— Gael... Despierta...
Él abrió los ojos sintiendo el peso del cansancio aún plasmado en sus párpados y volvió a cerrarlos.
— ¿Qué hay de ti, que hay de mí...? ¿Vas a abandonarnos?
Volvió a mirar a su alrededor y observó el suelo cubierto de sangre.
Un olor repugnante y asqueroso comenzó a invadir sus fosas nasales hasta irrumpir en su sistema dejando salir la bilis por su garganta.
— Gael, ¿¡Estás bien!? — preguntó su madre alterada.
El rubio giró sobre el peso de su propio cuerpo y vomitó sobre su par de zapatillas nuevas.
El sueño había sido real, demasiado real, tanto que el sentimiento de asco le había provocado el vómito.
Su madre acarició su cabello, observando el suelo durante unos instantes.
— ¿Te sientes mejor? — preguntó evadiendo el olor.
Él asintió al sentir que su garganta ardía. La voz se había apagado dentro de su garganta debido al dolor.
— Traeré las cosas de limpieza.
— N-No... Iré yo.
— ¿Estás seguro?
Él asintió nuevamente y bajó las escaleras al sótano cercano a la lavandería y buscó lo necesario para subir a limpiar el desastre en su habitación provocado por un mal sueño.
« Debo buscar mis zapatillas viejas. No puedo faltar a la escuela. » pensó en el trayecto.
El sótano estaba a oscuras y el olor a humedad sólo hacía del ambiente un lugar más frío y aterrador. La puerta se cerró accidentalmente y se dirigió a las escaleras para poder abrirla pero estaba trabada.
— A-Ayúdame...
Se giró sobre sus talones y observó a su alrededor con desesperación. Necesitaba salir de aquel lugar.
— ¡M-Mamá! — el silencio se extendió haciendo que su carne se estremeciera — ¡Mamá, la puerta se cerró! ¿Podrías ayudarme y abrirla desde afuera?
— No se abrirá... — dijo una voz burlona.
Giró nuevamente para mirar hacia atrás y tampoco vió algo que lo horrorizara.
« Debería dejar de fanatizarme con las películas de terror. »
— Esto no es una película de terror.
— ¿Qué diablos? — gritó espantado al sentir una mano recorriendo su espalda.
Volvió la mirada y el lugar seguía igual de vacío que antes.
— Nos divertiremos juntos...
— ¡Mamá! ¡Mamá! ¡Por favor, abre la puerta! — gritó a más no poder al sentir un escalofrío recorriendo su columna.
La voz tenebrosa y susurrante se apagó apenas comenzó a golpear la puerta de manera desesperada, hasta que sintió una voz familiar llegar a sus oídos.
Caminó alejándose de la salida, su corazón pedía a gritos regresar pero aquella voz cargada de dolor y frustración lo llevó a seguir a su propia mente.
En un rincón de la habitación había una niña con un vestido rosa claro, escondiendo el rostro entre sus rodillas mientras el cabello impedía que pudiera terminar de descifrar quién era.
— ¿E-Estás bien? ¿C-Cómo entraste aquí? — preguntó bajando a su altura.
Una mano lo sujetó por el hombro y él consiguió girarse de manera defensiva apenas sintió el contacto.
— Ayúdame...
Sus ojos se abrieron a punto de salir de sus órbitas y observó con sorpresa el rostro de Litzy.
— ¿Q-Qué haces aquí? — preguntó sujetando su mano.
En cuánto sujetó su piel, su cuerpo desnudo comenzó a derrumbarse cubierto de golpes, heridas abiertas y cicatrices.
— ¡Litzy! — gritó desesperado.
La puerta se abrió de golpe y su padre entró bajando las escaleras.
— ¿¡Qué sucede!? — preguntó Thomas exaltado.
Él miró el lugar donde Litzy había estado parada hace unos instantes y se limitó a ahogar un grito cuando vió el cadáver de un gato muerto en esa esquina.
Sus ojos se cerraron evitando que presenciara la exorbitante escena de putrefacción frente a ellos, mientras su cuerpo caía pesadamente sobre el suelo.

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O B S E S S I O N
Mistério / Suspense- Juega con sus manos... Hasta desangrarlas... Arranca la piel... Su sangre es dulce, como la miel...