Baño

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Entre cuatro paredes se encontraba echada en el frío suelo.
Con la música más triste de fondo a un volumen exageradamente alto.
Una toalla alrededor de su rostro, para ahogar sus gritos, y secar sus lágrimas.
Comenzó a gritar.
A maldecir su vida.
A llorar.
Empezó a romperse aún más.
Se oía junto a la música como pedía ayuda a alguien inexistente, como suplicaba por su felicidad.
Suplicaba por algo más, pero era inaudible.
Lloraba pero ni ella ya sabía por qué exactamente lloraba.
Gritaba para sentirse libre.
Después de tantos minutos observándola, me fijé que tenía los ojos hinchados y los labios rojos de secarse su hermoso rostro, y  tenía marca de arañazos por todo su cuerpo.
Empezó a hablarme.
"Ahora se fuerte"
¿Por qué me dices eso?
"Tuviste tu momento de debilidad pero ahora toca ser feliz"
Me repetía.
Humedeció la misma toalla con la que seco sus lágrimas con agua tibia, y empezó a limpiar su rostro, mientras repetía las mismas frase una y otra ves.
"Eres fuerte, eres jodidamente fuerte"
Y me miró fijamente.
Esa cara hinchada por el llanto, esa voz casi inaudible por su esfuerzo al gritar, ese cuerpo malherido.
Y me dijo:
"Soy fuerte"

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