Cerca del objetivo

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Sanosuke vagó todo el día por la ciudad de Fukushima, hasta que cayó la noche y se detuvo en un hostal para gente de la calle, no se cobraba la estancia y solo se te daba un pedazo se suelo donde acostarte y una manta con que pasar el frío, él no pedía más así que se convirtió en su lugar perfecto

Durante horas antes de dormir pensó en un posible reencuentro con Kenshin y su ánimo subió de repente, en esos momentos de su vida nada lo haría más feliz que volverlo a ver, incluso si no pudiera tocarlo como quisiera, incluso si no pudiera cumplir sus fantasías de amor, anheló verlo, más que cualquier otra cosa.

En la mañana siguiente despertó y salió del hostal sin hablar con nadie, en las calles de la ciudad circulaban personas en todas direcciones, no era grande como Tokyo ni tan hermosa como Kyoto, pero la ciudad llenaba sus expectativas. Miró el dinero, poco dinero que tuvo en los bolsillos y fue a un puesto de comida ambulante, ahí estaban dos sujetos de mala pinta conversando

—Ese maldito tipo me dejó en ridículo, pero ya lo encontraré de nuevo para darle su buen merecido —dijo ese hombre con pinta de maleante, con su voz ronca y molesta

Sanosuke no le prestó atención del todo pero estaba al tanto de la conversación como siempre solía hacerlo mientras pedía algo de comida

—Pero él parece ser forastero, seguro ya no está aquí —contestó su amigo

—Lo buscaré entonces, no será difícil ¿Cómo podría olvidar a un tipo así? Y con esa particular cicatriz en forma de cruz sobre su mejilla, pan comido —respondió el otro

Sanosuke extendió mucho los ojos al oír eso y dejó caer su comida al suelo, caminó dos pasos hacia el sujeto y lo agarró con fuerza de los hombros, lo sacudió fuerte

—Dime ¿Qué has dicho? Háblame más de ese hombre —gritó molesto, toda la gente lo miró pues estaba desesperado y llamaba mucho la atención, el otro hombre se enojó por la forma tan violenta en que lo agarró pero no se pudo soltar

—Suéltame bastardo —berreó alto, su amigo ni siquiera intentó ayudarlo

—Necesito encontrar a ese sujeto de la cicatriz, dime dónde fue que se marchó —exigió enojado, lo volvió a sacudir y el hombre se volvió a enojar

—No lo sé, si lo supiera iría tras él y lo haría pagar al muy bastardo

—Entonces dime en qué parte pelearon, hazlo

—Te costará algo de dinero —rio divertido, pero a Sanosuke no le pareció nada gracioso, así que lo levantó sobre los hombros y lo aventó fuerte contra una tarima, todas las cosas se cayeron de ahí y llamó más la atención

—Usted, el alborotador —gritó un oficial de policía corriendo hacia la escena

El amigo del hombre lanzado salió corriendo sin ayudar al otro tipo

—Tendrá que acompañarme —dijo el policía, queriendo agarrar a Sanosuke, pero él lo agarró primero y el oficial corrió la misma suerte que el otro tipo

—Lo siento amigo, pero tengo algo importante que hacer y no puedo ir a la cárcel —gritó Sanosuke mientras huía lo más rápido posible.

El ex rufián no se detuvo hasta que estuvo fuera de la ciudad, se apoyó de un árbol mientras respiraba profundo

—Él estuvo aquí, solo tengo que preguntar entre la gente

Mientras respiraba rápido se sentó en el suelo, entonces notó en el suelo unas marcas de sangre, eran pequeñas gotas, pero le llamaron la atención, así que levantó su cuerpo y siguió el rastro de la sangre, hasta toparse con una pequeña casita provisional de materiales poco duraderos, ahí se detenía la sangre

— ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —preguntó al entrar, pero la casita estaba sola

Adentro no había nada más que unos cuantos harapos y resto de comida, pero aún se podía percibir que no mucho tiempo atrás alguien estuvo ahí

—Creo que está abandonada, pero hace poco la han dejado

Sanosuke caminó a la entrada, pero entre los harapos vio una vieja fotografía maltratada, no pudo distinguir bien lo que era, pero se agachó y la cogió. Al ver quien estaba retratado sintió que el corazón se le saldría del pecho, era una foto de Kenshin, Kaoru y su pequeño hijo

—Kenshin —susurró conmocionado, la mano le temblaba

— ¿Qué haces aquí? —escuchó una voz bastante conocida que lo hizo temblar más, levantó la vista y vio a su amigo en la puerta, lucía cansado y se agarraba con fuerza un brazo

—Ke... Kenshin —murmuró sorprendido, sin soltar la foto se puso de pie

Ante sus ojos el ex destajador comenzó a perder el conocimiento mientras caía lentamente, Sanosuke soltó la foto y corrió hacia él, sujetándolo entre sus brazos, entonces notó que sangraba

— ¡Kenshin! —gritó asustado, pocas veces lo había visto así y ahora no podía creer lo desmejorado y enfermo que se veía, incluso su cuerpo pesaba poco y podía notar los huesos entre sus manos —Oh cielos Kenshin ¿Qué te ha pasado?

Sanosuke estrechó a Kenshin entre sus brazos, el corazón se le partía en dos y de momento no podía hacer nada más que cuidar de él, aquella fue su encomienda y la cumpliría, incluso si su amigo se negaba a su compañía, no lo volvería a dejar solo nunca más de nuevo.

CONTINUARÁ...

Sanación con SanosukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora