13. Voz

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Me revolví en la cama cuando mi teléfono empezó a sonar, lo busqué, pero no encontré nada, de repente la melodía se detuvo, suspiré y me acomodé de nuevo, estaba demasiado a gusto, sentía mi cuerpo aún cansado, cuando inspire profundamente detecte un dulce olor a canela, eso encendió todas mis alarmas y mi mente rápidamente me formuló varias preguntas, entre ellas la más importante ¿Dónde estaba? Abrí los ojos y reconocí la pared, siguiente pregunta ¿Cómo había llegado a mi cuarto? Lo ultimo que recordaba era estar sobre una moto, ¿Cómo no me había matado? Me di la vuelta y lo vi junto a mí, me miraba con una sonrisa, la siguiente era, ¿Que llevaba puesto? Por suerte al bajar la mirada me encontré con la misma ropa del día anterior, o bueno, de la madrugada.

—Deberías dormir más, muñeca – comentó.

—¿Qué hora es? —pregunté, aunque mi voz salió ronca y baja, estaba afónica.

—Son más de las 7, deberías descansar.

—Yo...— tosí tratando de que mi voz saliera, en realidad tenía mucho sueño, pero hacerlo con él en mi cama... Por suerte ambos llevábamos toda la ropa.

—A dormir— dijo y me coloco la sábana sobre la espalda, ya que estaba tumbada boca abajo.

Me ganó el cansancio, así que cerré los ojos y me dormí, el olor a canela me resultaba muy relajante.

...

Abrí los ojos y miré a mi alrededor, por un momento me pregunté si había soñado con Lyam en mi cama, pero su olor seguí allí. Me estiré, mis músculos estaban tensos, aún tenía la sensación de cansancio en los pies, me senté en la cama y miré alrededor, mi móvil no estaba, salí del cuarto y fui a la cocina, tenía hambre, me detuve al ver a Lyam en esta, parecía estar preparando algo, aún no había notado mi presencia, o eso pensaba.

—Al fin te despiertas— dijo sin ni siquiera girarse, había sido sigilosa, era escalofriante hasta donde llegaban sus habilidades.

—Hola— murmuré, mi voz aún seguía débil.

—Bebe esto —dijo dándome un vaso que estaba caliente, lo mire extrañada, parecía leche. — Es leche con miel y un secreto.

—¿Un secreto?

—No puedo decírtelo, receta familiar— dijo con una sonrisa.

—Vale...— tomé un trago, era dulce y tenía un sabor extraño, pero sabía bien, me apoyé en la encimera y miré como preparaba dos platos, ponía tostadas y parecía haberse preparado un café, cogió los platos y empezó a llevarlos al salón, cuando terminó se detuvo frente a mí.

—Vamos— me dijo. Lo seguí sin saber muy bien por qué lo obedecía, me senté y miré la mesa, fruta, tostadas, mermelada, mantequilla.

—Parece que se celebre algo— susurré.

—Anoche, hiciste mucho ejercicio, debes alimentarte— respondió, aunque el tono que había usado daba a entender algo completamente diferente a lo ocurrido.

—¿Dónde está mi móvil? — pregunté, él sin cambiar de expresión se encogió de hombros. — Es mío Lyam— murmuré mostrando algo de enfado, él me miró algo sorprendido, rebusco en sus bolsillos y me lo tendió.

Lo cogí y revise mis llamadas, tenía 3 de Caxton, resultaba obsesivo, mire mis mensajes, tenía varios de él.

Caxton: Cuando tengas tu móvil escríbeme me gustaría saber que estás bien.

"Avísame cuando llegues a casa."

"Estoy preocupado."

"Espero que estés bien."

"He hablado con Lyam, tiene la obsesión de hacer lo que quiere, no creo que siendo como eres lo dejaras manejar tu móvil a su antojo, cuando despiertes llámame, me gustaría hablar contigo."

Fruncí el ceño, todas las señales negativas que me daba Caxton aumentaron, él sabía que estaba con Lyam y con el resto, no entendía su obsesión por hablar conmigo, no tenía voz, así que no lo llamé, pero le escribí un mensaje.

"Hola Cax, perdona, estaba muy cansada, Chelsea tiene mucha energía, jajaja, estoy bien, en casa, viva, aunque no sana, pasar la noche gritando y hablando a gritos, me ha pasado factura, por eso te escribo, gracias por preocuparte. PD: Lyam hace lo que quiere como dices tú, pero no me molesta en realidad."

Lo último era una mentira, enorme, pero si decía lo contrario seguiría molestándome con el tema de que Lyam tocara mi móvil.

—¿Qué le has dicho? – abrí la boca, pero me detuvo de inmediato – No hace falta que hables escribe— dijo Lyam con una tostada a la mitad colgando de sus dedos.

—Eso es asunto mío – respondí susurrando dejando el móvil en mi regazo, acababa de coger una tostada cuando empezó a sonar, fruncí el ceño con fastidio, le acababa de decir que estaba afónica, aun así, respondí – Hola— susurré.

—Hola— saludó alegremente. —¿Cómo estás?

—Cax no puedo casi hablar— susurré.

—¿Qué? — preguntó él, me molestó su comportamiento estúpido, ¿de verdad estaba interesado en mí? ¿Era más importante satisfacer sus deseos que cuidar de mi garganta? Sin poder evitarlo miré a Lyam, este me observaba con atención, él había preparado un remedio para mí y me había dicho que no hablara, suspiré, tenía que dejar de compararlos.

—Que no puedo hablar – trate de levantar un poco la voz, pero me resultó imposible, eso me hizo toser, Lyam que parecía repentinamente molesto me quito el móvil.—¡Ey!— trate de quejarme, pero solo salió algo similar a un graznido.

Latidos en ConflictoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora