Alianza

Capítulo 3

Un fuerte dolor en la cabeza provocó que se removiera por la incomodidad y abriera los ojos sólo para cerrarlos de nuevo por la destellante luz que le pegaba directo en el rostro. Cuando pudo acostumbrarse, miró con atención su alrededor.

Se encontraba en una habitación con las paredes color beige. El lugar estaba casi vacío a excepción de la silla de madera al lado izquierdo de la cama en la que se hallaba acostado, y una mesilla de noche del lado contrario.

Además de la jaqueca, sus brazos le dolían y su garganta ardía, sin embargo, no tanto como para quejarse. En ese momento agradeció una vez más ser cambia formas y ser capaz de curarse rápidamente. Cuando por fin pudo recordar lo que había sucedido en el bosque, se dedicó a inspeccionar su cuerpo y asegurarse que estaba bien. Observó algunos rasguños en sus extremidades, su piel brillaba en color rojo que lucía intenso, pero seguro no era tan grave como parecía; debido a su tono blanco, cualquier pequeño golpe le dejaba una marca exagerada. El dolor era soportable por lo que no reparó demasiado en ello, ya que le invadió la preocupación de saber dónde estaba y qué había pasado después de que había perdido la consciencia.

Justo cuando su cerebro empezaba a maquinar las posibles maneras de escapar por la única ventana de la habitación, la puerta fue abierta. De inmediato, lo inesperado de la acción lo puso en alerta, así que, sintiendo sus músculos tensos, se sentó. Listo para correr por su vida si la situación lo ameritaba.

Entonces una beta entró a la habitación.

—Oh, veo que despertaste, ¿cómo te sientes? —preguntó la chica con una sonrisa en cuanto se dio cuenta de que Yoongi la miraba.

El guepardo trató de hablar, pero un punzante dolor se disparó en su garganta, haciendo que gimiera bajito y no pudiera emitir siquiera una palabra. La leona frunció el ceño, concentrada, y luego se acercó lentamente al pelinegro con precaución para no asustarlo.

El omega observaba cada uno de los movimientos de la chica con recelo, atento a cualquier señal de la beta que indicara que iba a dañarlo. Sin embargo, logró transmitirle confianza y dejó que se acercara, relajando su cuerpo. Sintió las delicadas manos de la rubia palpar su cuello con sutileza para luego apretar con ligereza la parte de su garganta, haciendo que el guepardo mordiera su labio inferior para no emitir otro vergonzoso gemido.

—Bien, quédate aquí —dijo mientras lo observaba minuciosamente con los ojos muy abiertos, provocando un ambiente de incomodidad entre ambos. Salió de la habitación por un momento dejando al contrario confundido; aun así, la chica regresó poco después con una taza en la mano—. Bebe este té, aliviará el dolor por completo. Mientras tanto avisaré a Hoseok sobre tu estado —le dirigió una ligera sonrisa antes de dejar el lugar de nuevo.

El guepardo no sabía a quién se refería, pero la chica logró transmitirle suficiente seguridad, además de que se encontraba tan cansado como para moverse, por lo que se quedó justo donde estaba, mientras miraba a la nada y tomaba el líquido caliente con lentitud.

Más pronto de lo que pensó, se escucharon pasos cerca de la puerta de la habitación. Inesperadamente a Yoongi se le aceleró el corazón, como si su chita estuviera a la expectativa de algo muy bueno que su parte humana no podía comprender, sintiendo una ambivalencia entre incertidumbre y emoción recorrer su cuerpo.

Cuando la puerta fue abierta, el olor a canela invadió el lugar, siendo como un golpe brusco a sus sentidos, debilitándolos y provocando que saliera el lado más sumiso de su omega. Retuvo la respiración por unos míseros par de segundos en lo que trataba de controlar sus emociones al identificar de quién se trataba.

Su compañero estaba justo frente a él.

Su alfa.

El mismo león que estuvo en la oficina de su padre, estaba ahora caminando hacia la cama en donde él se encontraba sentado, no lo podía creer. El mismo alfa que había alborotado sus hormonas y del cual sentía la necesidad instalándose en su pecho, como la primera vez.