—Drabble: Huir por las calles de un desolado vecindario.
— Nahoya Kawata/Smiley.Podrían pasar los años, pero Nahoya Kawata seguía llevando su niño interior al exterior con orgullo.
El sonido de su carcajada se vuelve un tanto contagiosa, lo miras embelesada sintiendo el calor subiendo a tus mejillas. Sus pestañas, ondean a la par que las comisuras de sus labios se elevan, aunque siempre se mantiene sonriendo, está vez es diferente. El frío de la noche los abraza en soledad, cubiertos de una sensación de tranquilidad.
El cielo es oscuro sobre sus cabezas, la luna nueva alcanza a iluminar un poco el lago al que llegaron después de la larga caminata de huida que tuvieron. Lo ves tomar una roca para luego ser tirada con fuerza al agua, el chapoteo de esta es seguido por un gesto de ondeo del brazo de Nahoya, quien te mira antes de tirarse recostado sobre el suelo. El sudor cubre su frente y el sonrojo en su rostro no pasa desapercibido ante tu mirada, curiosa y encantada, ante un Smiley risueño.
No sabes cómo es que siempre termina llevándote consigo a sus locuras, sin embargo, te sientes un tanto más tranquila y libre, sin recordar la razón del porqué terminaste tocando timbres esa noche con él. Nahoya suele ser un tanto juguetón, mientras tú por tu parte intentas hacerlo entrar en razón, pero está vez no funcionó. El silencio se vuelve alentador, las respiraciones ya no son agitadas y él toma tu mano entre las suyas. Te sientes en un vuelo imparable, capaz de llevarte a las nubes sin un retorno rápido. Así era estar con Nahoya, de pronto estaban tranquilos en tu habitación, charlando amenos de temas sin importancia, para luego salir huyendo por la ventana y molestar por todas las casas del vecindario.
Era constante, como el sentimiento de alegría que acechaba cuando sus manos se unían en un agarre que nunca quisieras soltar. Diriges tu mano a sus alborotados cabellos y acaricias suavemente mientras sus ojos se abren levemente para observarte, a contraluz le pareces la cosa más hermosa que existe.
Una obra de arte.
No hay una mejor expresión para referirse a ti. Y no es que conozca mucho de la materia, pero son tus cabellos ondulados, cayendo cuál cascada sobre tus hombros, lo que lo deja embelesado. No lo dice, pero le hace feliz estar contigo en cada cosa que se inventa.
Cómo la primera vez que tomo tu mano para arrastrarte con él luego de robarle el dulce a aquel niño que con osadía se atrevió en sacarle la lengua por ganarle su dulce favorito. O como cuando se durmió sobre tus piernas, envuelto en una tranquilidad plena. Tranquilidad que solo sentía cuando estabas a su alrededor.
— ¿Desde cuándo eres tan hermosa? — la pregunta te sorprende. Nahoya no es de dar muchos halagos y la sonrisa que escapa de entre sus labios te hace dudar si realmente quiso decirlo. Se percata de aquello y toma asiento rápidamente. — Que pregunta tan tonta, si siempre has Sido hermosa.
— No digas eso. — respondes, desviando un poco tu mirada.
— Quiero escapar a tu lado cada noche que salga a tocar timbres.
Y sonríes ante aquello. Sabes lo que eso significa. Quizás no sea la gran cosa, pero para Nahoya aquello tiene un gran significado.
El recuerdo de aquella puerta de la casa 1003 abriéndose a la par que mostraba a la chica de cabellos oscuros y ondulados atacaron su mente, verse descubierto frente a los ojos más hermosos que haya visto fue una vergüenza enorme, la carcajada nerviosa que soltó y el rostro enfurecido en un primer encuentro se volvió un momento inolvidable. Y no sabría decir si se debía a la vergüenza que por primera vez lo consumió, o por haberte conocido.
Luego de esa noche, llegaron muchas más iguales, conociendo el momento exacto en el que saldrías a pasear al perro. Una tocada al timbre, 5 minutos después el picaporte de la puerta girando y él dando vuelta para huir divertido, escabullendose tras el viejo arbusto que separaba sus casas.
Por su cabeza nunca pasó que tres semanas después, aquel sábado aceptarías acompañarlo a irrumpir la tranquilidad de los vecinos, huyendo como alma libre, cubiertos de sudor, mientras la brisa choca de lleno en sus rostros.
Sintiéndose niños una vez más, repitiendo todo eso cada sábado por la noche. Porque por mucho que los años pasaban, Nahoya no podía evitar sentirse feliz, como un niño al que el tiempo le ha robado más que la infancia.
Dedicado a teffyrula quien fue la culpable de que escribiera este capitulo en menos de 30 min. No pude evitarlo.
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SCENARI; [Ill Ballo Della Vita] Tokyo Revengers.
FanficEscenarios, Imaginás, One-Shot, Headcanon y otros de Tokyo Revengers. ... Porque se que Mikey es un desmadre; que Draken es ese amigo que siempre está protegiendo a todos; Que Takemichi es el que siempre les está dando ánimos y que Chifuyu es ese a...