Vi su vida derrumbarse, y vi vivirla.
Extendió sus manos al cielo y parecía un ángel apunto de volar,
pidió ayuda, y nadie la escuchó,
la vi arrodillarse, pero no se rindió,
ahuecó sus alas y empezó a acariciarla brevemente y a coser sus pedazos rotos,
vi como le sonreía a la vida, mientras sus ojos contaba otra historia,
la vi levantarse, y volvió a extender sus brazos al cielo,
pero está vez no quiso volar, prefirió andar descalza por el frío suelo mientras sus alas aún estaba extendida como pidiendo marcharse,
pero prefirió avanzar por el frío suelo, demostrando que la libertad no eran sus alas, sino ella.
