve opción, no necesitas fingir que eres mi amiga. Sabes bien que no soy como tú.
- ¿cómo es como yo?.- sonrió.
- Sin miedo.
- Ah claro que tengo miedo, sin embargo hago las cosas a pesar de ese miedo, y eso Edavane, es valentía y la veo en ti. Y no te gustaría ser una De'Ath, créeme.
- Tienes a los dragones.

Lúa rió. Nunca había apreciado a sus dragones en realidad, estaba tan acostumbrada a ellos que olvidaba lo imponentes que eran, ver a otro ser tan maravillado por sus criaturas le dio esperanza.

De que no todas las criaturas eran incapaces de comprender a sellos antiguos que cuidaban de otros.

Y eso la hizo sonreír, a pesar de todo lo que estaba pasando en su vida, una chica de cabello de fuego que era prácticamente todo lo opuesto a ella, la hizo sonreír. Y quería que ella también sonriera.

Sin embargo, la carga de su apellido era más dolorosa y tenía más peso que lo increíble de los dragones.

Oh Adhara, si supieras el terrible secreto de mi familia, tal vez ni siquiera te habrías acercado a mí.

Le soltó la mano.

- Descansa Edevane, tenemos cartas que encontrar.
Adhara asintió y se dio la vuelta.
- Y suerte en tu proyecto venenoso.- le dio una ultima sonrisa antes de caminar en direcciones opuestas.- Por cierto... no estoy fingiendo.

Entró a su dormitorio, tarde pero feliz, no sabía la razón exacta pero también sonreía, Aery decidió no decirle nada tampoco y dejarla tranquila por una noche.

- Descansa Addie.
- Igual, Rae.

Y se fue a dormir con el sueño recurrente de ella montada en un dragón blanco y dorado por encima de las nubes sintiéndose más viva que nunca.

M'ai Aidez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora