Capítulo 5

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Cuando ingresó a su habitación, inmediatamente supo que había algo diferente a como se encontraba el lugar cuando lo dejó. Hacía más frío y una de las puertas del balcón estaba abierta junto con las cortinas corridas.

Para él, era una clara señal de peligro. Seguro que en el pasado hubiera huido de ahí sin pensarlo demasiado y habría terminado aferrado a Yoongi para que este aliviara su miedo. Sin embargo, ese era el problema, su hermano ya no estaba y él era un maldito omega débil que no pudo hacer nada al respecto.

Contrario a correr lejos, cerró la puerta detrás suyo, encerrándolo en el lugar aparentemente vacío. Ya no tenía más miedo, su capacidad de sentirlo había desaparecido junto con la única persona que realmente le importaba y amaba. Sumándose a eso, el hecho de que su guepardo cada día lo mataba un poco más ante la pérdida de un alfa al que ni siquiera conocía, pero que eso no evitaba el intenso sentimiento de atracción que tenía.

Suspiró cansado y sopesó sus opciones. La primera idea que cruzó por su mente fue ir con su padre, pero lo descartó rápidamente. Su consciencia repitiéndole que su hermano nunca confió en su progenitor y él no creía que fuera correcto hacerlo, aunque no supiera la razón.

¿Qué más podía hacer? Pensó en tomar el palo de golf oxidado que tenía en su armario; era arriesgado moverse del punto en el que se encontraba parado, pero tenía que actuar por una vez en su vida, lo necesitaba. Su acción se vio interrumpida por el sonido que produjeron unos pequeños golpes en el vidrio transparente de la puerta del balcón, asustándolo como el infierno. Su instinto tomó el control, provocando que sujetara lo primero que estuviera cerca de él para defenderse en caso de que necesitara hacerlo.

Su omega, que no había parado de llorar desde hace cuatro días, chilló en su interior haciéndolo sentir tremendamente vulnerable. No le importó, de todas formas, y avanzó con cuidado hacia la ventana, con las manos en alto sosteniendo la lámpara de noche que tomó para combatir al peligro.

Cuando estaba a mitad del camino, se escuchó un ligero susurro diciendo "psst", confundiendo a Taehyung y drenando con rapidez su miedo fuera de su cuerpo para después darle paso a su condenada curiosidad.

Sin pensarlo, el castaño caminó hacia el balcón para descubrir quién estaba ahí. Sin embargo, no se esperaba que al cruzar la puerta alguien tocara su hombro para llamar su atención y que, a cambio el guepardo gritara y a su vez soltara la lámpara para alejarse de quien sea que le haya tocado.

—¡¿Pero qué demo...?!

—Shh, nos van a descubrir.

No fue capaz de reconocer la voz.

—¿Qué...? —dejó su pregunta al aire para mirar al otro extremo del balcón con atención.

Frente a él se hallaba otro hombre, alto y delgado con cabello morado, lo cual era extraño pues nadie en su manada lo tenía de un color tan extravagante, aun así, lo que más llamó su atención fue que esa persona olía diferente, aunque su olor fuera apenas perceptible. Tae jamás había olido algo parecido, pero por alguna razón le era tan familiar, o más bien, le transmitía una confianza plena, bastante extraño considerando que era la primera vez que lo veía.

—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?

—Me llamo Kim Namjoon, soy un espía de la manada de los leones —se presentó, con la emoción destilando de su voz—, tengo la misión de entregarte esto —agregó mientras estiraba su brazo con un teléfono móvil en la mano para dárselo al omega.

Aunque una parte de él se lo recriminaba, y por más extraña que fuera la situación, Taehyung apreciaba que ese león estuviera ahí, pues no estaba seguro de poder soportar más tiempo solo, como aquellos días que habían pasado.

AlianzaWhere stories live. Discover now