VIII:

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Ambas entraron casi con violencia al dormitorio de Adhara donde estaba Aery dormida y con el susto, se levantó con los ojos rojos como si fuese a usar su magia.
- ¡¿Qué pasa?!.- les gritó y se tapó lo más que pudo con las cobijas.
- Aery necesito hablar con tus abuelos.- dijo Adhara de golpe.
- Wow, ¿me llamaste por mi nombre? Debe ser grave. Puedo escribirles diciendo que vas pero ¿cómo conseguirán el permiso para salir?
- Tú no te preocupes por eso.- dijo Lúa.
- Bien, les escribiré ahora, ¿cuando van a ir?
- Hoy en la noche.- volvió a responder la pelinegra.

Adhara la miró confundida sin embargo asintió, la bruja del caos comenzó a escribir en un papel y al acabar lo lanzó en el aire y este se incineró. Segundos después como si se reintegrara apareció la respuesta.

- Esta bien, te esperan ahí esta noche.
- Gracias.- dijo Adhara.

Reagan se volvió a acostar y se tapó hasta la cabeza con las cobijas, parecía estar poco interesada en el asunto que traía con ese tono y con esa chica su amiga hasta que debajo de la cobija susurró.

- Casi te ven, deja de reírte.
- Aery.- la chica soltó una risita.
- Nadie me dice así Arinna, ya calla y vete, no puede saber que hemos estado jugando con la magia en mi cuarto otra vez.

Lúa caminaba apresuradamente y Adhara tenía que hacer un esfuerzo para alcanzarla.

- ¿Se puede saber cómo planeas sacarnos de aquí? ¡Evidentemente sin permiso!.- le gritó Adhara.
- Sígueme.- le sonrió.- dime, Edevane ¿cuántas ganas tienes de ver un dragón?

A Adhara le brillaron los ojos.

Llegaron a una de las torres más altas de el castillo.
- Aquí.- dijo la pelinegra.
- ¿Qué?
- Aquí después de cenar.
- ¿Después de cenar?.- dijo Adhara.
- Si no estamos en la cena, será más sospechoso.
-Anda, vete a clase y nos vemos luego.- le guiñó un ojo a la pelirroja y se esfumó.
- Estos sellos oscuros, una debe caminar de regreso.- se asomó por la ventana.- genial, estoy seis pisos arriba del criadero y tengo diez minutos para llegar.- hablaba consigo misma hasta que apareció Reagan.
- ¿Se fue ya?.- le dijo la castaña.
- Sí. ¿Tú despertaste ya?
- Eso creo, ahora.- se puso enfrente de ella, ¿qué pasa?
- ¿Qué pasa?.- repitió Adhara confundida.
- Últimamente no te separas de De'Ath y no lo sé, se te ve más contenta.
- Estamos trabajando juntas, es todo.
- ¿Una Drakhe y una Fae? ¿Y quieren hablar con mis abuelos? A mi me parece que es más interesante de lo que me quieres contar.
- No hay nada que contar.
- Espero que te estés dando cuenta Addie.
- ¿De qué?
- De que está poniendo tu mundo de cabeza y eso te encanta.
- Es divertido hacer cosas fuera de mi rutina, llevaba años haciendo lo mismo cada día.
- Eres otra cuando estás con ella, ¿crees que no las vi hace un rato? La tomaste de las manos y ella se calmó por completo.
- Somos amigas.
- Si tú lo dices, pero las amigas no se miran de esa forma.- le guiñó un ojo.

La tomó de la cintura y saltó por la ventana. Adhara cerró los ojos pensando que su amiga se había vuelto loca y que probablemente iban a morir.

Aterrizó suavemente frente al criadero.
- ¿Qué está mal contigo Aery? Pudiste avisarme. Además. ¿Ahora vuelas?
- Algo así, de nada, me cuentan que les dicen mis abuelos a ti y a tu amiga.- dijo esta última palabra de forma burlona.

Adhara entró en el criadero, iba tarde por supuesto pero no hizo caso del reclamo del profesor, tenía mucho más en que pensar. Se acercó al huevo y comenzó a poner armas leña en el fuego y a rehacer el campo de energía que guardaba el calor y aprovechaba también el del sol. Pero había demasiados pensamientos interfiriendo en la labor.

Lúa, el Castillo, Los dragones, Lúa, Las nubes, su risa. Lúa, las púas, los ojos violetas intenso que había encontrado gusto por observar cada vez que podía. ¿Será posible? No.
Ni siquiera nos conocemos tanto, solo es linda.
Ella nunca me mirará así.

M'ai Aidez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora