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— ¿Qué es lo que buscas?

Litzy miró al hombre que se erguía frente a ella mientras sus manos rebuscaban en los cajones, algún tipo de objeto punzante.

— No hay mucho que buscar. — replicó volviendo a estar de pie, escondiendo lo que sus manos intentaban encontrar hace unos segundos sin que Lion se diera cuenta.

— Bien... Iré de compras. — anunció tomando una chaqueta del mueble del recibidor.

— Hace calor afuera.

Su hermano se detuvo volviendo a fijar la mirada en ella.

— Es una prenda que un amigo me prestó hace un tiempo. — mintió.

— Lion... Tienes esa chaqueta desde los 12.

En la mirada de Litzy había desesperación y un profundo terror se arraigaba en su garganta, arrebatándole el aire.

— Sólo bromeaba. — dijo luego de un largo silencio manteniendo su mirada fija sin ninguna expresión — Ya sabes que... Soy alguien que prefiere los días fríos, si llevo una chaqueta olvidaré que el sol no se ocultó desde la mañana.

La niña de 14 miró al de 21. No sabía que decir. Tal vez estaba demasiado asustada para lograr pronunciar algo más.
Entonces, sólo sonrió con dulzura.

— Regresa pronto. — dijo desde su lugar, sosteniendo un acero que finalizaba de manera filosa y puntiaguda.

Su hermano mayor devolvió el gesto con una sonrisa igual a la de ella y cruzó la puerta sin ningún tipo de prisa determinada.

Litzy cayó al suelo, temblando. Un suspiro de alivio escapó de sus labios irritados por la fuerza de contener el llanto.

Levantó la mirada y vió, desde su perspectiva, una mano inerte, asomándose detrás de la puerta del armario.

❇❇❇

La puerta se abrió y Litzy logró reconocer la silueta de su hermano en la oscuridad penumbrosa de la casa.

El interruptor se encendió luego de que Lion lo encontrara a tientas y observó con confusión, a su hermana sentada en el suelo, abrazando sus rodillas.

— ¿Ocurre algo? — pronunció con una sonrisa falsa.

Litzy se debatió a decir la verdad por unos segundos y retrocedió.

— No. Nada. — sonrió.

— Hay algo raro. Dime que sucedió.

Miró hacia la ventana, la misma que había roto hace un par de horas, señalando la evidencia de que algo había ocurrido.

— Entraron a robar. — dijo temblando.

— ¿Estás bien?

El llanto comenzó a escapar de sus ojos con desesperación y fue entonces cuando su hermano la abrazó.

— Ahora estás a salvo. — murmuró acariciando el pelo de la menor.

— Tengo miedo... — dijo dibujando una sonrisa macabra en su rostro mientras las lágrimas caían sin descanso sobre sus mejillas.

O B S E S S I O NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora