Al otro día decidí ir al salón tras el desayuno, ya que esperaba la visita de la doctora, Lyam continuaba dándome espacio. Un par de horas después el timbre sonó, un minuto después apareció ella junto a Lyam.
—Nayra— me sonrió y se sentó a mí lado— ¿Cómo estás? ¿Te ha dolido algo?
—No, la verdad es que si no fuera por los vendajes diría que estoy bien.
—Vamos a ver ese hombro— dijo empezando a quitarme la férula— a ver— murmuró tocándolo— ¿Te duele algo? — negué— muévelo poco a poco. — obedecí, no me dolía, pero si sentía todos mis músculos tensos— No está del todo sano, pero es el momento de empezar a moverlo, si prácticas algún tipo de deporte que impliqué el hombro, evítalo, empieza poco a poco, movimientos suaves del día a día.
—De acuerdo, ¿Y el pie?
—Eso puede tardar unas 3 semanas o más, sospecho usaste tu pie para tratar de evitar el golpe, así que lo torciste con fuerza, es una suerte que no se rompiera, usa la muleta, pero en el brazo sano, y ten cuidado con las costillas, ya sabes si te cuesta respirar o te duele algo llámame.
—De acuerdo...
—Bueno, ha sido una visita rápida, cuídate – dijo poniéndose en pie, se despidió rápidamente de ambos y se fue. Lyam me miro en silencio, se había quedado de pie junto al sofá mientras la doctora me revisaba, decidí romper el hielo.
—Creo que es hora de que vuelva a casa...
—¿Pretendes darles la oportunidad de acabar con el trabajo? — preguntó con el ceño fruncido.
—Antes de ir a un piso nuevo tendré que coger mis cosas, es lógico. — replique.
—¿Cómo vas a recoger tus cosas si no puedes moverte sin muleta?
—Me las apañaré
—¿Por qué tienes tantas ganas de huir? Llevas dos días sin dirigirme la palabra, ¿Es por mi padre? — parecía dolido por mi actitud hacia él.
—Sí— respondí sinceramente— creo que no tengo que involucrarme más contigo.— me crucé de brazos.
—Sientes algo por mi igual que yo por ti y aun así ¿quieres alejarte de mí? — preguntó sentándose junto a mí, demasiado cerca, evite su mirada.
—Si... nadie manda en lo que siente, pero si en lo que hace, y yo no quiero verme involucrada con tu padre, acepto trabajar para ti, porque realmente lo necesito, pero no voy a involucrarme más. — me negué a mirarlo a los ojos por más de dos segundos.
—Yo mando en mi corazón— dijo él con media sonrisa, mientras tocaba uno de mis mechones.
—Nadie lo hace, por eso yo prefiero ignorar al mío— contesté mirándolo directamente a los ojos, tratando de parecer segura, esos ojos me habían empezado a atormentar desde el momento en el que los vi, él acercó su rostro al mío, quería apartarme, debía apartarme.
—Nayra...— susurro antes de besarme. Aunque en mi cabeza me repetía a mí misma que no iba a hacerlo, sin poder evitarlo se lo devolví, pero la voz de mi madre reapareció haciendo que me separará.
—Necesito mi espacio, necesito estar sola.— dije sin mirarlo.
—Aquí hay espacio...
—No es mi casa, deja de intentar mantenerme a salvo de esta manera, no puedes encerrarme— dije, empezaba a agobiarme su intensidad, él me miro muy fijamente, como si en su mente se planteará seriamente la idea de encerrarme, tras varios segundos asintió.
—Con una condición.— suspiré.
—Depende cuál...
—Dos de mis hombres te acompañarán y harán vigilancia hasta que estés en tu nuevo piso, ellos te llevarán para asegurarse de que no os sigan. — en realidad era una buena idea.
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Latidos en Conflicto
Novela JuvenilKaida nació en una familia diferente a lo usual, creció como un soldado, casi no conoce el mundo, hasta ahora... Una misión, un claro objetivo, ¿Será capaz de cumplirlo sin dejarse deslumbrar por el mundo y sus nuevas experiencias? Lyam es un alma l...