Está de vuelta

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Desde que dejó a Sanosuke en manos del doctor, Kenshin no tenía más información de él y moría por la incertidumbre, no podía permitirse el sufrir aquello de nuevo, de amar y perder cruelmente, no lo podría soportar esta vez

Los recuerdos de la muerte de Tomoe, Kaoru y su hijo arremolinaban en su mente y lo estaban atormentando, tanto que comenzó a perder noción de su mismo, el ardor y el coraje se apoderaron de él y no descansaría hasta dar con el culpable de aquel ataque

Finalmente el doctor salió en su encuentro, Himura se acercó alterado

—¿Cómo está? —preguntó asustado

—Perdió mucha sangre y tiene muchas heridas, pero está vivo —respondió con el mejor pronóstico posible— Aun no despierta

—¿Sobrevivirá?

—Si ninguna herida se infecta o agrava, lo hará —dijo para alivio del ex samurai, pero aun no podía cantar victoria

—¿Puedo verlo?

—Sí, pero tome, encontré esto entre sus ropas —extendió el pedazo de tela donde escribieron un mensaje, el doctor no juzgó su contenido

El médico se alejó para asearse, Kenshin leyó el papel

—Fuera de aquí homosexuales, primera advertencia —leyó con enojo y arrugó entre sus manos el papel aquel lleno de sangre

Himura entró a ver a Sanosuke, estaba inconsciente y respiraba con dificultad, todo su cuerpo lleno de heridas, era obvio que lo atacaron en grupo y lo agarraron desprevenido, porque Sagara era muy fuerte a diferencia del resto de las personas normales

—Vengaré lo que te hicieron —afirmó con mirada de fuego

El ex destajador agarró la mano de Sanosuke y la apretó contra la suya, sintiendo deseos de llorar, pero los de venganza eran mucho mayores, así que lo soltó y se apartó de él, buscaría a los desgraciados que le hicieron eso, y si tendría que volver a ser un asesino, no se tocaría el corazón.

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Dentro de una cantina se encontraba un grupo de hombres, bebían y festejaban que eran los dueños de todo el vecindario, los tenían a todos aterrorizados, cobraban a los negocios por ganar ingresos aunque no fueran del gobierno y amenazaban familias enteras

En su investigación, Kenshin dio con ese sitio, rastreó el tipo de papel y la letra de quien dejó la nota, era sabido por muchas personas que se trataba de notas amenazantes escritas por ellos

Al vivir en la montaña, no sabían mucho del poblado en la parte de abajo, pero ahora es que Himura se daba cuenta de toda la injusticia que había. Pensó que si fuera el del pasado, no habría sido tan indiferente, pero dejó que el dolor de la pérdida lo cambiara hasta ese punto

Ahora, con el amor de Sanosuke y su sed de venganza, no iba a permitir que aquello continuara, aunque hace mucho que no tenía su sakabato con él, se armó de una katana improvisada y entró en el sitio, sentándose en una mesa cercana a la mesa donde estaban los detestables hombres

—Ya te digo, la familia Nakamura ya se encuentra controlada, no volverán a atrasarse en un pago —dijo uno de ellos entre risas

—Los Yawara igual, hubieras visto como temblaban de miedo —bebió de su sake con orgullo

Kenshin empuñó la mano que tenía la katana, pero aguardó

—Aquí tiene su bebida —dijo una de las meseras, acercándose

—Gracias preciosa —sonrió amplio— ¿Por qué no vienes y me entretienes un rato?

—Lo siento señor, yo no soy de ese tipo —contestó apenada

—No te estaba dando opción —respondió de forma gandalla, sus amigos se rieron

—No, suélteme —pidió cuando él la agarró por la cintura y quiso abrazarla

Nadie la ayudó

—Suéltala —ordenó de pronto Kenshin, poniéndose de pie y sosteniendo su katana

—Ah vaya, ¿Qué tenemos aquí? Un justiciero —se burló divertido— Y con una espada de madera ¿Qué no sabes que la era de los samurai ya no existe? —sacó de su bolsillo una pistola

—Dije que la sueltes —insistió, sin inmutarse por el arma

El hombre, enojado por no darle miedo, aventó a la muchacha y esta se fue corriendo. Los demás en el bar se resguardaron detrás de sus mesas, observando la escena

—Morirás insolente —apuntó al corazón y poco antes de disparar, Himura con sus aún buenos sentidos, avanzó hacia él sin que le diera tiempo a reaccionar

Con la espada le dio un golpe en la mano y le rompió algunos dedos, así que el hombre dejó caer la pistola al suelo. Sus demás amigos, se pusieron en guardia y también sacaron sus pistolas

—¿Podrás contra todos? ¿Patético Samurai? —expresó otro de los sujetos

Este y los demás, apuntaron a Himura, pero él con su gran velocidad logró neutralizar a casi todos, pero los años que duró fuera de todo, hundido en su miseria, le pasaron factura. Uno de los rufianes logró disparar contra él, hiriéndolo en el hombro, en respuesta, Kenshin lo desarmó y golpeó con el palo katana, ahora todos estaban desarmados y heridos en el suelo

—Dile a tu jefe que iré por él —informó Kenshin al tipo que se veía menos madreado

Ante las miradas de todos, Himura salió de la cantina, con el hombro sangrando. Caminó de regreso al doctor donde dejó a Sanosuke, apenas cruzó la puerta, cayó desmayado en el piso, estaba completamente agotado, sin embargo, se sentía bien, hace mucho tiempo que no defendía a alguien de las garras de la injusticia, era como si su anterior yo, poco a poco volviera a resurgir.

Mil gracias por seguir esta historia. Cuídense mucho

Sanación con SanosukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora